Fusión
*Las redes sociales, buscan controlar
al pueblo.
He señalado en varios de mis
artículos que estamos inmersos en el contexto de la globalización y de la
revolución de las tecnologías de la información y la comunicación. Esto último
permite obtener información de todo tipo, incluso la de carácter personal, lo
que en algunos casos vienen a violentar lo que se conoce como derecho a la
intimidad (hábeas data). Esta trasformación científica-tecnológica plantea
problemas críticos a las concepciones tradicionales del derecho y el sistema
legal, pues la ciencia y la tecnología, no solo significan cambios
impresionantes, impactantes y rápidos más allá de toda medida, al tiempo que se
han producido los medios por los cuales los cambios pueden ser manejados.
Hoy en día la informática juega un
papel de primera en todo nuestro accionar, aclarando en todo caso, que, en el
pasado al hacer referencia a la informática, automáticamente lo que prevalecía
era la idea de la computadora personal. Hoy en día, al hablar de informática,
no puede hacerse en forma completa si no se hace alusión a las tecnologías de
la información y la comunicación. Es decir, a la telemática.
Cabe formularse algunas
interrogantes, tales como: ¿Qué sucede frente a esta transformación
globalizadora de las tecnologías de la comunicación?, ¿han sido realmente
beneficiosas?, ¿existe acaso algún riesgo para el ser humano? Algunos
estudiosos del tema puntualizan que las críticas a ultranza, sobre la
robotización de la sociedad, sobre el desplazamiento del hombre por la
computadora, ¿son fundadas?, ¿podemos protegernos?, ¿podemos detener o impedir
su uso?
Actualmente, el papel que juegan las
técnicas de comunicación frente a la sociedad, es real y efectiva, ya que las
TICs se han convertido en el instrumento más eficaz y eficiente para difundir
los progresos del hombre. Algunos señalan que pueden convertirse en el ámbito
más quebrantador de sus derechos y garantías. Estas observaciones tienen como
propósito, reflexionar en torno a la problemática que presentan las tecnologías
de la información con el manejo de la información en todo el contexto.
Se habla del secreto y el derecho a
la información, habida cuenta que el secreto es una institución jurídica que
refleja la evolución de las costumbres y hábitos en una sociedad en la que
expresa con precisión la idea que uno tiene. Existe univocidad de criterios en
cuanto a que el respeto al secreto individual está ligado al progreso y al
respeto de los derechos del hombre en una comunidad cambiante cada día. Por
ello se habla de la protección y el respeto del ser humano. En términos
jurídicos en la revelación del secreto se expresa: “La vida privada como bien
jurídicamente protegido”, o la libertad del individuo para poder recurrir al
profesional sin que, por ello, se vea afectada su esfera privada. En relación
al secreto se debe consagrar en los diversos ordenamientos jurídicos, una
responsabilidad para garantizar la libertad de cada individuo, que, por razones
de diversa índole, desea mantener secreta aquella esfera.
Es de señalar que, a pesar de las
diversas regulaciones penales, en las sociedades latinoamericanas en torno a la
revelación de los secretos en las profesiones, en la práctica, el espacio de la
vida privada es ciertamente endeble. No solo por cuestiones en sus sistemas
políticos y jurídicos, sino también por el uso de las TICs.
Con el uso de computadoras y
celulares, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, han dado
un giro a las relaciones humanas dentro de la sociedad. El mundo contemporáneo
se caracteriza por una producción, una circulación y un consumo de informaciones
sin precedente. Efectivamente, el consumo de las informaciones de toda índole
se ha vuelto esencial para nuestra vida diaria; es por esto que el derecho a la
información se presenta como la solución normativa de las relaciones entre la
sociedad y los medios de comunicación.
El derecho a la información tiene un
doble significado: es el derecho que todos tenemos de ser informados de lo que
sucede y es, también, el derecho atribuido en particular a los periodistas y a
los operadores de televisión, de informar a los lectores y a los espectadores
acerca de los acontecimientos. Sin embargo, es fundamental que en uso del
derecho a la información no se viole o sea lesionada la esfera de la vida
privada del ser humano.
