Escritor- Filósofo


"La niebla es un paso del camino entre una certeza y otra certeza, jamas he caminado entre cargas y visiones falsas, debemos aprender a caminar en el umbral del camino con nuestro maestro espiritual o gurú. Debemos aprender a desafiar a la muerte y dominarla. Amar es un desafío espiritual." Emiro Vera Suárez

Todo cambia tan abruptamente. El tiempo y la vida con su paso solo develan la crudeza, solo caminan para agotarse, para hundirse ante nuestros fallidos intentos de entender algo.

Juan Carlos Vásquez Flores

sábado, 14 de junio de 2014

HAY QUE TOMAR PARTIDO


Ana Eli Patiño O.
Junio 2 de 2014

Vuelvo al ruedo atizada por las diferencias de opinión, pero sobre todo por la urgencia de debatir sobre nuestros intereses políticos antes de elecciones, como simple ciudadana comprometida con el futuro de la democracia y convencida de la necesidad de ser más partícipes en ella.
Planteo tres premisas:
1.       el voto en blanco y su nulidad
2.       los candidatos y sus diferencias conceptuales
3.       el país y su futuro
Le oía decir a Patricia Lara, que: “al no tomarse partido, se está tomando partido” y estoy convencida también de ello.  Cuando no es uno ni otro, se está tomando partido por NADIE; Por UN no me importa lo que pase; un da igual el que gane, aquí todo está perdido, nadie sirve, esto no hay quien lo pare, sálvese quien pueda, corra y váyase.
En cambio, al tomarse una opción u otra, -que no son la misma cosa aunque parezca-, se está escogiendo un camino, una legítima aspiración y se asume un compromiso por ese destino pierda o gane.
El voto en blanco fue válido en la primera vuelta. Era la oportunidad del cambio. Pudimos los colombianos cambiar a todos los candidatos con él. Sin embargo, sólo llegó al último lugar. Ahora, el voto en blanco no decidirá nada distinto que la opción entre los dos candidatos que pasaron. La ley no contempla una tercera vuelta, ni nuevos candidatos.
Así las cosas, no me explico cómo algunos piensan que votar en blanco en la segunda vuelta pueda ser constructivo o una salida válida para el país; cómo creen puede ser viable la expresión de un inconformismo y descontento desfasado. No sé qué  de bueno tiene asumir una posición personal de negación de la realidad.   ¿Acaso no nos dice ya suficiente la abstención?
Para qué ir a votar entonces? por egolatría? por la satisfacción personal de expresar el descontento? Vale la pena actuar así, a sabiendas de que nada aportará a la realidad colombiana? Será cierto que no importa: gane el que gane?; da lo mismo uno que otro?; será más importante y útil  mi auto gratificación que nuestra gratificación?
Uno puede meterse goles  y hasta autogoles si se mantiene en la jugada, si se arriesga a continuar, si sueña con el SI se puede.  Así al menos, si se pierde algo se gana, como diría Maturana.

En cuanto a que son la misma cosa Santos y Zuluaga, pienso que tampoco; la S no suena ni pinta igual que la Z mírese por donde se mire. Revisemos más a fondo  en las diferencias, por ejemplo  en torno a la paz, que son las que más claramente se han debatido públicamente desde el comienzo.
-          Santos se propuso y logró sentarse a negociar la paz, desde el 2012; y no lo hizo sólo, ni a espaldas de los colombianos, sino con destacadas personalidades de este país y con numerosos aliados internacionales, a pesar de la apatía, de las críticas o el descontento interno. Con Zuluaga, olvidando su rígida postura durante la primera vuelta y a pesar de su viraje moderado, es difícil e incierto creer siquiera en la continuidad del proceso.
-          Santos lleva ya casi 2 años ganados, dando pasos congruentes y visionarios en un proceso que nunca antes había avanzado tanto tiempo y logrado algún acuerdo.  Zuluaga llegaría con un equipo nuevo, con unas cartas de exigencias que llevarían a comenzar de nuevo, desconociendo lo alcanzado.
-          El gobierno de Santos ha alcanzado hasta ahora acuerdos en 3 puntos básicos e importantes  del tema con los insurgentes que no tienen precedentes. Ha mostrado  una estructura probada, un ritmo parejo, unos resultados visibles de avance. Su contraparte, tendría que montar a toda marcha un andamiaje, un equipo, unas propuestas que no ha consultado y ponerse al día con su grupo y con los otros. A todas luces inadecuado, e inoportuno.
-          Santos partió de la tesis: “hay un conflicto interno, estamos en guerra”; Zuluaga no lo ve así, y lo desconoce; para él lo que hay son unos delincuentes alzados que hay que combatir hasta la muerte.
-          Santos ha usado y sigue hablando un lenguaje incluyente y tolerante que lo hace ver más como estadista y pacifista;  Zuluaga con su errática posición a favor del endurecimiento de las condiciones para abordar la paz, y en abierta crítica o en contra de las contrapartes (guerrillas, otros) se muestra más como líder fulgurante, prepotente y guerrero.
-          Santos, se apartó de un camino diplomático azaroso y peleonero que traía el presidente anterior y que nos había llevado a malas relaciones internacionales.  Zuluaga es fiel representante del Uribismo en su postura frente a otros gobiernos con sistemas políticos diferentes, qué podemos esperar?
Así pues, los colombianos si debemos tomar partido y a consciencia.  Y hablo más para los indecisos, los indignados, los apáticos; -esos en abstención-, que para los que están del otro lado, o la otra orilla del neoliberalismo salvaje.
Colombiano indiferente es momento de despertar y crecer;  de hacer un esfuerzo por ver más allá de nuestro interés o comodidad y comprometerse más con el destino común que nos convoca.
Nos debemos a la construcción del camino de la paz como punto de partida de un futuro posible y soñado.  A la consolidación de un mejor mañana por las vías del entendimiento, la concertación y el acuerdo.

Colombia merece que dejemos de pelearnos porque unos sean los buenos y otros los malos;  porque el ayer nos persigue, atemoriza y atormenta llevándonos de vuelta a él; porque unos tengan derechos ganados y los otros traten de alcanzarlos arrebatando  y apropiándoselos. Hay que salir del camino del que pegue primero y más fuerte; y dar un paso más, uno gigante de fe y esperanza.

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