Escritor- Filósofo


"La niebla es un paso del camino entre una certeza y otra certeza, jamas he caminado entre cargas y visiones falsas, debemos aprender a caminar en el umbral del camino con nuestro maestro espiritual o gurú. Debemos aprender a desafiar a la muerte y dominarla. Amar es un desafío espiritual." Emiro Vera Suárez

Todo cambia tan abruptamente. El tiempo y la vida con su paso solo develan la crudeza, solo caminan para agotarse, para hundirse ante nuestros fallidos intentos de entender algo.

Juan Carlos Vásquez Flores

sábado, 25 de febrero de 2017

El marxismo sustentaría al Capitalismo



  Emiro Vera Suárez
Cel. 016-8491307 E-Mail: emvesua@cantv.net
emvesua1@gmail.com. PIO BOX 8179-CDO 2003 .
La Isabelica. Valencia. Edo Carabobo, Venezuela, ICQ 18399717

 El plan Marshall, siempre ha sido un programa exitoso para el imperialismo norteamericano desde 1945, pero los cachetazos al pueblo han resultado muy costosos desde 1945. La vida iluminada de Miami viene creando fantasmas en la conciencia de los ciudadanos latinos y mexicanos, son burbujas ilustradas con muñequitos que crean una perspectiva de consumismo letal que crea desviaciones inapropiadas para el realismo de una sociedad acostumbrada a una condición del existir muy atroz que debe enfrentarse al bloqueo y sabotaje de quienes desean sobrepasar los límites de una esperanza y, donde Venezuela no se excluye.
El Capitalismo es real, sea como sistema o estructura y tiene en el socialismo una vertiente de axiomas para conformar su propio dinamismo. Pero el flagelo del narcotráfico es presente en Suramérica, permitiéndose crear moralejas alrededor de líderes y dirigentes políticos de base. Cada quien, asumiría su responsabilidad y pegaría gritos en el levantamiento de consignas hasta flagelarse. Me refiero, en este caso, al pueblo, dominado por una campaña publicitaria fuerte y mecanismos de persuasión de niveles ilusorios que quebrantan la normalidad de los procesos ideológicos.
Es claro, que nadie desea trabajar por la revolución bolivariana, pertenecen a un movimiento logístico por una bolsa de alimentos importados, pero, ante la crisis mundial por venir, nadie dará un rublo alimentario por el costo en dólares y Venezuela está destrozada en este sentido, porque los militares, aunque preparados, no son políticos y, tengamos mucho cuidado con el mundo musulmán.
Todo está contaminado, el Internet no es un mar para navegar libremente, sino una pecera controlada. Hasta nos dicen qué se relaciona con qué y qué no se relaciona con qué. Computadoras ya no digitales sino cuánticas, en red, con terminales en la CIA, el Pentágono y la NSA  procesan a velocidad inimaginable todos (¡todos!) los mails y cuentas Facebook y twitter y WhatsApp  que entran y salen de la nube virtual, y a partir  de palabras claves (descriptores) de interés escalonado, y de orígenes y destinos clasificados por su importancia, se pasa revista a todo y se enfrenta cualquier mensaje cifrado ya no buscando códigos específicos sino por medio de la “fuerza bruta” de probar y seguir probando variables a una velocidad inimaginable hasta que el texto cifrado aparezca abierto. 
Lo sucedido con Aporrea, es cuestionable. Es una traición a Chávez y a los movimientos populares, la delincuencia viene controlando parte de las instituciones del Estado Bolivariano y sus esquelas reflejan la deprimencia, desde las colas en mercados hasta mendigos, comiendo canes, ya no es la perrarina del pasado. Es una guerra cibernética. Casi cuántica, donde las leyes físicas se encuentran presentes, Algunos creen que las redes virtuales siguen siendo una herramienta nuestra. Debemos usarlas, sí, pero recordando la vigilancia omnipotente sobre mails, tarjetas magnéticas y celulares, y además la trampa de la tecno-dependencia: nos acostumbran a usar tecnologías que nuestros Estados no saben producir, que se no pueden cortar con una simple orden al satélite.
Nuestra soberanía en comunicaciones y en acción exige combinar lo nuevo con lo artesanal. Muchos movimientos perseguidos han vuelto a la máquina de escribir y al multicopiador; y al uso de “buzones” de aspecto inocente para intercomunicar las redes populares. La creatividad popular puede dar a estas medidas de lucha toda la fuerza que brote de nuestras trincheras de ideas.  
Cuando el capitalismo llega al campo, el campesinado disminuye. Al nacer los estados socialistas, era lógico suponer que la industrialización estatal en la ciudad y el campo también haría perder peso a la producción campesina familiar. En 1928 en la URSS la Dirección identificaba todavía como una causa de “desviaciones derechistas” la mentalidad de la pequeña propiedad campesina sobreviviente “que tiende a generar capitalismo”.  Y en la cabeza de muchos campesinos que habían mejorado su posición, esta tentación por restaurar el capitalismo era real. Pero ya en 1929 el Gobierno advierte que las cooperativas campesinas (kol.jos) van formando un campesinado de nuevo tipo, una clase social integrada por mujeres y hombres libres y conscientes. El kol-jos en muchos rubros resolvía más eficientemente el abastecimiento que las granjas estatales (sov.jos). En 1930 el Gobierno aceptó finalmente que, una vez liquidado el latifundio, la mejor receta era el respeto al campesinado y sus ritmos. La industria estatal incorporó en sus planes quinquenales el servicio por contratos a la producción rural cooperativa, impulsando su tecnificación y productividad. El campesinado-koljosiano, y no el proletariado rural, pasó a ser el abastecedor principal del pan del pueblo obrero constructor del Socialismo.