En la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, reconocida como el hito histórico en la conformación de los
derechos del hombre, se estatuye en su artículo 12 “nadie será objeto de
injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia, ni de ataques a su honra o reputación”.
Las tecnologías de información,
junto con la telemática, le dan al derecho de información una proyección
ilimitada. De ahí la importancia de que los avances científicos y tecnológicos,
así como las figuras jurídicas que los regulen, estén destinados a servir al
ciudadano y no atentar contra la identidad humana ni contra los derechos del
hombre.
En la sociedad moderna, a los
detractores de los gobernantes, se les acusa básicamente por cuestiones
ideológicas o políticas por lo que han surgido otras apologías, como la del
delito, donde el Estado, penaliza la incitación a la comisión de un delito o
crimen o incluso poner en precario la gobernabilidad de un país y ahora
hablamos, de la Apología del Terrorismo que a su vez, tipifica como un delito a
quienes justifican o incitan a la ejecución de actos terroristas que afectan la
gobernabilidad y colateralmente a la población indefensa.
El término apología significa
alabanza o razonamiento inteligente. Se remonta a la época de Platón, cuando
escribió la Apología de Sócrates que era una transcripción sobre los diálogos
de su mentor que pronunciara ante el Tribunal de Atenas antes de ser
sentenciado a muerte en el año 399 a.C.
Sócrates en sus diálogos, no trató de defenderse de las falsas acusaciones que le hacía el Estado de no respetar sus dioses o de corromper a la juventud con sus ideas, sino que se enfocó en defender ante el Tribunal que lo enjuiciaba, la necesidad de emancipar a la juventud ateniense de la opresión y el control que ejercía el Estado y el clero sobre los mismos. Las acusaciones contra Sócrates no eran de tipo político, eran acusaciones contra la religión y la moral, temas que apasionaban a los gobernantes y líderes religiosos de su tiempo.
Sócrates en sus diálogos, no trató de defenderse de las falsas acusaciones que le hacía el Estado de no respetar sus dioses o de corromper a la juventud con sus ideas, sino que se enfocó en defender ante el Tribunal que lo enjuiciaba, la necesidad de emancipar a la juventud ateniense de la opresión y el control que ejercía el Estado y el clero sobre los mismos. Las acusaciones contra Sócrates no eran de tipo político, eran acusaciones contra la religión y la moral, temas que apasionaban a los gobernantes y líderes religiosos de su tiempo.
El mundo en general, repudia la
apología del terrorismo, cuya definición es bastante ambigua, para unos,
terrorismo es inmolarse y provocar la muerte de personas inocentes, para otros,
terrorismo es todo lo que atenta contra un gobierno, sus gobernantes, la
propiedad privada y por supuesto, la sociedad.
Con el avance de los medios de
difusión masiva, resulta que también se pretende tipificar como delito la
denominada Apología del Terrorismo Mediático que implicaría la incitación a la
violencia o al crimen, utilizando diversos medios de comunicación.
Un terrorista por tanto, no solo
sería el que se inmola por una causa y sacrifica a los que no comparten sus
ideas religiosas o políticas, sino que también lo sería, quien participa en una
red social e incita a los demás a la protesta pública o al crimen y la
ingobernabilidad. También lo sería quien protesta e incendia un establecimiento
público o provoca con sus acciones la muerte de otra persona inocente, pero
también puede serlo, el que mediante el uso de un micrófono o de su pluma,
vierte expresiones que a juicio de las autoridades gubernamentales, incitan al
crimen o a la violencia, provocando zozobra, temor, miedo o incertidumbre entre
la población.
La realidad es que existen
periodistas e incluso medios de comunicación que propician la ingobernabilidad,
el chantaje, la extorsión contra políticos, funcionarios, empresarios y otros
personajes públicos, pero no es menos cierto, que no se puede coartar la
libertad de expresión por unas pocas personas irresponsables, cuando existen
medios legales que perfectamente pueden frenarlos si se imparte una justicia
expedita e imparcial.
La tendencia en el mundo debería
ser, por tanto, fomentar un periodismo beligerante, veraz, respetuoso e
investigativo, porque se convertiría en una poderosa arma que contribuiría a fortalecer
la democracia y combatir lo que se denominaría la apología del autoritarismo
gubernamental.
