Emiro Vera Suárez
La economía está perdiendo su
función primitiva y los analistas buscan captar un nuevo escenario para
encauzar un trayecto tecnocrático que
determine y clasifique rutas y recetas
para que surta los efectos deseados en las concepciones de bienestar
social y acción política, dos concepciones que el mundo socialista bolivariano
no ha logrado conciliar. Es manejar los
criterios populistas y nacionalista para evaluar una matriz de credibilidad
hacia el pueblo.
El caso de Francia es explosivo. Maneja un conjunto de partidos
antieuropeos y se presta al juego estadounidense sobre tierras Santas y Jerusalén. De verdad son
extremistas y pensaron que los norteños le darían una participación del 35% por
ciento sobre gas y petróleo libio. Mientras Marine Le Pen aglutina algunas
encuestas y los colectivos vienen dándole toda la ayuda necesaria para ir más
allá de una simple manipulación política, desea tener una buena
representación al parlamento francés,
Europa viene equivocándose de toda percepción económica mientras este al lado
de los británicos y estadounidenses.
Ya los votantes no quieren aceptar más aventuras que dañen su prestigio
como elector y ciudadanos. Simplemente desean una mejoría económica. El asunto
es el manejo del presupuesto y el desbarajuste europeo, Bruselas así lo hace
constar ante sus aliados y España. Hay un rechazo sobre el manejo de las
estadísticas de carácter bursátil.
Barack Obama, (Premio Nobel de La Paz) rige un gobierno imperial a la
deriva, refleja en su condición de presidente su más baja cota de popularidad,
su economía no puede ser restrictiva. Lo que viene aplicando un nuevo escenario
hacia Venezuela, quién registra un alto índice inflacionario globalizado. Viene
captando su nueva realidad, frente a una Europa, donde el Fondo Monetario
Internacional, (FMI) arropa una proyección de dificultades hacia Japón, Brasil
o Rusia.
Todos los estímulos lo viene recibiendo Alemania, lo que implica que el
mercado europeo no es muy interesante. Aunque el euro es muy interesante. Todo,
lo catapulta la liquidez bancaria y los créditos del sector privado, Una
liquidez que no llega al mercado sino en cuenta gotas y a tipos de interés muy
elevados. Basta ver como muchas pymes en España logran crédito con enormes
dificultades y a tipos de interés del orden del siete por ciento. Una situación
que viene, de alguna manera, avalada por el propio Secretario de Estado,
director de la oficina económica de Moncloa, que asegura que el crédito ha de llegar
a los empresarios "con buenas ideas". Un término económico de difícil
valoración. En este contexto, puede pasar cualquier cosa. Y es que el futuro no
deja de ser un arcano indescifrable. Lo que sí parece claro es que ese futuro
sólo será mejor si el espacio político se reduce y el peso de los Estados
disminuye. Sólo el protagonismo de una sociedad civil activa, informada y ágil,
será la verdadera garantía de futuro.
En Venezuela, se debe hablar de nuevas realidades. El Estado, debe
disminuir su burocracia y dejar de proteger
ciertos niveles de protección pública que desencaja con la actual
economía globalizada y nos cuesta muchos dólares de inversión y sostenimiento.
Eso sí, debemos aportar dinero al empleo juvenil y alimentarlos con votos y
compromisos sociales. Es para todos.
Lo cierto, hay que ajustar precios y ser claros, congelaros
hasta un tiempo previsible, hasta lograr unificar las tasas de cambios y asumir decisiones ciertas para lograr describir todo el proceso y ver hasta qué punto el dólar está verdaderamente controlado y, como se mueve la conducta humana en ciertos sectores de nuestra economía para tener a la mano verdaderas actuaciones económicas. Es un esfuerzo que debe hacerse en el campo científico para lograr una teoría que abrace lo macroeconómico y señalar una acción eficaz al respecto.
El gobierno bolivariano de Venezuela debe aceptar su responsabilidad y
observar el efecto de las medidas tomadas en el campo económico, dependemos del
dólar, no del Yuan o Euro.
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