Siempre fue una
relación desigual, aquellas noches, el teléfono
hacía sentir su sonido para cortos diálogos y tratar de adivinar la
imagen de quien hablaba. De verdad,
caminaba de un lugar a otro en la espaciosa calle que daba a la
residencia de mi hija, buscaba una manera de justificar mi vida y aprendí a
tratar a la gente con una frialdad despótica y estática, eso, lo aprendí de los
ingleses que administraban la Iglesia donde me congregaba. Miro, con avidez el rostro de mi amigo y siempre me largaba
con una taza de café para hablar con Sonia. Era una extraña ceremonia, le
llamaba para que me oyese, su voz era muy neutral, imparcial y helada. Una voz
que sin embargo reconocería en el próximo año.
Barquisimeto, me quedo
como una ciudad vacía, había alternativas diferentes para enfrentarme a la
ciudad, las calles con sus comercios y
panaderías abiertas, constituían el único reducto para lograr un brote de café y adquirir unos
litros de jugos y yogurt, antes de irme a la cámara del hotel. El Sambil,
siempre lleno de jóvenes viendo vidrieras, parecían hormigas en una sola
temporada, las mismas caras. Esta ciudad me convirtió en nómada, pero,
disfrutaba de su sol con sus grises, el calor no se hacía sentir por la misma
dinámica de la ciudad.
Una ciudad con otra
historia, dispersaba diferentes nombres, que, lo hacía nuestro. Iba allí por un
nombre que quise compartir, pero, algunas veces uno tapa y abre nombres, al
final solo recibe un mote. Es una sociedad muy lúdica, donde los varguenses y
caraqueños recibieron acogida y de hecho, constituyeron un viaje experimental
donde recibieron un santoral y las vacilaciones de algunas culturas. Lo
característico de allí es la angustia de su gente, picardia, incertidumbre y el
sentimiento de la inseguridad.
Capte distintas
imágenes de la ciudad. Quizás distante y fugaz. Constituyó el punto de arranque
para viajar cada mes, buscando formar mi
segundo nido, En el tiempo, fue una saga, tomé nota en mi diario cada día,
ahora lo doy a conocer. El Hotel Yacambú me dio albergue por un buen tiempo. En
los primeros meses pase apuros, deseaba
encontrar una mujer fuerte que supiera llevar mis cosas y sin apuros. Tratando
de llevar una metodología, no vacilante ni inesperada, sino que se le viese un
gesto de confianza.
Trato de redefinir que
es un ser humano, cuales son sus herramientas, como debe enfrentarse a las
termitas dela vida, Me llevo mucho por la antropología física y espiritual, me
gusta llevarme por la premeditación humana, organizar cada descubrimiento,
hacer las observaciones, luego interpretar sus emociones. La regla jamás ha
sido corta, siempre es larga. Siempre he estudiado la conducta humana, una
expresión fuerte que recibí en una oportunidad es que me querían, mas no
amaban, como sí fuese un animal de campo, pasé por este aprendizaje,
acordándome en mi desarrollo como escritor y periodista en el Diario Hora Cero,
cuyo editor Guillermo Antón Santana me dio a conocer la energía que se perfila
en los temporales, porque, nuestra existencia es así, no hay a quién creerle.
En Barquisimeto,
me hice un hábitat en círculos como los chimpancés. Vi la viabilidad en cortos
espacios, los sanitarios y la geografía, todo lo que implica el territorio que
me sería útil. El mundo, ha venido cambiando para mí, soy un astuto recogedor
de datos, el apartamento donde resido, tiene una infinidad de notas que va
conformando mi realidad y el tiempo me viene revelando esa realidad. De joven,
llegaba a ésta ciudad en un VW escarabajo a ver mi sobrino, hijo de una reina
del Cardenales de Lara. Años atrás, la gocha Vivas a su paso hacia los parajes
andinos indicó que uno de sus sueños era tener en propiedad un apartamento en
esta gran comunidad multicolor, donde el cielo se transforma en luces, un
verdadero crepúsculo. Una ciudad parque diría yo, donde mis cenizas como
fertilizante dejo en un largo paso su sombra entre los efectos de la gran
capital. No perdí, ningún registro de información En la noche, prendía la
televisión, tomaba mi regla de cálculo y mi imaginación colocaba en el cuaderno
cualquier registro
que ahora, sistematizo para ahora. Lara como Estado, es un
lugar efervescente para toda investigación.
La gente, se mueve sin
prisa, cruza las calles, yo con mi hoja de control urbano, el lugar para dormir
es tranquilo y muy familiar, animales inofensivos alrededor y pocos buhoneros,
una panadería que expendía toda la prensa regional y nacional, más adelante,
otra venta de pan, donde los muchachos me atendían bien y las dueñas cuando no
estaba acompañado me obsequiaban un café, siempre en un relax y diálogo muy
profuso, son europeos. Aprovechaba para hablar en francés algo, de verdad, les
gustaba este trance de intercambiar
pensamientos en francés.
Siempre, la llegada a
una ciudad es un hallazgo, empecé por Yaritagua y termine en un hotel. Veía que
no tenia sentido, pero, la realidad fue otra experiencia. El recuerdo, nos trae
imágenes muy fugaces y siempre habrá la hipótesis de quién respalda nuestras
evidencias al paso en éste mundo terráqueo, la participación humana es muy
interesante y, es lo que tratamos de rescatar en este nuevo contexto
geopolítico, lo importánte es alcanzar el éxito con una linea de argumentación
válida. Hay que descender a las profundidades de nuestros recuerdos para crear
pensamientos concretos. Es una fiel alianza entre nuestra sobrevivencia y los
argumentos de nuestros antecesores en cuanto a la megafauna.
Los seres humanos, en
general, son un tipo de animal nuevo en el planeta, que, tiende arruinar
ecosistemas y a destruir su propio futuro. Es una cuestión coyuntural.
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