Siempre dormía abrazado de mi mamá y mi dedo pulgar tocaba su dentadura cada noche. Jugaba con mi vista observando las cortinas que figuraban animales y caras de artistas femeninas, así aprendí a levantarme temprano y seguir caminando, no importándome los tropezones dados. Lo importante era lograr un amor infinito que me dejara llorar y recrear en lo que deseaba, era obtener lo que deseaba a costa de cualquier esfuerzo, no importando los sufrimientos y el alejamiento de mi padre. Siempre existirá una luz al final del camino y debemos aferrarnos a la vida para lograr tener un corazón noble, permitiendo reconocer nuestras debilidades. Lo fundamental es ser útil y decente, nunca desleal y traidor a los principios humanos. Debemos descubrir la decencia de los demás.
Nuestro diario acontecer es una vivencia accidentada que recorre millas y debemos ir sorteando con aplomo y una sonrisa los hechos dados como luces para nunca desmayar, es un modo representativo del túnel, para devolvernos luego un paisaje natural muy hermoso del camino floreado, representado en el amor. Es importante, que, Dios guíe nuestro camino para distinguir la mejor de las luces- en mi caso- reflejada en mi primera ilusión amorosa. Es un círculo entre mi madre y ella, comprendiendo que somos un todo, un solo sentimiento bajo una bandera filial de carácter amoroso. La vida no es un azar, exige disciplina como dedicación. Es un tranvía para viajar de manera armoniosa y comprender que las cosas buenas siempre han de transcurrir.
Existir es un cerrar como abrir portijos que alumbran el sendero para darnos una imagen de cuan magnéticos somos. Nuestra imagen es una porción de etiquetas bien definidas para lograr en nosotros un pensamiento único. De ella, surgirá la libertad metafórica de nuestra realidad para obtener un profundo sentimiento sobre lo que vivimos. Es una realidad en constante movimiento para generar actividad como conceptos similares, determinando un concepto claro de los objetos que nos rodean de una manera cotidiana. De esa manera, renovamos nuestros sentidos para lograr sumar un capítulo ya conocido de nuestras vidas, somos censores magnéticos de una realidad eterna movilizada en círculos para hurgar de una manera misteriosa nuestra relación con Dios.
Lo cierto, nuestra vida refleja una redondez amarrada en hilos estambrados para lograr exorcismos determinantes en una gran pasión, frente a los espejos cuánticos de un guión bien escrito por la parte creativa y la asistencia critica de un mundo contextual muy difícil de discernir por la ignorancia movilizada en nuestra memoria y expresada a nivel mental bajo una premisa conceptual multiforme.
Nos encontramos en un mundo totalmente cambiado. Son imágenes en seguidilla en torno nuestro, a un ritmo muy vertiginoso para descubrir en torno asimismo la falsedad de lo pensado, son detractores y defensores de una realidad alquímica que nos llevara a descubrir un grupo de comentarios corridos como reguera de pólvora, esperando todavía ser resueltos. Por lo pronto, somos reactivos ante un tatuajuelo en el seno, la nalga o en el pie. Nunca cambiare de opinión, porque hace tiempo no me encargo de darle lectura a la astrología.
El amor refleja una multiplicidad de colores, es dar inicio a un ciclo vital y la escritura busca construir una idea sobre ese sentimiento, cuya experiencia es una larga travesía, porque alguien nos acompaña con su pureza e inocencia en la lejanía. Atrás, deben quedar los prejuicios y miedos, debemos forjar nuestro propio carácter, tener un nuevo público, acabando así con las intrigas del pasado. Solamente, basta ver mis amigos(as) ante ésta nueva historia, tan característica de los humanos.
Sin duda, solemos desmitificar la idea, pero un instinto más agudo nos lleva a tener armonía con lo nuestro para lograr una mejor locación ante nuestra imagen en el universo constelar.
La madre, siempre atenta a nuestros dedos y juicios. Es un reto amar por siempre, nunca superaremos ese amor. Es necesario mentir para asumir retos y tener una relación placentera. Mentir, es decir siempre la verdad, ella algunas veces contamina y nos separa para volver a comenzar. Es amar para avanzar en círculos.
