Escritor- Filósofo


"La niebla es un paso del camino entre una certeza y otra certeza, jamas he caminado entre cargas y visiones falsas, debemos aprender a caminar en el umbral del camino con nuestro maestro espiritual o gurú. Debemos aprender a desafiar a la muerte y dominarla. Amar es un desafío espiritual." Emiro Vera Suárez

Todo cambia tan abruptamente. El tiempo y la vida con su paso solo develan la crudeza, solo caminan para agotarse, para hundirse ante nuestros fallidos intentos de entender algo.

Juan Carlos Vásquez Flores

domingo, 23 de junio de 2013

LA VOZ DE LA CALLE Y MADURO


Emiro Vera Suarez

La revolución en nuestro país no tiene un libreto calcado en los paradigmas sociales, este proceso lleva años y se debe ir a una vanguardia organizada donde soplen los vientos de nuestra historia, porque todo es una estrategia y una táctica, por lo tanto,  es el momentos de los cambios y los fracasados remonten su camino, desistiendo de sus motivaciones, al elector debe dársele todo un camino de conexiones para que asuma conciencia sobre su realidad. Hay quienes por impulsividad sospechan que la revolución venezolana se traza en una plaza pública o pegando gritos en cuatro días.
Hay que acoplar los desajustes sociales y buscar soluciones. No se debe ser dócil hacia aquellos que desean gobernar a su manera y no respetar el corolario político, por eso, estamos viendo algunos caminos divergentes, cuyos protagonistas se encuentran alejados de sus partidos originarios. El Socialismo exige seriedad porque es salud y queremos hacer coincidir el Legado de nuestro Libertador Simón Bolívar con el del Comandante Chávez Frías. Los partidos políticos están ausentes de esta dinamización interna de la nueva sociedad.
En el fondo, hay que hacer que el Socialismo y la Democracia anden de prisa y traigan consigo cambios sociales y por supuesto, las aspiraciones personales de cada grupo familiar. Es un marco político, donde debe escucharse la voz de la calle y donde la sociedad sea capaz de resolver sus problemas políticos. Términos, como la corrupción  no hacen más que  echar leña al fuego de las injusticias sociales. Lo que en Turquía es desagrado con la forma arrogante y prepotente de tomar decisiones sin consultar con la ciudadanía, en Brasil es desacuerdo con la forma de asignar los recursos públicos, que destinan millones de dólares a campeonatos de fútbol al mismo tiempo que se encarece el transporte urbano y hay fuertes carencias en los sistemas educativo y sanitario. En el fondo lo que ocurre es que ambos países han crecido muy deprisa.
No se debe confundir estas protestas con las de la Primavera Árabe en Túnez, Libia, Egipto y otros lugares porque estas últimas propugnaban acabar con las dictaduras y cambiar el régimen político mientras que en Turquía y en Brasil hay democracias socialistas que funcionan. Los manifestantes no pretenden sustituir el parlamento por el populismo callejero, no quieren echar a Erdogan o a Roussef, solo pretenden que gobiernen de otra manera y que hagan más caso a la voz de la calle.




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