Aventis
Muchos
europeos temen que, debido a su vasto tamaño geográfico, una admisión de Rusia
en la Unión Europea anulase la influencia de la que los 27 estados miembro
ahora gozan en el plano internacional. Por otra parte, el orgullo ruso excluye
la posibilidad de que el país se convierta en otro apéndice de soberanía
nacional limitada y perpetuamente dependiente de la burocracia de Bruselas.
La inclusión de Moscú en
el pacto europeo viene tratándose en medios diplomáticos desde 2016 y Putin
resguarda sus celos en relación a Latinoamérica, donde un clan de perniciosos
comunistas dañados por las organizaciones criminales que distribuyen y exportan
la amapola, coca y plantas exóticas quieren, ahora perpetuarse en el poder, aprovechándose
de China en su nueva ruta de la seda.
La OTAN es
otro de los obstáculos a la cooperación bilateral entre Rusia y Occidente. El
bloque militar, que muchos rusos ven como una reliquia de la Guerra fría que
debería desmantelarse como si fuese un viejo tanque, no tiene ninguna intención
de cooperación sincera con Moscú, algo que ha quedado demostrado con el ambicioso
proyecto de los EE.UU. y la OTAN de construir un escudo antimisiles en los
territorios del antiguo Pacto de Varsovia. Occidente ha formado una coalición
político-militar que no incluye a Rusia y China es un país aferrado a su
aislamiento, históricamente cauteloso a la hora de construir alianzas
internacionales. Todo ello fuerza a Rusia a adoptar una posición nada cómoda,
en la que no puede más que confiar en sí misma y maniobrar con pragmatismo.
Tras su
viaje a Rusia, a comienzos de la Guerra fría, el poeta estadounidense Robert
Frost resumió su visita con una frase memorable: Si usted no conoce la grandeza
de este país, yo sé de alguien que sí lo hace: Rusia.
Si los rusos
conocen o no está grandeza puede que aquí no importe demasiado. Hoy más que
nunca el país se encuentra en una situación en la que debe depender de sus
propios recursos (resources) e inventiva (resourcefulness) para
mantener su posición como uno de los centros mundiales de poder. Es más, parece
que no tiene más opción que ésa.
Rusia debería seguir siendo un centro de poder político independiente, declaró Alexey Pushkov, presidente del Comité de Asuntos
Exteriores de la Duma (Parlamento) en una rueda de prensa. De hecho, la situación internacional
determina nuestras decisiones.
No olvidemos que Occidente ya está integrado, recordó Pushkov. Hay
dos sistemas de integración, la Unión Europea y la OTAN, y nosotros no tenemos
acceso a ninguno de ellos.
No sólo
Occidente ha rechazado la voluntad de Rusia de cooperar en el proyecto, sino
que rechaza aportar pruebas, más allá de una mera declaración de intenciones
escrita, de que el proyecto no tendrá como objetivo, en un hipotético escenario
en el futuro, al territorio ruso, lo que ha conducido a muchos observadores
rusos a la conclusión de que Estados Unidos está aflojando la correa de la
OTAN.
Pero, las
últimas actitudes de la izquierda en occidente, obligan a tomar nuevas
actitudes y, porque abandonaron a Cristina, dejándole todo el poder a Mauricio
Macri, un empresario ultraderechista que acabó con toda las pampas y Patagonia
y, permitió implosionar al submarino Ara San Juan, con lo mejor de la Armada
Argentina en este nuevo orden político e ideológico.
La OTAN es una unión en la que sus
miembros son formalmente iguales, pero como George Orwell escribió en Rebelión en la granja, 'Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que
otros', declaró el parlamentario.
