Aventis
Emiro Vera Suárez
La reinserción de
Washington en América Latina va viento en popa, la última palabra la tendrá una
gran flota aparcada en las bases de Colombia y Perú, después de medio siglo,
Barak Obama ha comprendido que es la hora de actuar. Es un reto arropado de las
islas vecinas caribeñas, que tanto hemos ayudado en PetroCaribe. La religión
está en una situación precaria por el antagonismo político existente y las
sucesivas muertes de agentes del orden público, jóvenes, efectivos militares y
la sociedad civil, todos hemos perdido la iniciativa en los espacios de
maniobra.
Nadie, absolutamente
nadie, hizo los cambios sustantivos de manera integral a la economía nacional y
fuera de fronteras. Aunque, se ofreció ayuda para la creación de nuevas
industrias y de energía. La mayoría aprovechó la regaladera de dólares del
Estado y el quiebre de nuestra economía en la esfera nacional e internacional,
las políticas macroeconómicas son y fueron un fracaso y, muchos de nuestros
jóvenes empresarios prefirieron dedicarse al negocio informal e inyectarle
drogas y alcaloides a las zonas populares y campamentos que, empezaron a
poblarse de mucha gente proveniente de países vecinos y sobretodo, nuevos
matrimonios.
Nadie, se dedicó a
ofrecer los resultados sobre las buenas prácticas agroindustriales que en
Alemania, China y Australia dieron buenos resultados, todos vinculados al agua
e incentivos a la energía renovable.
Cuba, evitaba jugar en el marco amplio comunitario, optando
por una táctica individual y se dedicó a
Venezuela y sus activos con el gobierno de Obama, luego de que se detuvieron
las conversaciones desde la muerte de Kennedy.
Los venezolanos, no
somos imbéciles, menos tontos. Que hacía Julio Vélez con su comparsa paseándose
por las calles y avenidas de Venezuela? Mientras, muchos jóvenes de nuestra
patria morían y fallecen por el hampa, cuyo dinero es cancelado por grupos de
extorsión y el mismo paramilitarismo. Debe existir una explicación para ello.
Existen muchos
intereses sobre Venezuela, incluso el europeo y la visita del papa Francisco al
Sur y la llegada de Cristina Fernández de K a Roma y al Estado del Vaticano.
Hay un oscurantismo en
el repliegue político, nuestros líderes no hablan con claridad, mientras la
pobreza ya alcanza a muchos hogares venezolanos, la inflación degasta nuestros
ahorros, mientras el pueblo trabajador debe adquirir y cancelar mercancía al
comercio informal.
El gran problema
latinoamericano, es la disminución de la inversión y la desaceleración del
consumo interno, hay turbulencias por la acción de grupos hamponiles y
paramilitares que vienen ocasionando daños colaterales a la gendarmería y
juventud por el consumo de drogas, a cambio de mayor asesinatos y robos en la
vía pública. Aunque existe un programa chino en activa sus flujos de capital en
zonas de masivas construcciones de eslabonamiento productivo en la región.
Pero, el objetivo clave
es Venezuela, por sus reservas petroleras, las mayores del mundo y su
posicionamiento geopolítico, aunque mantiene inconvenientes por sus actuaciones
en la OPEP e interpretación de situaciones internacionales en la Cancillería.
Estados Unidos, pierde
posiciones estratégicas en el mundo y viene atacando diplomáticamente a
Venezuela para posesionarse de sus aguas y petróleo. Se esfuerza en oprimir la
economía de nuestro país y Argentina.
La seguridad de las
ciudades, los municipios fronterizos y las áreas donde las economías ilegales
tienen influencia, se ha visto afectada por la conexión entre la delincuencia
organizada transnacional y los grupos delictivos de carácter más local. Los
cárteles, comandos y estructuras de mayor escala del crimen organizado han
usado a las facciones criminales locales – pandillas y bandas – para ampliar su
influencia y ganar control territorial. Esta mezcla explosiva por parte de USA,
ha dotado a estas agrupaciones - hasta ahora consideradas como estructuras
menores - de armas, recursos, conocimiento y relaciones. Bajo este marco lo que
se consideraba un problema de carácter nacional – el narcotráfico – se ha ido
desplazando al plano local, configurándose como una grave amenaza para la
seguridad ciudadana. La ofensiva realizada por el Estado contra las grandes
organizaciones ha producido su fragmentación, reconfigurando el mundo criminal.
