Aventis
Cuando. Hay un
concepto de derecha e izquierda para regir un país. Alguien, respondió: “¿Qué
es ser de izquierda o de derecha”? y se respondió: Nada. Se debe observar la
proporcionalidad de la extensión militante. Es decir, y, lo he dicho varias
veces, que el concepto debe ser igual a lo que se define; no debe ser un mero
círculo: no debe ser tautológica ni negativa; tiene que haber precisión y
claridad. La mayoría de los que siguen al presidente Nicolás Maduro Moros, no
tienen una voz militante, son aprovechadores políticos, desconocen el campo
ideológico.
En la vida
política, debemos atenernos a la disciplina ideológica o simplemente, no
seremos nada.
Las
posiciones de izquierda o derecha no son resultado de inspiración divina ni de
deseos personales, ni del servicio estipendiado a algún partido o cargo estatal
o privado, es un trabajo político por años, es el fruto de la lectura de
algunos libros, Es, finalmente, reflejo en la mente de la realidad
histórico-social de un país y del sistema concreto en que se encuentra,
independientes de la voluntad del individuo.
Cuando un
país está luchando para pasar de una condición atrasada a una condición
avanzada, la posición política de la población se inclina por una u otra
realidad. Si mira al pasado y no quiere cambiar al futuro, su punto de vista es
de derecha. En cambio, cuando busca un nuevo orden en vez de un pensamiento de
derecha, adopta un pensamiento de izquierda. En sentido concreto, cuando un
país ha adquirido la condición de nación y hay quienes quieren hacerla
retroceder a la condición colonial son, por tanto, de derecha. En el primer
caso, los políticos asumirán una sincera posición de izquierda y, en el
segundo, una posición de derecha.
Y, quienes
siguen al presidente Nicolás Maduro Moros son simplemente de derecha, de la democracia
socialcristiana con algunas ideas ventiladas por el comandante Fidel Alejandro
Castro Ruz, hasta Henrique Salas Romer en un pacto oscuro con el comandante
Chávez le facilito tres profesionales del tren ejecutivo del ex gobernador y
del pollo Salas para solidificar la Misión Vivienda en Caracas, cuando Diosdado
Cabello era ex ministro de infraestructura y más adelante hubo pactos, entre
ellos con Acción Democrática para darse una solidificación a la gestión de
gobierno de Chávez, cuyos primeros cuatro años de gobierno fue una resultante
de la proyección chavista..
La corrupción
en gran escala y por micro pactos de Punto Fijo a espaldas del presidente Chávez,
tejieron una realidad política de ese entonces y, gente de Valencia tuvieronque
irse a trabajar a Caracas para levantar la Gran Misión Vivienda, donde los
ingenieros de Salas Romer compartieron ese gran sueño de Chávez. Bueno, es
delicado este tema y no puede hablarse de asuntos internos de partidos.
En naciones
recién formadas, las posiciones políticas giran en torno a otro problema: el
económico, vale decir entre mirar hacia el pasado feudal-colonial o mirar hacia
delante, al futuro nacional-democrático, en sentido económico y no político. Al
respecto, mirar al pasado (por más que se tenga una ideología de ultra
izquierda) es adoptar una posición reaccionaria y, en cambio, luchar por la
democracia económica es tener una posición de izquierda, porque la democracia
-como dijo un autor- ha desempeñado en la historia un papel altamente
revolucionario; ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idílicas
que ataban al hombre a las fuerzas naturales; las relaciones feudales de
propiedad cesaron de corresponder a las fuerzas productivas ya desarrolladas.
Muy bueno el
artículo asentado por el único dirigente de izquierda en la plataforma del
presidente Nicolás Maduro Moros, Elías Jauja Milano sobre Democracia Socialista
y reflejado en la web Aporrea. Org.
En la lucha
por una democracia absoluta aparecen variantes como el populismo, no como
asunto semántico sino económico, que quiere hacer girar al revés las manecillas
del reloj de la historia (como el de la Plaza Murillo) y volver al feudalismo y
aún más atrás, a la comunidad preincaica. Por tanto, este populismo con careta
de izquierda es, más bien, la ultra derecha.
En la lucha
por una democracia absoluta aparecen variantes como el populismo, no como
asunto semántico sino económico, que quiere hacer girar al revés las manecillas
del reloj de la historia (como el de la Plaza Murillo) y volver al feudalismo y
aún más atrás, a la comunidad preincaica. Por tanto, este populismo con careta
de izquierda es, más bien, la ultra derecha.