La tensión
innecesaria que la disputa sobre el escudo de defensa ha supuesto para las
relaciones entre Rusia y Occidente, hoy en punto muerte, es el equivalente a lo
que fue la crisis de los misiles en Cuba para la generación anterior. La única
diferencia es que el sistema estadounidense está siendo vendido como un escudo,
no como un elemento militar desestabilizador que es capaz de pasar rápidamente
de una función defensiva a una ofensiva. A la luz de este proyecto el 'reset'
anunciado por la administración de los EE.UU. en la diplomacia con Rusia se
asemeja más bien un programa cuidadosamente diseñado para que Rusia baje la
guardia.
Sin embargo,
Moscú no se ha dejado engañar y no habrá que esperar a que los historiadores
nos expliquen lo que ya es obvio para muchos: que está en marcha una carrera
armamentística. El presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin, ha
convertido el gasto militar en una de sus principales prioridades, a pesar de
las advertencias de los economistas de que un gasto militar creciente puede
acabar lastrando el presupuesto del país. Los gastos de defensa para 2012 se
estimaron en 677 mil millones de rublos (21 mil millones de dólares
estadounidenses).
Entre 2011 y
2020 el Ministerio de Defensa ruso se ha comprometido a renovar el 70% de su
armamento y a desarrollar modernos sistemas de precisión. Está previsto que
Rusia gaste 23 billones de rublos (718 mil millones de dólares estadounidenses)
para modernizar su ejército a lo largo de la próxima década.
Pero, Siria y
Venezuela, constituyen el gran escollo y desafío para Putin que, no ve
respuestas de progreso diplomático por parte de las Cancillerías de La Habana y
Venezuela.
A quienes
sorprenda la elevada cifra deberían tener en cuenta por qué Rusia ha adoptado
estas medidas. Se estima que los Estados Unidos destinan cerca de un billón de
dólares a financiar su complejo militar-industrial, que ha crecido hasta
alcanzar tales dimensiones que ni los demócratas ni los republicanos tienen la
menor idea de cómo enfrentarse a este monstruo.
Naturalmente,
todos los países que no reciben felicitaciones de la Casa Blanca por Navidad
tienen motivos para alarmarse ante el desarrollo de estos acontecimientos.
No
contribuye a la calma que el hombre que podría reemplazar próximamente al presidente
estadounidense Donald Trump, este preparado para coordinar lo que Putin y Trump
han ejecutado hasta hoy, por la globalización, su contrincante en las
elecciones pasadas, el republicano Mitt Romney, haya declarado abiertamente que
Rusia es nuestro enemigo geopolítico
número uno, implica una nueva verdad escolástica. Rusia no esperará,
bueno es decirlo, al resultado de las elecciones antes de guardarse las
espaldas.
,Moscú
todavía tiene que enfrentarse a la posibilidad de que otro político que no
tiene reparos en recurrir a las decisiones bélicas y en ello no se diferencia
demasiado de un neocon, ocupe el cargo los próximos cuatro años.
Mientras
tanto, la situación en Oriente, aunque no tan ominosa como en Occidente, no
proporciona a Rusia más que algunas oportunidades de negocio basadas en los
recursos naturales.
Pushkov, el
presidente del Comité de Asuntos Exteriores, descartó las posibilidades de que
Rusia pudiera forjar uniones político-militares con los países asiáticos.
Simplemente no le interesa China.
No hay ninguna certeza de que podamos llegar a establecer
una unión en Oriente, pues no existe ningún bloque que lo permita, señaló. China no desea cerrar acuerdos militares ni
los necesita porque se adhiere al principio de 'manos libres' en materia de
política exterior.
Cierto, mantenemos excelentes relaciones, tenemos un
acuerdo estratégico y somos aliados en numerosos campos, pero difícilmente
podemos formalizar estos acuerdos en un tratado especial, al menos en el futuro
próximo, concluyó en una oportunidad AlexeiPushkov.
Esta
situación sitúa a Rusia, a caballo entre Oriente y Occidente, en una posición
nada cómoda. Rusia tendrá que confiar en sí misma en vez de apostar por
alianzas que garanticen su seguridad futura.
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