Aventis
El paramilitarismo, siempre ha sido un
recurso motivante para el Estado. En Colombia, el mismo Ernesto Samper, quien
dirigió un importante organismo latinoamericano para la economía integrada, fue
quién preconizó la violencia en su país a través de los pájaros o chuvalistas.
El gobierno de Nariño, fue complaciente con la creación de grupos armados al
margen de la ley y, es una opción que sigue siendo aceptada o negada, pero
siguen operando, como una alternativa para controlar el poder.
. El gobierno de Santos y la Fiscalía
de Martínez Neira se empeñan en refutar la evidencia de que los paramilitares
existen, y siguen matando gente: “No hay sistematicidad”, aseguran, en los
asesinatos de dirigentes comunitarios, defensores de los derechos humanos,
militantes de izquierda y exguerrilleros desarmados. El fiscal Martínez ni
siquiera los quiere llamar asesinatos, fea palabra: los bautiza púdicamente
como “afectaciones a la integridad de los líderes sociales”. Y él y los suyos
llaman asépticamente “Bandas criminales”, pleonásticamente ahí sí, a las
pandillas de las autodefensas que quedaron en pie tras la entrega de sus jefes
y su extradición a los Estados Unidos bajo el gobierno de Uribe para que fueran
juzgados, no por sus múltiples masacres contra los ciudadanos colombianos, sino
por su delito de contrabando de droga contra el fisco norteamericano.
No es novedad, por otra parte: siempre fueron
llamados los paramilitares “mal llamados paramilitares”, como si no lo fueran.
Y eso, desde la creación de las Convivir en tiempos del gobierno de Ernesto
Samper y su ministro de Defensa Fernando Botero, que muchos, en su momento,
denunciaron como el embrión del paramilitarismo.
Todavía varios años
después, y ya vistos los resultados siniestros de las Convivir, su más activo
promotor, el gobernador de Antioquia Álvaro Uribe Vélez, trató de convencer de
que sus Convivir eran tan sanas e inocentes como los boy scouts o los niños
cantores de Viena. Cuando yo había tenido el atrevimiento de llamarlas
“Conmorir”, en vista de sus, ya dije, siniestros resultados.
Tola y Maruja, es
decir, Mico, es decir, el humorista Carlos Mario Gallego (y ya son cuatro)
acaban de publicar un libro de entrevistas chistosas bajo el título de Sin
agüeros. Los chistosos no son ellos cuatro, sino sus entrevistados: Ernesto
Samper, Piedad Córdoba, Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos, Noemí Sanín, allí, se
delata una gran verdad.
Ahora bien, que los
guerrilleros de La FARC en su inició de campaña, colocan un camión con su
tarima de música y proyectar su nuevo símbolo sobre una catedral de Colombia,
incita a un nuevo modelo de concepciones religiosas y de batallas, pero, la música
siempre estará presente, como en los viejos galeones de la piratería inglesa o
en los modernos destructores de la armada imperial.
La música está
estrechamente unida a etapas fundamentales en la historia de los pueblos y ha
tenido un efecto extraordinario en la política, en las guerras y conflictos.
En la tarde del 7
agosto de 1819, cuando apenas terminaba el fragor de la batalla y en el propio
campo de Boyacá, el alférez José María Cancino con cinco músicos que reunió después
del combate tocó una improvisada contradanza que denominó “La Vencedora”, en
honor a las tropas victoriosas. Durante muchos años se consideró como nuestro
himno nacional. Pocos saben ahora que existió.
Uno de los géneros
que estuvieron en boga en España a finales del siglo XIX, fue el de las
“habaneras”. Eran canciones, que entonaban los soldados del ejército español
que regresaban maltrechos a su patria, después de haber logrado sobrevivir
durante la guerra en Cuba, y en las que se recordaban vivencias y novias que
habían quedado en La Habana. El gran vínculo político y cultural entre Cuba y
España, se debe en parte a estas habaneras que se escuchan aún en Cuba y en los
“tenderetes” o tertulias familiares en las islas Canarias.
En las recientes
marchas opositoras, vemos al violín de Wuilly Arteaga, como un elemento
disipador de la violencia desatada en la calle.
Ahora, todos desean
escuchar música. Los ciudadanos, ante las deudas acumuladas, debido al pago
atrasado de los bancos hacia las pensiones y salarios y desoyendo las ordenes gubernamentales,
nos dejan en los pasillos de los centros comerciales alguna banda sonora. Y
corren a la supermoneda o criptomoneda, llamada bitcoin. Entonces, caminamos
entre tres vertientes de una sola realidad económica
Solo hay que retroceder tres meses para saber qué ha
pasado con esta alternativa que tiene cada vez más defensores y detractores en
todo el mundo. Los que están a favor se sienten ‘blindados’ debido a que su
precio constantemente ha estado al alza y consideran que seguirá aumentando.
Además, no están preocupados porque un banco central, como el de cualquier
país, vaya decretar una devaluación para obtener dinero con el cual pueda pagar
sus deudas y ocasionar un efecto inflacionario.
Quienes están en contra, lo dicen seguros que en
cualquier momento llegará el efecto de una burbuja económica o una prohibición
que ponga fin al entusiasmo que genera la divisa virtual. Todo es por punto de ventas,
ganar en avances o no, aunque el gobierno bolivariano decretó al no pago de
avances, tuve que cancelar de esta manera, por un buen negocio que se me había presentado
Los venezolanos, aprovechan la bandeja que le presenta el
gobierno por operar su propia billetera desde su residencia, manejando telefonía
móvil o fija, ya no quieren ver gente que produce alimentos en las puertas de
sus entidades financieras por lo del narcicismo. En una noche, te ponen a
manejar cualquier cantidad de dinero y el gasto es mínimo, porque todo es
electrónico.
A muchos, no les preocupan las advertencias de las
autoridades nacionales sobre la especulación en torno al bitcoin y otras
criptomonedas. Tras documentarse sobre el tema, algunos percusionistas
electrónicos y negociantes, entienden que el bitcoin se creó como un algoritmo
por parte de Satoshi Nakamoto (quien no se sabe quién es o quiénes son) y cree
que por ser un programa que permitió la creación de un número determinado de
bitcoin (aseguran que son 21 millones de monedas) no hay lugar para que su
precio caiga estrepitosamente.
Si se sabe que el número es finito, no hay lugar a que
haya un riesgo deflacionario. Más bien seguirá subiendo porque será cada vez
más difícil de conseguir, agregan los expertos. Incluso, médicos han tenido
pacientes que le ofrecen bitcoin a cambio de sus servicios profesionales y ellos
los han aceptado. “Llegan personas del extranjero que están acostumbrados a
estas transacciones, así que es bienvenido el pago en dinero virtual”, añadieron.
Los colombianos, nos introdujeron al mundo paramilitar, a
ser refugiados y ahora a esta moneda virtual, es decir, los venezolanos,
estamos siendo manipulados abiertamente por grupos de mafias de una economía
cerrada, bajo los auspicios del Estado del Vaticano, el castro comunismo que son
expertos en movimientos y negociaciones bancarias y los presidentes como Samper
que son, los creadores del embrión del paramilitarismo

No hay comentarios:
Publicar un comentario
No se publicarän notas que contradigan o reflejen un criterio contraetico