Existen dos
variantes. La primera, cuando los nacientes regímenes democráticos aún están en
la etapa revolucionaria, aparecen los famosos “izquierdistas” y “revolucionarios
de izquierda”, opuestos a la nueva realidad y añoran el pasado con lágrimas en
los ojos. Entonces dan un golpe de Estado, fusil en mano, y establecen la
contrarrevolución. O mandan a invadir otros territorios o crean niveles de zozobra
internos. Es más, siempre terminan aliados con los enemigos de la democracia y,
de común acuerdo, para destruir el nuevo régimen democrático y, por tanto,
retroceder al pasado feudal-colonial. Esa izquierda es una falsedad absoluta.
En vez de tomar el poder lo entrega a la ultraderecha, cogobiernan con ella
hasta que, al poco tiempo, termina la luna de miel y es expulsada del gobierno,
igual que cuando el patrón saca a patadas al perro que había ocupado su sillón
favorito.
Así pasó en
Brasil con Temer y con Mauricio Macri, da lástima como utilizaron a Cristina Fernández,
(viuda) de Kirchner. La engañaron toda y los pedigüeños y mantenidos por ella, pensaron
que Mauricio Macri les iba a dar más, siempre van por el mejor postor.
La segunda
variante ocurre cuando esos “izquierdistas” llegan directamente al poder.
Entonces, estos izquierdistas de palabra, pero derechistas de hecho, gobiernan,
inclusive con masacres, a favor a la contrarrevolución. Aquí, la “izquierda”
siempre sirvió a la derecha. Cuando actuó en la oposición fue funesta y cuando
llegó al poder en forma independiente fue igual o peor y se dedicó, a título de
izquierda, a restaurar el pasado feudal-colonial y reprimir a las masas
revolucionarias que quieren avanzar a la nación y la democracia. De ahí que, en
Venezuela, de momento, ser “izquierdista”, adicto del coloniaje y el feudalismo
comunitario, es ser de derecha y ser “derechista”, partidario de la
nación-democrática, es ser verdadero izquierdista. En esos términos se puede
definir en nuestra patria a la gente y partidos políticos si son de izquierda o
de derecha.
Vivimos
tiempos pre- electorales en que los partidos políticos y otro tipo de
instituciones, estudian y preparan sus cuadros que intervendrán tanto en las
elecciones primarias como en las generales y lo hacen seguramente bajo el
principio de que el sistema electoral es confiable porque es -debe serlo-
respetuoso de la Constitución y las leyes; consideran todas esas fuerzas,
conjuntamente la colectividad, que el Poder Electoral como es el Tribunal
Supremo de Justicia no es igual ni tiene las mismas funciones que los otros
poderes del Estado; que lo que hace y haga está por encima de los otros ya que
debe tener contacto con los posibles candidatos y los grupos que los propician,
con el pueblo que es el conjunto de quienes votarán en los procesos electorales
y, su relación con el Ejecutivo, que es otro poder, sólo es circunstancial para
asegurarse los medios financieros y logísticos para llevar a cabo los procesos.
y tomar el poder absoluto.
La política,
finalmente, y especialmente la latinoamericana, es así. Y si bien es innegable
que en ciertas circunstancias históricas (de progreso la mayoría) son las
doctrinas y las ideas más abstractas -que seducen las mentes de los militantes
leídos y estudiosos- las que valen más que nada, no es menos cierto que en
otros escenarios (de crisis los más) lo más importante está en un aspecto de
practicismo o, dicho de otra forma, de realpolitik.
A lo largo
de mi carrera de escritor, siempre reprobé la carencia de teorética y de
doctrina sesuda en los partidos políticos y en la arena política en sí misma,
pero la verdad es que la coyuntura de hoy no permite que se pueda pensar en la
ideación de propuestas profundas -hablando en términos teóricos y conceptuales-
en lo referido a la educación, la economía y las relaciones internacionales,
pues esto requiere tiempo y, sobre todo, paz. No se puede pensar, no todavía,
en la edificación de un proyecto de largo alcance como pensaron los políticos
de los grandes paradigmas de Estado como el conservador, el liberal y el
nacionalista revolucionario. Eso corresponderá al subsiguiente gobierno (si es
que es visionario), pues no se vive tiempos de calma en los que se puedan poner
en tela de juicio las ideas más profundas referidas a las ciencias políticas y
al Derecho público. Se está en un contexto en el que solamente se tiene un
objetivo primordial: la salvación del espíritu democrático nacional.
Esta tarea
es gigantesca y quizá más difícil de ejecutar que la misma resolución de las
controversias de orden público material y social, pues tiene que ver con la
moral, con el espíritu y con la consciencia. Cambiar la moral pública y modelar
una nueva cultura política y urbana, he ahí el objetivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No se publicarän notas que contradigan o reflejen un criterio contraetico