Vida Cristiana/ N.º 3564
Amar la Ley y Salvación dada en Jesús, la riqueza de Dios en La Iglesia.
Las motivaciones de llevar La Palabra a distintas regiones en Occidente,
nos ha llevado a marcar una larga distancia con La Fe, profesada por algunos
desde hace siglos. Son diferencias doctrinales que, nos ha llevado a un proceso
de latinización logrando infravalorar las riquezas de asambleas antiguas. En la
actualidad, las redes sociales buscan un acercamiento espiritual para los jóvenes
del presente en relación a un tiempo anterior, donde se llega muchas veces al
ritualismo y romper con algunas barreras que se establecieron para glorificar y
vivificar la Iglesia, que es el cuerpo y esposa de nuestro Señor.
“Abridme las puertas de la justicia; entrare por ellas, alabaré a JAH. Esta
es puerta de Jehová, por ella entraran los justos” (Salmos 118::19,20). “Te
alabaré con rectitud de corazón. Cuando aprendiere tus justos juicios. Tus
estatutos guardaré; No me dejes enteramente”. Salmos 119: 7-8).
Se trata de respirar
con los dos pulmones de
El Padre Dios llamó a
Saulo de Tarso, para dar cumplimiento a la Sana Doctrina, un mensaje de
Salvación dado a los Gentiles, doctrina que esta dada desde lo espiritual, es
la trascendencia del misterio. Es el cambio, hacía una vida nueva que, es la
mejor forma de expresar y vivir por la Fe en el Hijo de Dios, es un solo deseo
interior. Es doctrina y vida en una sola experiencia concreta, dada por la
confesión de pecados e histórica, porque se encuentra dada en la oración y
experiencia.
“Sabiendo esto, que
nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del
pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha
muerto, ha sido justificado del pecado. Y sí morimos con Cristo, creemos que
también viviremos con él”. (Romanos 6::6,7,8).
Nuestra reflexión en Dios es necesaria, un misterio intratrinitario, es el
modo en que el Dios Trino desea amoldarse en nuestra vida en lo subjetivo. Para
mostrarse en un plano de iniciación subjetiva dada en una experiencia
cristiana, sin duda, es el testimonio que damos al mundo y lo expresamos, como
ciudadanos renacidos al confesar y congregarnos en una asamblea cristiana.
Absolutamente nadie, puede orar por nuestros pecados, es un asunto personal,
entre Dios, (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y el intercesor Espíritu Santo para
llegar a Jesús, quién fue lacerado, su cuerpo sepultado, y resucitó de entre
los muertos para Salvación de todo el Género Humano.
Nuestra reflexión en Jehová es necesaria, es un misterio intratrinitario,
es el modo en que el Dios Trino, desea amoldarse en nuestra vida en lo
subjetivo, para mostrarse en un plano de unificación subjetiva dada desde una
experiencia cristiana, sin duda, es el testimonio que expresamos al mundo, como
personas renacidas al confesar nuestros pecados y congregarnos en una Asamblea
Cristiana.
Al pasar, cierto tiempo, el nuevo creyente en Jesús, debe bajar en bautismo
a las aguas, (sumergido), a petición personal delante de La Iglesia. Es un
proceso continuado de crecimiento y maduración, se va identificando con la
experiencia de La Iglesia. Al participar, adquiere una forma de vida
contemplativa, con base en La Biblia y, lo explicado por los ancianos de la
Asamblea, en cuanto a la doctrina bíblica.
La espiritualidad, viene expresada en una actitud doctrinal, es gozar de la
verdad, es buscar la sabiduría de Dios para permanecer en Él con humildad.
“Por tanto, amados míos, huid de la idolatría. Como sensatos os hablo;
juzgad vosotros lo que digo… La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la
comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿Nos es la comunión del
cuerpo de Cristo? .. Siendo uno solo el
pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo, pues todos participamos de
aquel mismo pan. (Romanos 10::14,15,16,17).
