La Tecla Fértil
La destrucción de
las empresas privadas, es un error grave de aquellos países que piensan
controlar sus respectivas economías, a través del Estado. De verdad, el
modernismo, nos ha llenado el conocimiento de un conjunto de fábulas inciertas
que quebranta el quehacer diario de los humildes, se exige y necesitamos vivir
más en libertad.
El terror, hambre,
pobreza es un nuevo precedente en la cultura económica latinoamericana, bajo la
demagogia del Tío Sam y el sentido colectivista de algunos Estados
progresistas, pero, sus dirigentes políticos que orientan sus niveles
geopolíticos y territoriales han caído en esa fabulación y se han olvidado del liderazgo
que ejercen sobre el pueblo. Claro, me refiero a la demagogia estatista. Nos
encontramos ante el fracaso de la socialización forzada de la economía. No hay
Guerra Económica, hay bandas y mafias que destellan la utopía del paraíso socialista
e infligen la realidad de seducir a las masas ingenuas, incluso utilizarlas en
el campo militar.
Mao Tse Tung, dejo
las zonas industriales intactas y revolucionó la estructura del Estado desde lo
cultural para posesionarse en la buena fe del pueblo para determinar una
ideología. En Venezuela. - mi país- se acaba de sancionar al director de
orquestas, Gustavo Dudamel, suspendiendo una serie de conciertos en Nueva York,
sí estamos en la verdad, reorientemos esas presentaciones hacia Suramérica y
veremos unos resultados más positivos. Son postura elefantiásica y de
ignorancia. Pero, la mayoría de los gobernantes venezolanos y tren ejecutivo
vienen de una elite de la vieja partidocracia y han llegado a acuerdos con la MUD-
oposición.
Agigantar el sector
público es un craso error, porque fenece la inversión y las horas útiles en
función laboral, Fidel Castro Ruz, Ernesto Guevara de La Serna y Raúl Castro,
supieron disciplinar al pueblo cubano y no le entregaron armas, forzaron la
República hacia una socialización y allí le vemos, en estos momentos,
articulando sus políticas a nivel mundial.
Todavía hablamos de
democracia, aunque hay una situación de emergencia, fomentada a nivel militar
al tener control de los poderes agroalimentario, fiscal y fronterizo. Siempre
es bueno, levantar la cabeza y analizar algunas situaciones. Ahora, las
comunidades somos víctimas de ese error, el mal llamado pacto cívico- militar,
eso, constituye una falsedad.
Estamos, todavía en
democracia, hay que fundamentar y propiciar la concreción de un modelo de
desarrollo económico que, nos permita consolidar el Estado social de derecho,
haciendo viable la democracia participativa y la construcción de la paz que, es
fundada en la justicia conmutativa y distributiva. La democracia y la paz, solo
se logra en un desafío legal, llevando al hombre al campo y en un marco de
respuesta integral, lograr la restitución de tierras a campesinos, despojados
de las mismas y que ahora, se encuentran inutilizadas. Hay que cumplir con los
pactos y acuerdos consagrados en las leyes de la República Bolivariana de
Venezuela. Se nos viene creando una conciencia hacia la ilegalidad, una
mentalidad que determina ciclos de violencia. Mao y Fidel, pensaron de otra
forma, los caprichos del gobierno norteamericano, los llevaron a aplicar
medidas más contundentes. Es fundamental, acompañar el pensamiento democrático
con un conjunto de reformas progresivas que forme al hombre, más allá de su
campo social, en tener una relación sólida y profunda entre revolución y
democratización de las libertades económicas, individuales y colectivas.
La Asamblea
Nacional Constituyente, se ha desviado en sus objetivos y fines, con ciudadanos
sin ideología política y un grupo o club del pasado, buscan es acorralar y
fundir a ciudadanos en círculos cerrados de desesperación y angustias, en vez
de avanzar hacia el mejoramiento constitucional del Estado, modificando leyes,
como la nacionalización de la banca, disminuir el número de entidades
bancarias, es decir fusionarlas y dividir el capital para que no se quebrante
los programas financieros, tal como sucedió con el Banco de Los Trabajadores de
Venezuela y el Industrial.
Indudablemente,
América Latina, tiene que ampliar su formación política y sus estructuras
democráticas y, de esta manera impulsar el desarrollo y construcción de la paz,
hay claves para ello y el presidente, Nicolás Maduro Moros debe focalizarlas
con razonadas argumentaciones y análisis geo territoriales para evitar la
injusticia social y comunitaria.
