A primera vista ello podría encarnar alguna debilidad.
Pero no es así. Lo claro, en todo caso, es que la democracia tiene que revalidarse,
nuestra carta de presentación como un fenómeno connatural y típico de los
elementos más profundos de la identidad nacional, es la lucha contra el
vasallismo español. Somos un voto a ser válido desde una visión integracional,
decir entonces que tenemos una de las democracias más antiguas del
continente y el mundo, sino que se revigoriza, amplia y perfecciona a partir de
su propia experiencia y desarrollo. Por lo tanto, no es solo fructífera, sino
ejemplificante. A pesar de Argentina y Venezuela, donde el ala militar siempre
ha querido dominar los actos civiles y regir ambas naciones bajo su poder, a
sabiendas que los resultados han sido desfavorables.
El anacronismo revolucionario,
debe quedarse atrás y es obligatorio darle lucidez necesaria como oportuna, cambiar
la dialéctica de las armas y amenazas por el dialogo y, los cauces de la
confrontación ideológica civilizada sean positiva por el bien de los pueblos,
las vocerías políticas de cualquier índole deben ser activadas por las
Asambleas de Ciudadanos en cada sector, según lo correspondiente a sus limites
territoriales, hay que acabar con la elección a dedo y amiguismos.
Los candidatos progresistas de
América Latina van más allá del voto electoral y, buscan el involucramiento de
los millones de residentes que buscan en el acto eleccionario, la recuperación
del ejercicio democrático y generar iniciativas constructivas desde la ciudadanía
para erradicar hechos que acarren ciclos destructivos. La idea es la
fomentación de la palabra paz en la conciencia ciudadana y crear un estilo de
gobernanza que permita seducir los estímulos de cada residente en esta vasta tierra
de la Patria Grande y, en nuestro caso, la Gran Colombia que incluye a Venezuela
y la Nueva Granada en una sola nación, recordemos al General José Antonio Páez,
un llanero que a través de La Cosiata dividió este vasto territorio
neogranadino a espaldas del Libertador Simón Bolívar. quien resulte electo
presidente, para no permitir retrocesos en el camino ganado en la recuperación
del valor de la vida.
Los hackers harán el trabajo en las
redes sociales y buscarán una situación postconflicto para concebir un país
bajo sus requerimientos, constituyéndose un paso para la conspiración
permanente, alimentado por hechos de violencia. Son aleros, que, se utilizan
para mantenerse en el poder y crear una dinámica social que no luzca a todas
luces estéril, la idea es concebir una idea de bienestar general e impedir
concentrar buena parte de la atención en los verdaderos problemas nacionales.
El presidente, Hugo Chávez Frías,
comprendió que necesitaba actualizar los paradigmas ideológicos del mundo
contemporáneo y avanzar con un novedoso programa de insertación marxista, pero,
dejando algunos aspectos de ese ideario atrás. En aquella oportunidad se
entrevistó con el ministro inglés, Toni Blair, logrando cruzar pensamientos que
dejarían de ser fraguados, constituyéndose en una verdadera realidad. Ese programa
de acción gurnamental fue cortado al asumir el gobierno bolivariano, el hombre
designado a dedo por él comandante Chávez, (un militar del ejército,), Nicolás
Maduro Moros, un candidato neoliberal que participo en La Liga Socialista y fue
empleado del Metro de Caracas, pasando por el cargo de chofer hasta ser
sindicalista del mismo organismo del Estado. Este hombre, hoy nuestro
presidente tuvo la oportunidad de ser Canciller de La República y reunirse con
lo granado de la izquierda venezolana.
Dejo atrás, el Legado del comandante
Hugo Chávez Frías y las premisas económicas que manifestaban una rigidez por lo
que venia aplicando los Estados Unidos de Norteamérica y que culmina con Donald
Trump en el aspecto de los impuestos y aranceles a países asiáticos y Canadá,
por ir constituyéndose en una colonia nipona, al igual que los mexicanos, donde
López Obrador de ganar la presidencia les ofrecería en bandeja de plata, la
producción de níquel y textiles. El níquel es un material utilizado en la
elaboración de vehículos para ciudadanos de cierta categoría económica, para la
gente común, los vehículos eran fomentando con un material más pobre u
económico. La oxidación es más rápida, así empezó a fundamentarse los
monopolios económicos que hoy, destruyen a Suramérica y Centroamérica y,
precisamente la izquierda juega un papel fundamental en su control, dañando la
equitividad y equilibrio de los más humildes.
