La Tecla Fértil
los
venezolanos, en alguna vez de nuestra historia política hemos sentido la
presencia de un paramilitar a nuestro lado o, en su defecto en nuestra
comunidad. incluso, se han atrevido a apoyar a algún señor como candidato a un
puesto público. el modelo de trabajo es crudo y refleja sus reportes en años,
cuando observamos los régistros de muerte en nuestra comunidad. en éstas
planificaciones se mueven millones de dólares, porque se han establecido en la
economía del sur, manteniendo sus fuentes tradicionales de financiación:
narcótrafico y extorsión. los militares y agentes de cuerpos de seguridad del
estado en oportunidades son infiltrados y no colaboran con el orden establecido
en la constitución bolivariana, ejercen sobre ellos presión hasta corromperlos.
el
principal objetivo de los paras, es mover su dinero hacia economías legales de
la región para evitar extinciones de dominio, realizan hasta trabajos de
inteligencia, haciendo sus recorridos por la ciudad para controlar territorio,
hurtar vehículos y llevar a nuestros jovenes al camino de las drogas,
contaminarlos.
Es
interesante mirar como en un mapa, los
desplazamientos de la presencia paramilitar y las zonas de ejecución de éstos
grandes macroproyectos en las zonas de Antioquía, Magdalena medio, Choco,
Darien, departamentos de Boyacá, Casanare, Arauca, Meta, Norte de Santander,
Táchira, Mérida, Apure, Trujillo, Zulia, Bolivar, buscan establecerse en el
centro de Venezuela,( Carabobo, Aragua, Miranda y Distrito Capital). Generando
Fenómenos de desplazamiento.
La
idea central del paramilitarismo, es crear zonas de exclusión y control para
ejercitar y sostener a su ejército conformado por mercenarios y terroristas. Es
un proyectpo político a largo plazo con la ayuda de sectores particulares del
derechismo venezolano, cuyo fín es enquistarse en los ayuntamientos e
instituciones locales. Sus hombres vigilan el ejército y los cuerpos
policiales, conocen que nuestros agentes son muy jóvenes y fácil de penetrar
ideológicamente y vienen costruyendo una estratégia de legitimación de
capitales como social. Desalojan campesinos, generando procesos de
relatifundización de tierras en diversas zonas agrarias del país. Ahora tienen
una relación con el narcótrafico.. El paramilitarismo es el fenómeno
militar, social, económico y político de mayor crecimiento en los últimos años,
de mayor efectividad criminal en términos del ejercicio de las prácticas del terrorismo.
Desplazaron a la guerrilla de importantes regiones del país, transformaron
sustancialmente las relaciones con la población, aniquilaron la resistencia
social y la oposición democrática de la sociedad civil, se convirtieron en
nuevos agentes de la acumulación capitalista generando en el campo el fenómeno
del desplazamiento forzado y por esa vía la refundación de chacras y haciendas ganaderas y la
implementación de grandes proyectos agroindustriales, bajo su tutela.
En lo fundamental este artículo sobre la economía de guerra del
fenómeno paramilitar en Colombia y Venezuela, lo que busca es establecer una
perspectiva de análisis de la injerencia del fenómeno en el conjunto de la
economía de la nación, definiendo los posibles actores y sectores articulados
de forma directa e indirecta al proceso de financiación de la presencia
paramilitar, en contextos de territorialidad, que desbordan la lucha
contrainsurgente y se inscriben en las propias dinámicas del crecimiento
económico y el desarrollo regional. Porque hay una inercia estadal, un ejemplo,
los amigos del delito se llevaron en
quince días un promedio de nueve carros de familias humildes en el
Centro Comercial Madeirense de La Isábelica y los cuerpos policiales no han
actuado en investigaciones y a dos kilómetros existe un punto de control con un
fiscal de tránsito y seis PNB exigiéndoles
documentos a honestos padres de familia que se dirijen a la zona industrial a trabajar.
Es una verdadera contradicción y los cuadrantes sin soportes de vigilancia, ni
un orden de información de lo que sucede en la zona.
Los grupos paramilitares, como estrategia de guerra, unieron la lucha
antisubversión con la industria del narcotráfico infiltrándose al Estado en una
sola concepción de la guerra irregular de derecha que fue construyendo
corredores paramilitares, territorialidades propias, zonas de consolidación del
fenómeno, y la irrupción de paraestados locales, que se fueron
entrelazando hasta convertirse en un fenómeno nacional de poder. En Colombia, Los
paramilitares han contado con el apoyo de amplios sectores empresariales,
hacendados, ganaderos, comerciantes, instituciones de seguridad del Estado Colombiano-F.F.M.M. y de Policía-, Fiscalía y
gobiernos locales y regionales, tienen una significativa representación en el
parlamento colombiano, (Álvaro Uribe Vélez) y una profunda afinidad con la
actual administración y la concepción de estado comunitario. Su proceso ha
permeado importantes sectores de la población que los apoyan y los consideran
autoridad. Han demostrado la efectividad del crimen y el terror como
instrumento de control social y político y de acumulación y defensa de la
riqueza.Saquearon
los recursos destinados a la salud pública hasta hacerla fracasar, le cobraron grandes
sumas de dinero a compañías
estadounidenses para asesinar a sus sindicalistas, utilizaron los juegos de
azar para controlar los procesos políticos, se adueñaron de las regalías del
petróleo y el carbón.Durante los años noventa y hasta 2007, los grupos
paramilitares de extrema derecha, organizados en las Autodefensas Unidas de
Colombia (AUC), no sólo se financiaron mediante actividades de narcotráfico.Lo
que sólo ahora se sabe, y ha sido documentado hasta el detalle por los
investigadores de la Corporación Nuevo Arco Iris (CNAI) en su libro La economía de los paramilitares. Redes de corrupción, negocios y
política (Debate,
Bogotá, 2011), es que más allá del contrabando de drogas, estos grupos armados
penetraron hasta una profundidad insospechada en numerosos sectores de la vida
económica de su país y de Venezuela, ( DAKTARI), desviando recursos aún no
cuantificados, pero que se estiman en miles de millones de dólares. Gran parte
de este dinero fue reinvertido en promover la violencia que ha sangrado a
Colombia y Venezuela
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