Es evidente que la vieja
izquierda radical, se encuentra fuera de los movimientos de los nuevos
pseudoprecursores del progresismo suramericano. Es claro, el populismo viene
haciendo un daño atroz y las propuestas gubernamentales poco se cumplen,
creando una situación de inseguridad, como angustia para la población, sobre
todo, la venezolana donde el centrismo socialista que se dice democrático, solo
desea ejecutar sus propias premisas. Los criterios ideológicos modernos poco
son absorbido por las argumentaciones de los nuevos liderazgos. Originando una
clientela electoral que hay que darle prebendas y regalos. Es la ley del
péndulo.
Ahora, domina el pragmatismo económico, Pero
esa fortaleza ahora está en peligro por la indefinición del gobierno actual en
las políticas sectoriales productivas y los relativamente pobres resultados en
materia social, todo lo cual ha debilitado electoralmente a la izquierda y la
opción continuista en el poder. A pocos meses de unas elecciones locales o de gobernaciones y departamentales,
( Alcaldías), se busca un centrismo democrático, no importando los bandazos de
fondo, porque cualquiera se piensa líder y todo, es en base a una programación
económica- política que exige madurez para manejar acertadamente los programas
ya establecidos por el Comandante Hugo Chávez Frías en la década de los
noventa, los partidos del Gran Polo Patriótico, (GGP) y de la derecha, (MUD)
solo determinan un seguimiento, porque sus actuaciones son controladas por el
partido electorero, Psuv.
Es un panorama de desconsuelo.
Se busca una moderación para Latinoamérica, el
país más afectado es Venezuela por su aliento de no regirse por un proyecto de
gobierno ya establecido, algunos venezolanos solo prometen colaborar si regresa
la verdadera democracia, me refiero a pequeños empresarios e industriales. En
medio de la difícil coyuntura, todavía la sombra de algunos escándalos bordea
la vida de algunos familiares de dirigentes que perdieron su perspectiva
política, pero insisten en su burocracia y vivir como plenipotenciarios.
Los discursos ya no lucen optimistas y la
calidad de vida ha bajado de nivel, puro prometer y ofrecer, todo luce
limitante y el empleo, como pieza fundamental del futuro es poco defendido.
Necesitamos defender y fomentar la inversión, emprender e innovar en los planes de un ambicioso plan de
infraestructura pública y privada.
Uno quisiera poder escribir en estos días una
columna optimista, destinada a trasmitirle a nuestros lectores un mensaje de
verdadera esperanza, sobre la posibilidad real de un futuro más provisorio,
Pero, infortunadamente, desde hace algún tiempo la mayoría de las noticias solo
nos invitan al desconcierto. Así las cosas, nuestra actividad reduccional y
docente pasa por uno de sus peores momentos, por una de sus épocas más turbias
y más negras, alcanzar dicho objetivo, acudiendo, por ejemplo, a un nuevo y
moderno sistema tributario que fomente la inversión, emprendimiento e
innovación. A ello suma un ambicioso plan de infraestructura pública y privada,
La ley del péndulo, entonces, se está viendo cada vez más clara en Venezuela.
Como van las cosas y de no ocurrir algún fenómeno sorpresivo, vendrá cambios
importantes en el país por el calqueo de modelos extranjeros e injerecismo
abierto, solo por asuntos políticos cerrados a la libertad.
Uno pretendería que la actual pesadilla
noticiosa, que nos da cuenta detallada del abismo moral y ético en que se ha
precipitado gran parte de nuestra llamada clase dirigente, tocara fondo de una
vez por todas. Pero cada día que pasa las denuncias del saqueo son
alucinantemente peores que las del día anterior. Se han venido estableciendo
marcas que rompen todos los moldes de la desfachatez y la impudicia. Es una
visión apocalíptica del entramado y de la actividad de una empresa criminal,
sin antecedentes y sin parangón alguno.
Todo parece haberse iniciado hace mucho
tiempo. Pero nadie parece tener la certeza sobre las causas originales del
descalabro. Desde luego no faltaría quien le echara la culpa a la desaparición
de los partidos, que antaño eran quienes avalaban y hasta cierto punto
respondían, por las acciones de sus militantes y en especial de sus dirigentes.
Lo cierto es que esa desaparición ha permitido que la política se haya convertido
en un quehacer egoísta y pendenciero que solo pretende particulares intereses y
no responde ante nadie por su protagonismo.
Un quehacer político que ha contaminado por
igual al sector público y al privado y que ha tolerado y auspiciado el
enriquecimiento ilícito exprés, en forma cada vez más descarada. Es un
escenario lamentable, en el que todos parecen haber perdido la vergüenza y la
impudicia. Un escenario en donde todas las acciones delictivas pueden ocurrir.
En donde todo puede ser posible y todo puede pasar. Pero lo más triste es que
en la percepción colectiva hay una certeza cada vez mayor de que no va a pasar
nada
La dictadura
de la corrupción. En una dictadura, un solo poder se toma los demás poderes
para arrebatarles sus funciones. Terrible. Pero en Suramérica, en Colombia y
Venezuela es peor: Es la corrupción la que
dice qué hacen todos los poderes, es el poder supremo. Cientos
de quienes ostentan los tres poderes formales están sentados a sus anchas en un
gran trono séptico donde fraguan, conciertan, maquinan, se distribuyen, se
nombran. No son todos, pero sí los suficientes.
Y no es cosa
de un partido y tampoco es de este gobierno ni de los últimos y primeros. Es de
todos y desde hace muchos, muchísimos años. Y no es solo la cosa pública, es
también la cosa privada como lo ha sido la cosa ‘nostra’, la poderosa y también
la ciudadana que recoge las migajas bajo la mesa o que mira para otro lado
porque “nada se puede hacer”. Todos culpables, unos más que otros y otros más que
unos. En Colombia y Venezuela se debería decretar la emergencia ética, pero,
¿quién la podría decretar?
En está
agitada época en que empiezan a moverse las campañas electorales a la
Presidencia de la Republica, gobernaciones y alcaldías, me ha sorprendido observar
la gran cantidad de precandidatos con deseos y posibilidades de llegar a la
Casa de Miraflores y Nariño en 2017/2018. Tantos, que puede
resultar incluso confuso para la prensa que organiza foros de pre candidatos
por todo el país, saber a quién invitar a debatir con quien, ojalá que hagan
sus estudios en ideología y no pase lo que sucedió con La Constituyente en
Venezuela, algunos no han cerrado sus historiales personales.
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