En el caso nuestro, tenemos allí,
una izquierda aburguesada y dictatorial que rompe con los paradigmas y
postulados democráticos con que soñó y visiono nuestro comandante, Hugo Chávez
Frías.
En
ese sentido, tenemos que buscar la representación de una mentalidad fresca que,
como elemento característico, proviene de todo aquello que se quiso lograr con
la Constituciones pasadas, simplemente es la formación del nuevo republicano,
tal como lo refleja Chávez en sus documentos y Ernesto- Che Guevara de La Serna.
A partir de la fecunda explosión estudiantil de los años 50- 80, Chávez Frías,
desde la Escuela Militar tuvo la pretensión, desde su origen de hacer un país
adecuado a los tiempos contemporáneos.
Pero esa juventud de izquierda
aguerrida y los jóvenes preparados en cibernética y exploración marina han
salido del país como migrantes hacia Europa y los países andinos, que no
dudaron en contratarlos por su capacidad técnica en la elaboración de
proyectos, un requisito básico en cualquier escuela cubana, más si es universitaria.
Venezuela, esta en manos delictivas
y un asesoramiento económico muy pésimo.
En efecto, ya Cuba, es una nación, ante todo desembarazada de los
agentes violentos, revigorizada en sus cimientos colectivos, podada del
clientelismo frente-nacionalista (o todo amago de repetirlo) y con una vocación
de futuro determinada por la esperanza. Por esto, guarda silencio ante el caso
Nicaragua y Venezuela.
Por esto, en la alternativa de Duque hay, pues, un hilo conductor entre
la indignación de la juventud que en esa época logró abrir los caminos
institucionales de hoy y que, a través de su figura, encuentra actualmente una
hibridación con la estela de optimismo de aquella etapa irrepetible y que, en
su conjunto, personifica el espíritu intergeneracional del cambio en un país
hoy abiertamente integrado de jóvenes.
Daniel Ortega y Nicolás Maduro Moros obviaron enervar el camino de la
juventud de entonces. Poco, buscaron vías alternas, solo pensaban en el
conflicto armado, mientras los cubanos y otros grupos izquierdistas, Por el
contrario, sin acudir a ese calificativo que en buena medida ha servido de
comodín para la demagogia, el drástico pedido juvenil del momento era terminar
con el Estado de Sitio y buscar la estabilidad democrática, sin leyes
marciales. Lograron elevar la condición de sus status.
Y del mismo modo era consenso la esterilidad de la subversión, originada
en una mala conceptualización política de las generaciones previas, a través de
un romanticismo venenoso saturado de las premisas importadas de los años
sesenta y la guerra fría. Acabado el Estado de Sitio, buena parte de los
agentes subversivos mantuvieron sin embargo sus pretensiones anárquicas, pero
finalmente, pese al combustible del narcotráfico y cuando estaban a punto de la
extinción, entendieron, a partir de la aplicación de la fuerza legítima y ya
extemporáneamente, la infecundidad de sus actividades sangrientas y
anacrónicas.
Aislándose de sus concepciones naturales
De remanente, no solo queda un desgaste institucional innecesario, sino
el estallido colateral de cultivos ilícitos desde 2013. Pero despojado el país
del revolucionarismo sesentero, la Constituciones de países latinos pueden
proclamar sus triunfos, a pesar de los intentos todavía palpitantes de
sustitución constitucional. Puede entonces el presidente Maduro la oportunidad de
mirar hacia adelante, por supuesto no dentro de la óptica exigua del denominado
posconfl
icto, que no es más que un ideologismo para prolongar lo que hace
tiempo debió ser finiquitado, dentro del mandato reelectoral correspondiente,
sino con el foco puesto en las verdaderas necesidades del país y de todos los venezolanos
y sureños de pensamientos vanguardistas.