Tenemos, verdaderos
delincuentes en la administración pública que, implementan políticas
macroeconómicas que generan crisis en una acción económica de contexto. Hay que
delinear y cristalizar la paz con producción industrial, agricultura y
reformulaciones estadísticas de un crecimiento sociopolítico. Ese crecimiento,
representa una cultura y el replanteamiento del sistema educativo para así,
consolidar una nueva cultura en torno a los derechos humanos. Desde la niñez,
nuestros jóvenes deben recibir una educación militar, cívica, política y de
respeto. Son espacios que debemos alcanzar y desarrollar para tener equidad en
el poder y no, que se formen clubs, como vemos hoy. Debemos ser pluralistas, constructivos
y recreativos para la paz y el desarrollo de las empresas públicas y privadas,
que, deben ser observadas por el Estado y deben ejecutar su capital para la
competencia y garantizar la viabilidad de los productos domésticos y
alimenticios comercializados.
Hay que dejar
atrás, el asedio sistemático a los adversarios de la revolución, sí deseamos la
paz. Nunca, debemos llegar a los extremos del vértigo, no sacarse los trapitos
al sol para escupir horrores, allí se encuentran las leyes y abogados para
darle celeridad a los casos por delitos de corrupción, compadrazgo, extorsión o
de índole político. Para nadie es un secreto, la actitud de algunas empresas
españolas y colombianas en prestarse a un doble juego político en Venezuela.
Pero, dejemos la
crueldad. El asunto, es de sobrevivencia y de nivel de vida, algunas compañías corporativas
fantasmas abusan de la sensibilidad de quienes habitamos éste hermoso terruño
patrio.
La verdad es que
Venezuela fue, por 40 años (1959 a 1999), una democracia ejemplar y un país próspero
al que inmigrantes de todo el mundo acudían en busca de trabajo y que, tanto
los Gobiernos “adecos” como “copeyanos”, dieron una batalla sin cuartel contra
las dictaduras que prosperaban en el resto de América Latina. Mucha gente progresista fue horriblemente
asesinada y violentada en sus derechos civiles y penales. El presidente Rómulo
Betancourt – en aquel, entonces- intentó convencer a los Gobiernos democráticos
del continente para que rompieran relaciones diplomáticas y comerciales y
sometieran a un boicot sistemático a todas las tiranías militares y populistas
a fin de acelerar su caída. No fue respaldado, pero, décadas después, su
iniciativa acaba de ser reivindicada por la Declaración de Lima, en la que,
invitados por el Perú, todos los grandes países de América Latina —Brasil,
Argentina, México, Colombia, Chile, Uruguay y cinco países más de la región—
además de Estados Unidos, Canadá, Italia y Alemania, han decidido aislar al
gobierno bolivariano de nuestro presidente Nicolás Maduro Moros y no reconocer las decisiones de la Asamblea Constituyente con la que el régimen trata
de reemplazar a la Asamblea Nacional
donde la oposición detenta la mayoría de los escaños.
Pero, todo ello, se
lo debemos al Capitán(a) y constituyentita, Diosdado Cabello Rondón, cuando
ejercía la presidencia del fenecido Congreso Nacional, hoy, Asamblea Nacional.
No eligió a tiempo a los miembros del Consejo Supremo de Justicia y no llamó a
La Constituyente, como estaba prescrita, en el programa originario y escrito
por el comandante y presidente bolivariano, Hugo Chávez Frías. Por aquí, es que
debemos hilar, esta historia contemporánea del país.
las Naciones Unidas
ha denunciado, a través de su Alto Comisionado para los Derechos Humanos, las
torturas a las que la supuesta dictadura venezolana somete a los opositores
desde hace varios meses, que incluyen descargas eléctricas, palizas sistemáticas,
horas colgados de las muñecas o los tobillos, asfixia con gases, violaciones
con palos de escoba, detenciones arbitrarias e invasión y destrozos de las
viviendas de los sospechosos de colaborar con la oposición. Y que más de 5.000,
(2014- 2017) personas han sido detenidas sin ser llevadas a los tribunales, las
fuerzas de seguridad han asesinado a medio centenar en las últimas
manifestaciones y las bandas de malhechores del régimen, llamadas colectivos
quebrantan la ley, digo esto, para que veamos como un desliz en el ejercicio
del cargo, provoca toda una polvareda que acaba de llegar a un límite con los
anuncios de Trump y los ejercicios militares de ciudadanos y milicianos
venezolanos.



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