Fuente Literaria/ Emiro Vera Suárez
He fracasado, tengo los dientes trancados y fruncidos,
ante tu engaño. Es así de triste, tener
los dientes hasta la mitad, como si fuesen un cristal. Esa tarde, abandone tu
lugar y fui hasta la cochera, subí al tranvía y pase por los viejos patios
llenos de mangos. Casas abandonadas y, que ahora son depósitos d maquinarias y
alcohólicos que cubren el camino hacia San Esteban, pueblo, llevan en sus
maletines algunas cosas para sus ventas fraudulentas. Luego de bajarme del
tranvía, tomé la bicicleta y ya, me he tomado cinco botellas de vino portugués,
robados dela sacristía., porque el destino, así lo ha permitido.
Ya mi ropa esta descolorida, tanto esperarte, no deseo
vayas a ningún lugar con otro hombre. Jamás, quise decir nada. Pero, ahora
tengo un rostro cetrino y, estoy furioso con Dios, es más lo reto. El aire, lo
siento amargado, se apesadumbra y me indica, lo que tengo que hacer, pero, la
vida, hay que cerrarla como una llave.
El existir siempre he, no he fracasado. Siempre es la misma experiencia. Uncido, he
estado sentado en la silla. Todo esto, ha sido un pensamiento, llevó mi vida en
el Cerro Azul, con mucho olor a agua, siempre me acuerdo de tu vestidura al
aire, sin blúmer. Recordé tu espalda suave y perfecta, me dejaste exhausto. Lo
interesante es que nadie percibió tu perfume,, solo las gaviotas que vinieron de un pueblo argentino. Somos burbujas, así flote
a otro lugar, bajo tu traición.
Siento escalofrió en el Cerro Azul.
Todo es silencioso, y el faro alumbra
Las aguas de tu alma.
En el callejón, del jardín de tu corazón,
Rayos del silencio que escondió luces en mi corazón.
Dame la oportunidad de crizar el camino.
El jazmín, reverdece, pensando en el mar.
Es el reloj del tiempo.
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