Escritor- Filósofo


"La niebla es un paso del camino entre una certeza y otra certeza, jamas he caminado entre cargas y visiones falsas, debemos aprender a caminar en el umbral del camino con nuestro maestro espiritual o gurú. Debemos aprender a desafiar a la muerte y dominarla. Amar es un desafío espiritual." Emiro Vera Suárez

Todo cambia tan abruptamente. El tiempo y la vida con su paso solo develan la crudeza, solo caminan para agotarse, para hundirse ante nuestros fallidos intentos de entender algo.

Juan Carlos Vásquez Flores

sábado, 19 de agosto de 2017

Muerte en los laboratorios de mutantes.

Fuente Literaria/ Relatos de Ciencia Ficción/ 01.01

Avance en silencio por la callejuela y tomar mis lentejuelos para proseguir mi camino hacia el edificio central para dar mis últimas clases del día. Pero, una extraña sensación, hizo cambiar mis propósitos del día y accedí que mí copiloto guiara la nave, hacia el Monasterio. Empecé a lametearme el dedo, como lo hacía desde pequeña edad.
Mis retinas, abrieron más y sentí latir mi corazón, me miré a un espejuelo en uno de los pasadizos y, logré entrar al gran salón. Las luces me enceguecieron y sentí un arañazo en plena oscuridad, en el tiempo que tengo volando con modernas aeronaves, jamás pude sentirme nervioso. Al encender las luces y desenfundar el arma con rayos láser, pude darme cuenta que el espacio ha sido reutilizado para un gran dormitorio, tuve que salir rápidamente y dirigirme al balcón para manifestarle a mi acompañante que apagará la nave.
Rióse, tomo un cigarrillo y se fue a descansar al cuarto de las amantes. Mí misión era buscar mi alma gemela. En una cama de cristal, había sido llevada a este planeta y en mi corazón, sentía la necesidad de resucitarla, pero, antes de seguir la búsqueda, me así de una jarra de barro y vertí en él, una porción de vino.
El gran problema, es que Grossim, era una felina que siempre se extraviaba, pero, cuando era encontrada, sus escamas se enfriaban y se victimizaba para que no viese, la lucecilla que siempre andaba con ella, una luciérnaga, apodada, Xicoamli.
Lo demás, era rutina. Ir al gran edificio a trabajar, tiene tres piso y ocho salas de baño, casi quince laboratorios. Es, una especie de laboratorio para la creación de mutantes y experimentos de microbiología de La Galaxia.
Tomé el arma y varita de madera, pasé por la cocina a beber té y fue una búsqueda fogosa, ya al anochecer, la encontré ensangrentada sobre una cama, en medio de sus ropas, afiches, relojes, perfumes y una vieja hoja de ruta. Ella, fue preparada en este laboratorio, su muerte era segura, pero, fue reanimada bajo los efectos del titanio y, desde ese momento, es mi compañera de llevar los gráficos y mapas en la aeronave. Tenía que preparar todo, la intervención al campamento es pronto y nuestro ejército se estaba revitalizando, más allá de nuestra galaxia.
La asesina sonrió. Miró con curiosidad a su lado, limpio el filo de su cuchillo con su pañuelo que la identificaba con su navegador y tenía suscrito un código, su corazón latía y se cortó las venas, totalmente  abiertas, la sangre fluia y entonces, note la humedad de su sangre. Era una mutante, con capacidad de tele transportarse, más allá, su victima, pálida e inerte iría al horno crematorio y su foto enviada en drones a su planeta originario, considero que se había librado de ella, una cacería de años. La víctima se le parecía, estuvieron juntas en el laboratorio y lucharon juntas en una misión. Las luces se fueron apagando, en este espacio terráqueo no hay ley, tomé a Grossim de la mano y me la llevé inmediatamente a la nave, aislándola y Xiarra en otro cuarto continuo y  le llevé unos fármacos y estructuras para que se realimentara, según su código, la necesita para la otra batalla por venir, pero ya los grupos de ancianos del universo, tomarían otra decisión, la de libertar los campamentos.
Regrese, esa misma noche a las montañas. El viaje seguiría a pie con los minotauros y centauros.               




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