Y en la Cota 905 observamos con candidez el poder de ésta fuerza con policías
heridos y motos quemadas.
El crimen organizado ha
tenido una importante capacidad de renovación y reclutamiento, que le ha
quitado fuerza a las ofensivas por parte del Estado. Nuevas generaciones de
delincuentes se han integrado al mundo ilegal.
. En la mayoría de los
casos estos adolescentes comienzan a participar en la organización criminal
desde pequeños, involucrándose en tareas menores, estimulados por el consumo de
drogas ilegales. Ante la detención o la muerte del líder,
son ellos quienes comienzan a asumir las posiciones de mando. Marcados por la
violencia intrafamiliar, la adicción y desprovistos de vínculos con la
sociedad, estos jóvenes ven en la delincuencia una manera de ganar
reconocimiento. Su destino generalmente es terminar tras las rejas o morir en
medio de la rivalidad delincuencial. La seguridad ciudadana enfrenta hoy un
desafío que desborda los marcos tradicionales desde los cuales ha sido pensada.
Ciudades y municipios se encuentran expuestos a la existencia de mercados
ilegales conectados con el espectro delincuencial y criminal.
Toda vez que Estados Unidos insiste en
articular esquemas de integración regional, orientados a contener su ascenso
como potencia mundial (Acuerdo de Asociación Transpacífico, Alianza del
Pacífico, etcétera), China se apoya en la construcción de corredores económicos
en los planos terrestre y marítimo en diversos espacios regionales.
En una primera etapa, el gobierno chino
colocó el fortalecimiento de los vínculos económicos y políticos con el resto
de los países de Asia-Pacífico como prioridad. Ahora sin embargo, los vínculos
de la ‘Ruta se la Seda’ se pretende ampliar hasta Sudamérica.
A lo largo
de los territorios brasileño y peruano, un enorme tendido ferroviario de 5.300
kilómetros atravesará la selva de la Amazonía y la cordillera de los Andes con
el objetivo de conectar el océano Atlántico con el Pacífico. Las vías del tren
continental tendrán un costo de entre 10.000 y 30.000 millones de dólares y, en
ausencia de imprevistos, se contempla que serán inauguradas el año 2020.
Sin embargo, en la mayoría de los países
de la región predomina el trasporte por carretera, promovido con fuerza por las
automotrices estadounidenses y europeas desde mediados de los años 50. En
Brasil los ferrocarriles únicamente representan la cuarta parte de la capacidad
total del sistema de transporte. De esa proporción, alrededor de 35% se
construyó hace más de medio siglo.
De la misma
forma, las mercancías exportadas a China son transportadas por carretera antes
de zarpar en buque por el Pacífico. Desde el Canal de Panamá por ejemplo,
tardan más de 30 días en alcanzar su destino asiático. Esa situación aumenta
los costos de exportación de los productos agrícolas y disminuye la
competitividad comercial de Sudamérica en el plano internacional.
Es que ante la persistencia de la crisis
global se ha puesto de manifiesto que la ‘bonanza económica’ impulsada por los
altos precios de las materias primas es un asunto del pasado. De acuerdo con
las previsiones elaboradas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el
crecimiento del PIB de la región sudamericana para este año no pasará de 2,5%.
Bajo esa misma perspectiva, los recursos
monetarios a disposición de China (casi 4 billones de dólares en reservas
internacionales) representan un alivio económico para los gobiernos
sudamericanos, bien sea para apuntalar las inversiones productivas, establecer
líneas de crédito en condiciones preferentes, aumentar los intercambios
comerciales, etcétera.
Estados Unidos, por esto, se le nota
preocupado.
El hecho de que Barack Obama trate de impulsar la normalización de las
relaciones, no implica que se elimine el embargo como ley en EE.UU. Solamente
el Congreso de EE.UU. es capaz de eliminar el embargo, lo que evidencia que
Cuba seguirá en el foco de atención del próximo presidente de EE.UU. y ya al
menos, no es catalogado como país terrorista.
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