En China Popular las comunas rurales nacieron en el marco de un extraordinario impulso del pueblo, pero aceleraron demasiado precozmente un alto nivel de socialización. Sus experiencias positivas no pudieron ser evaluadas por el viraje a la economía de mercado que impuso Deng en 1976, después de la muerte de Mao.
En Cuba, la Asociación de Pequeños Campesinos fue vital para la propia supervivencia del pueblo en las condiciones excepcionalmente duras del Período Especial.
No es menor el papel del campesinado en regímenes tan diferentes como el de Corea del Norte o en Irán. El “conuco” campesino venezolano es la esperanza en la lucha por la soberanía alimentaria. El papel campesino en la plurinacional revolución boliviana es muy claro.
Se llama “pequeña producción” a la que proviene de predios pequeños, pero el nombre es inadecuado. Los pequeños predios campesinos en Asia, África, Oceanía, en nuestra América Abyayala, proveen el 70% de nuestros alimentos. Los grandes monocultivos de transgénicos y agro tóxicos tienen un alto rendimiento inicial, agotan rápidamente la tierra y se vuelven por ello insaciables invasores de nuevos territorios con apoyo institucional.
En nuestro país, el modelo neoliberal de Astori, Berterreche y Aguirre se pone de rodillas ante la expansión del monocultivo extranjero, pero intenta mostrar un rostro comprensivo ante el drama del pequeño campesino que aún sobrevive. Lo hace como si no tuviera la culpa de su agonía. Con financiamiento bancario y nacional- internacional se usa al Sistema Educativo Público para” asesorar” la economía familiar y “demostrar” que ahora debe aceptar los paquetes tecnológicos que imponen los laboratorios y sus sirvientes del Ministerio de Tierras. El Sistema intenta “demostrar” que una producción tradicional agraria es hoy económicamente viable.
La agricultura tradicional y los pueblos originarios se organizan contra este modelo devastador. Su resistencia apunta a la Soberanía Alimentaria y es por ello un factor clave en la lucha por la liberación nacional y el socialismo. Así lo comprenden todos los militantes revolucionarios del campo y la ciudad. Los últimos años hemos visto nuevas señales, aún insuficientes, de movilización ciudadana en la defensa del ambiente, del agua,  y de la producción orgánica, contra la mega minería y el fracking. Maestros rurales y vecinos denuncian las fumigaciones aéreas y las resisten.
En días pasados se generó una polémica en torno al libro “Uy-siglo XX” escrito por Silvana Pera, (Uruguay), donde la autora recrea la historia de Uruguay y Suramérica en el marco de vaivenes del siglo pasado. Arranca con las reformas batllistas y culmina con la Guerra Fría y el nuevo orden internacional. Además, compara al comunismo con la aldea de Los Pitufos, donde nadie pasa hambre y todos conviven de maravilla. En otra parte del texto, se asegura que el régimen comunista de la Unión Soviética mantenía una “democracia directa” de “poder popular”.
Las autoridades de la educación aclararon enseguida que este libro no circula entre las aulas de niños que asisten a escuelas públicas y que solo lo comparten algunas instituciones privadas. En tanto, el pasado martes 14, Índice, Grupo Editorial --responsable de esta publicación-- emite una carta, donde se refirió a la comparación del comunismo y Los Pitufos, “rechaza categóricamente cualquier intencionalidad de promover cualquier ideología a lo largo de este o cualquier otro libro”. Afirma que la comparación se sacó de contexto y que la imagen de Los Pitufos busca explicar “el concepto teórico” del comunismo. La carta explica también que Índice Grupo Editorial se trata de una editorial que comercializa textos en las instituciones privadas.
El punto es que parecemos no percatarnos del enorme mal que ha hecho el comunismo, al ligar el Estado Delictivo con los grupos sociales, especialmente a lo largo del siglo XX, tanto a nivel material como antropológico. El comunismo como concepción, y también en su puesta en práctica como en la Unión Soviética, China o Cuba, está lleno de errores; a su vez, carga con sus errores, absolutamente contraria                                               a un Estado de derecho y a la democracia.
. El daño antropológico en las naciones de Europa del Este o en las exrepúblicas soviéticas es monstruoso. Cuando hay un mal presidente o dirección política.
El Socialismo, es una aplicación ideológica y ningún imberbe puede asumir riesgos en su aplicación, en Venezuela hay una clara desviación de los principios revolucionarios, que deseamos rescatar.



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