FUSIÓN Y CONVIVENCIAS// ESCULPIENDO A DIOS

Estando en el Seminario Kermaria, en La Grita, me di cuenta que tenía muchos errores para ser seminarista y aunado a esto mi formación era prácticamente protestante. Llegue allá para buscar una nueva orientación a mi vida y poder realizar mis metas guardadas en años anteriores, en el fondo pensaba que este mundo era totalmente bueno y había que plantearse un horizonte lleno de mucha fuerza para lograr una cadena de equilibrios que me ayudara a transformar un poco más mi conducta. Allí, aprendí a estar alejado del ruido que me ocasiona verdaderas torturas. Trato que el tráfico y el correr de la gente dañen mi lenguaje y he tomado la iniciativa de ir a los centros comerciales para obviar el toque de bocina por parte de chóferes inescrupulosos.
Estos momentos de solaz me permitieron leer las nuevas tendencias ambientales y como sentirnos a gusto en cualquier ambiente, donde los colores juegan un papel fundamental porque nos permite reflexionar sobre los espacios y nuestro almacenamiento memorístico y, he llegado a la conclusión que algunos espacios de la vida no resulta tan complicada porque necesitamos de ella para aprender a reflexionar sobre nuestros vacíos.
Por lo tanto, necesitamos tener un control absoluto sobre nuestra vida afectiva en particular y tener presente que nuestra pareja comparte nuestra autoridad para preservar el núcleo familiar y debemos entender que es nuestra acompañante por excelencia y ella aporta sus mejores experiencias a favor nuestro. Nos ayuda a conformar un nuevo mundo para ir adquiriendo experiencia y convertirnos en un fino artesano de un camino lleno de admiración como respeto por las cosas que son trascendentales para uno,
He venido relacionando mi espiritualidad con el espacio femenino a través de la lectura para lograr romper los mitos y tabúes que nos llenaron de miedo y por una vía u otra buscaron mutilar nuestra vida afectiva. Hay que dejarse arrastrar por la lucidez para cultivar con esmero nuestra alma gemela que proseguirá su camino al lado nuestro teniendo en cuenta de manera perfecta que somos humanos.
La vida en pareja es un instante de nuestro tiempo que logra su perfección cuando logramos entendernos y ese término lo deseo en grado significativo con quien es mi compañera, es ir buscando nuestra identidad.
Hoy, es un gran día para un nuevo comienzo de conciliación espiritual. El agua fría de la piscina del seminario me hizo despertar. Más allá de nuestros límites existe un sueño que alimentar y abrir, constituyéndose en un voto para la paz con el fin de llegar a una libertad e identidad de nuestro pensamiento conyugal.
Es necesario abrir de nuevo las puertas a nuestro corazón para lograr alcanzar lo buscado, la voz de una mujer en nuestras almas. Es asociarse con ella en una verdadera convivencia familiar y en los ceremoniales que le atañen, el paso del tiempo no es en vano y debo aprender a compartir mis emociones y adaptarme a las nuevas situaciones de mi vida para asumir los enfoques que testimoniaran el mejor trayecto para concebir una vida cristiana sana,
En el fondo, hay que descubrir nuestras verdades y de la mejor manera avanzar en nuestro entorno hacia la conciliación de dos mundos en una sola realidad