Sin embargo, la generalidad de los
gobernantes de los países latinoamericanos, ante la imposibilidad de combatir o
frenar la pobreza, la exclusión social y la injusticia, se han dado a la tarea
de establecer mecanismos legales coercitivos, que no solo podrían frenar el
crimen, la violencia, el narcotráfico y la delincuencia sino que además,
contribuirían a controlar aquellos medios de comunicación e individuos, que
difunden “ideas terroristas” que atentan contra la difusión y alabanza del
renacimiento de la “Apología del Autoritarismo Gubernamental
Así, vemos a
los experimentados políticos de la tercera o cuarta edad, resistirse a cederle
el paso a las nuevas generaciones, aunque los llamen jurásicos o momias
políticas, deben impartir sus conocimientos, pero sin olvidar que la tecnología
permite estar más al tanto de las transformaciones mundiales y las soluciones
aplicables a los problemas que afrontamos, que son similares en varias partes
del mundo. No es nuestro deseo menospreciar a los que sirvieron al país, a
ellos les recomiendan prácticas y análisis como ejercicios, para mantener sus
mentes ocupadas ya sea por razones médicas o por el simple hecho de sentirse
útiles. Aquellos que fueron y no volverán, califican a las nuevas generaciones
como párvulos en política, olvidando que fueron iguales ante expertos de aquel
tiempo, cuando hicieron sus pinitos en esas lides. Algunos a quienes les costó
un trabajo arduo y varios años para lograr posiciones cimeras en sus partidos
políticos, y destacarse en cargos de elección popular o como funcionarios, ven
con asombro la facilidad con que hoy entran al ruedo, cipotes cuyos apellidos
les han abierto el camino o el dinero que sospechosamente amasaron sus
protectores.
Los curtidos
en la lucha por servirle al país, actúan por todos los medios posibles, como
defensores de la democracia, criticando los miles de errores que, a su
criterio, cometen casi a diario, los hijos de “papi y mami”, como señalan a los
que sus padres abusando del poder y manipulando por años las “argollas
políticas”, han logrado insertarlos para continuar la tradición de familia
¡vivir del erario! Cualquiera de los que se hacen llamar “analistas políticos”,
puede revisar las planillas de candidatos a cargos de elección, donde
encontrará una patatera genealógica, y si logra escudriñar los cargos de
suplentes, encontrará que por lo general son refugio asolapado de los llamados
sarcásticamente “bebesaurios”, hijos o parientes de los poderosos del momento.
Lo ideal para
los analistas sería que integraran en sus respectivos institutos políticos a
cargos en la directiva, y que de vez en cuando compartieran sus experiencias
con las nuevas fuerzas, que inevitablemente se abren camino para servirle a la
patria. Algunos que se fueron creen que la gente ignora sus malas andadas, por
sus zambullidas en las arcas y quizás hicieron lo mismo en algún transitar por
el ámbito de la empresa privada, ¡quieren tapar el sol con un dedo! Y se
ofenden cuando se jactan de ser hombres exitosos, puros y honrados, mientras
alguien que los escucha esboza una sonrisa sarcástica y burlona.
El tiempo no
borra los pecados, solamente los embalsama, pero siguen vivos en la memoria de
los que, de generación en generación, los transmiten. Diputados que se resisten
a darles campo a los jóvenes, quieren morir en sus mullidos sillones del
hemiciclo, por el exceso de ingesta de café con pan, deberían descontinuar sus
forzados cacicazgos en las comunidades, donde ganan no necesariamente por los
votos sino por la contada. Estos dioses caídos, en batallas políticas,
arriesgan el triunfo de los candidatos a la Presidencia. El pueblo con toda
razón protesta diciendo: ¡Los mismos para lo mismo!, Tenemos hambre y el sueldo
no alcanza por la inflación.
De rodillas solo para orar a Dios, hay que estar. No obstante, estimamos que la mejor forma de hacer
política, es predicar con el ejemplo, quien ha dedicado su vida al bien, a
servir al prójimo sin intereses mezquinos, quien ha demostrado su valor y
dignidad en los cargos públicos o privados que ha desempañado; tiene todo el
derecho de reclamar el voto popular, y lanzarse al ruedo político sin temor;
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