“Ninguno de los misterios de la más secreta sabiduría de Dios
debe parecernos ajeno o totalmente trascendente, sino que, con toda humildad,
debemos adaptar nuestro espíritu a la contemplación de las cosas divinas".
(El autor de éste articulo). Dicho de otro modo, al expresar esta verdad
revelada, que nos aparece escrituralmente como un misterio insondable. Bastase
vivirlo, como un proceso durante el cual, en vez de asimilar el misterio a
nuestro modo de entendimiento. Será preciso, por el contrario, que cuidemos de
un cambio profundo Las Escrituras, de una transformación interior de nuestra
mente, algunas expresiones, citas y premisas bíblicas. Vayamos a la sabiduría y
humildad de Las Escrituras, de modo de hacernos aptos para cualquier
experiencia cristiana. Todo lo hace la
oración y Santidad. Nuestra Fe en Dios, tiene un criterio de la Fe común, y es
una expresión para la utilidad de todos en La Asamblea, cada hermano tiene su
ejercicio y experiencia en Jesús, Todos deben tener ejercicio en los cultos y
descubrir su Don. El Señor guiará a cada uno aprender y descifrar esta Verdad
escritural.
“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de
nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo
visto con nuestros propios ojos su majestad… Pues cuando él recibió de Dios
Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que
decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia”. 2ª. De Pedro 1:
16- 17.
Todo es sencillo, el inconverso asiste a una asamblea y
escucha el Santo Evangelio de Jesucristo, el Espíritu Santo constriñe su alma,
el predicador es utilizado y, el asistente acepta al Cristo Crucificado,
sepultado y resucitado como Salvador personal, puede suceder e cualquier lugar.
No es complicado, es sencillo, Luego de un corto tiempo es examinado y apto
para el Bautismo, al bajar a las aguas es apto para participar en La Cena del
Señor. Solo la oración y ejercicio en la Asamblea proyectará su Don, esta en el
creyente determinar el camino de acompañamiento escritural con los hermanos en
La Fe.
El hombre en Cristo, debe recordar las palabras centradas en
Pablo, “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive
Cristo en mí y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de
Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” . Gálatas 2:20.
La Fe, tiene un carácter eminentemente existencial, todo creyente en Jesús,
debe ser movido en el Espíritu Santo. Cada hermano debe estar lleno de la
presencia de Cristo, ya somos semejantes al Cristo resucitado, no debemos pecar
y ser perversos, somos parte del Pacto con los Gentiles. La cruz es previa a la
luz fulgurante de la Resurrección. El Padre nos descubre en nuestra esencia
humana, cuerpo de pecado, al creer en el Cristo crucificado, somos resucitados
en Él por la Fe y el Bautismo, somos La Iglesia del Cordero de Dios, (Léanse el
pentateuco). Ver a Jesús, es una manera de manifestar la proximidad real, y a
la vez inaccesible que tenemos con Dios. Es necesario encontrar a Dios,
consiste en buscarle sin césar. “Dios es el eternamente buscado”. Así me dijo
el amado Siervo, Don Fausto Barroso en una oportunidad. “Verle; Ver a Jesús es
nuestro anhelo”.
El Género humano entra en comunión con Dios, cuando ha confesado sus
pecados y arrepentido de los mismos.
La Iglesia, es el lugar que da testimonio de la vida de Dios en lo humano,
mediante la intercesión de Jesucristo. El Espíritu Santo nos conduce al Padre
en esa mediación de Jesús haciéndonos una unidad con Él, somos la esposa del
Cordero. El hombre se convierte a Jesús por Gracia, en lo que es Dios por
naturaleza. (Dios Uno: Padre, Hijo y Espíritu Santo).
El poder de La Resurrección se encuentra en cada creyente, ella penetra y
se une a la naturaleza humana, y la energía del Espíritu Santo nos penetra y transfigura
en una nueva criatura, dándonos el titulo de hijos del altísimo.
Emiro Enrique Vera Suárez.
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