De otro lado, la Constitución Bolivariana, fue en buena proporción contrarreformada
en algunos aspectos que le eran vitales. Uno de ellos, entre otros, el tema de
los auxilios parlamentarios, hoy acrecentados y conocidos como “cupos
indicativos”. No son ellos malos, en sí, por ser recursos para las regiones,
pero al ser distorsionados por la lesiva componenda entre el Legislativo y el
Ejecutivo se convirtieron en correa de transmisión de la corrupción. Volver al
verdadero espíritu de 1992 y 1998, es decir a la política como movilización de
las convicciones, al uso del presupuesto nacional a través de la planeación
transparente y efectiva, al voto libre y no a la compraventa de conciencias
parlamentarias, es de nuevo un imperativo que, por su trayectoria personal,
encuentra en la izquierda, un ideario consecuente.
Nuestra juventud, preparada
por el presidente Hugo Chávez Frías, en auspicios de los tiempos modernos y contemporáneos
creció bajo su tutelaje, a pesar de las presiones sociales y económicas
foráneas y, bajo la inflación de apenas un digito por los aranceles
internacionales auspiciadas por los Estados Unidos de Norteamérica, la
expansión de los servicios tecnológicos y públicos logró una mejor calidad de
vida y bienestar para el pueblo bolivariano en la formación del nuevo republicano,
nombre retomado por el abogado Alberto Franceschi en este nuevo tiempo y en
buena voluntad para florecer la documentación del Generalísimo Sebastián
Francisco de Miranda y del Libertador, Simón Bolívar, la gesta histórica le
corresponde a otro joven luchador y militar, Antonio José de Sucre.
La carrera presidencial
debe ser bien entendida. Como están las cosas. Vivimos en baja intensidad
proselitista y de tan alta intranquilidad en el país. Debemos tener una
infinitud de debates, hacer manifestaciones públicas, una publicidad permanente
para motivar a Las Comunas y Consejos Comunales para trabajar por sus
comunidades, que no sean infiltrados por los falsos revolucionarios y que en
esencia son paramilitares, delincuentes, adecos y copeyanos de vieja investiduras
calcados por la corrupción- Es necesario hacer incontables entrevistas, mejor
dicho, estamos obligados a equilibrar la pugna natural en el acceso al poder,
dentro de la controversia ideológica y emocional, característica fundamental
del socialismo democrático del Siglo XXI.
Ventilar los programas que
no han quedado mucho por decir o hacer, salvo en cuanto a las adhesiones. En cualquier
carrera por concejalías, diputaciones o, simplemente la carrera presidencial.
Simplemente, pensemos en la
unificación política e ideológica de los pueblos, formar la Gran Colombia, los
sueños de Los Libertadores, es La Colombia huma integrada por los neogranadinos
y venezolanos, es el nuevo republicano.
Así las cosas, entre el pasado del conflicto y el posconflicto, y el
futuro sin esas nociones regresivas, nos quedamos, pues, con el futuro. Y ese
futuro, como acumulado generacional desde 1991 y desbrozado de todo populismo,
es hoy Latinoamérica un continente dado al progreso y al nacionalismo. Sin
independentismo. Esa es su promesa y el
tamaño de nuestra responsabilidad.
A primera vista ello podría encarnar alguna debilidad. Pero no es así.
Lo claro, en todo caso, es que la democracia tiene que revalidarse, nuestra carta
de presentación como un fenómeno connatural y típico de los elementos más
profundos de la identidad nacional, es la lucha contra el vasallismo español.
Somos un voto a ser válido desde una visión integracional, decir entonces que tenemos
una de las democracias más antiguas del
continente y el mundo, sino que se revigoriza, amplia y perfecciona a partir de
su propia experiencia y desarrollo. Por lo tanto, no es solo fructífera, sino
ejemplificante. A pesar de Argentina y Venezuela, donde el ala militar siempre
ha querido dominar los actos civiles y regir ambas naciones bajo su poder, a
sabiendas que los resultados han sido desfavorables.
El anacronismo revolucionario,
debe quedarse atrás y es obligatorio darle lucidez necesaria como oportuna, cambiar
la dialéctica de las armas y amenazas por el dialogo y, los cauces de la
confrontación ideológica civilizada sean positiva por el bien de los pueblos,
las vocerías políticas de cualquier índole deben ser activadas por las
Asambleas de Ciudadanos en cada sector, según lo correspondiente a sus límites
territoriales, hay que acabar con la elección a dedo y amiguismos.
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