Aventis
En el actual sistema electoral, muchos
ciudadanos no encuentran ningún partido que le merezca una confianza exclusiva;
pero también piensan que votar en blanco es tirar el voto y beneficiar a los
peces gordos. Y si se abstienen se les dice que no tienen derecho a quejarse ni
a criticar a los gobernantes. La desafección ciudadana por la política cada vez
es mayor, por más que se diga que la democracia es el mal menor. Pero para
dejar de serlo, parece claro que debería mejorarse el sistema, elaborando una nueva
ley electoral que equilibre el valor numérico del voto en las
circunscripciones, permitir el acceso a las urnas a los mayores de 16 años y a
los residentes extranjeros legales y, sobre todo establecer el voto en un
sistema de listas abiertas.
Aunque en principio sólo se aplique en los
comicios municipales, este sistema electoral un día u otro acabará
imponiéndose. Ante la evidencia de que mucha gente puede tener simpatía por
personas y políticos pertenecientes a diferentes grupos, sería muy saludable poder
votar a los nombres que nos ofrecen más confianza y garantías de eficacia,
independientemente de los partidos que los acogen y del número que ocupan en
las respectivas candidaturas. Con este sistema alternativo (que también tiene
sus imperfecciones), quizás se daría la misma correlación de fuerzas que con el
método actual (o no), pero los electores podrían corregir el sectarismo que
suele afectar a los aparatos de los partidos.
Ahora, votar por los mismos dirigentes del
Psuv, es optar o, equivaldría a tirar el voto a la basura.
En fin. Si existiera la posibilidad de
votar en un sistema de listas abiertas, al menos podríamos escoger entre
diversas posibilidades, al margen del sectarismo. Soy consciente de que, con
este sistema, un candidato populista multimillonario tendría más posibilidades
de parecer mejor persona, más inteligente y probablemente podría comprar
voluntades con más facilidad. Pero esto ya pasa con el sistema actual. Hay que
buscar alternativas al mal menor.
Hay que reformar los
procesos electorales para beneficiar al pueblo.
Jamás, he creído en la
unilateralidad como camino hacia la independencia política. Así que, muchos
escaños de la escuadra socialista no reflejan la ruta para lograr la mejor
interpretación de nuestra Constitución., porque muchos de esos personajes,
elegidos a dedo personifican la prisión provisional del proceso soberanista.
Aventurar
en el campo independentista, y en particular entre sus cargos de
responsabilidad, se está comprobando el efecto de la ley sobre quienes la
vulneran y se está actuando en consecuencia. Es decir, que ha sonado la hora
del pragmatismo. No la hora de la renuncia a los anhelos políticos, pero sí la
del reconocimiento de que fuera de la ley no hay gran futuro. Hay que revisar
la línea estructural del partido y las instituciones.
La ley, restablece el principio de la
realidad para construir un mundo más estable para todos los venezolanos. La
ley, siempre es inexorable y, tiene sus fundamentaciones, ya nada debe ser
ilusionista. Es pragmático, aquello que da preferencia a lo práctico o, a lo
útil.
Así que la investidura presidencial debe
respetarse y, tomar en serio este cargo. Se debe construir una solución viable
y que cada ciudadano contribuya a un futuro estable y abrazar el pragmatismo es
lo conducente.
El Psuv, se encuentra muy intenso y el
debate siempre se encuentra allí, latente. Muchos dirigentes políticos, marcan
un punto de inflexión y buscan estar fuera de las posturas, de quienes
controlan el poder, ahora está metida la banca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No se publicarän notas que contradigan o reflejen un criterio contraetico