Aventis.
*Emiro Vera Suárez
En todas las épocas de
nuestra historia contempóranea, Latinoámerica siempre ha sido la punta deseada
por las grandes potencias de turno, sin duda, en la era globalizada, este 2013
es el encuentro de China y Estados Unidos para definir sus lazos con America
Latina, porque consideran que sus recursos minerales constituyen un atractivo
pujante para su desarrollo. El problema es ver qué es lo deseado por estos dos
gifantes. Todo esto, registra un antecedente y es el inusitado ajetreo de las
recientes giras a Latinoamerica y el Caribe de los dirigentes de ambos países.
La presencia de la
inversión china en nuestra región se plantea con el componente necesario para
agregar su tecnologia a la inversión pública. Los asiáticos han demostrado
capacidad para transformarse en apenas tres décadas en la segunda mayor
economía del mundo y, en su polo más dinámico gestando una nueva geográfia en
el ámbito global. En un período en que la economía mundial enfrenta tiempos de
enorme incertidumbre. En paralelo, el Banco de Desarrollo de China lidera el
otorgamiento de millones de dólares destinados a promover la cooperación en la
construcción de infraestructuras, incluyendo a ferrocarriles, carreteras,
puertos, manufactura, ciencia y tecnología.
En nuestro Continente,
se viene configurando dos grandes sistemas de alianza que reflejan visiones
distintas de entender las relaciones económicas. La del Atlántico, donde
prevalece Brasil, Argentina y Uruguay, simpatizando con el Socialismo del Siglo
XXI, y, en el otro espectro político se ha formado la alianza del Pacifico que
incluye México, Colombia, Perú y Chile. Países a los que se han sumado Costa
Rica y Guatemala.
China, mantiene
relación con éstos dos frentes económicos, donde la libertad finánciera y prosperidad
van de la mano.
Latinoámerica con una
estabilidad democrática en ancenso y desarrollo bursátil en ésta última década
se aleja de Estados Unidos y, por lo tanto, de su patio trasero. El paulatino empuje del gigante asiático en la
región puede amenazar la razón de privilegio que todavia mantiene Estados
Unidos con sus vecinos del Sur. Los estadounidenses parecen más preocupados en
provocar guerras que expandirse comercialmente.
El cuerpo diplomático
estadounidense en el Sur, busca destabilizar a la región para tomar ventaja y
crear focos de pertubación pública por estrategias económicas y bancarias, por
esto, el gobierno bolivariano de Venezuela en la voz de su presidente expulsó
de nuestros país a tres de sus iconos de
esta patria de Bolivár.
En Latinoamerica,
desde Washington se inserta una agenda oculta y bilateral contra China, por
considerar nexos comerciales con Chile, Brasil y Venezuela, su interés es
intervenir en asuntos internos a través del cuerpo diplomático, en vez de
abogar por el diálogo y el entendimiento.China es un influyente miembro permanente del Consejo de
Seguridad y posiblemente, se convierta en la primera potencia comercial del
siglo XXI. En este momento aspira a ingresar a la OMC -Organización Mundial del
Comercio-, para lo cual el voto de EE.UU. es necesario. El gobierno
estadounidense, por su parte, se ha visto en la obligación moral y política de
explicar que las pérdidas humanas y materiales, causadas por el bombardeo de la
sede diplomática china en Belgrado, se debieron a un involuntario error estratégico
y militar.
Las
relaciones diplomáticas entre Washington y Venezuela, han estado sembradas de
escollos en estos últimos años por intereses netamente económicos, habida
cuenta, que los estadounidenses desean controlar el corazón amazónico y nuestra
principal fuente de energía, el petróleo. Lo que implica que nuestras
relaciones políticas se han enfriado con ese país hasta que no se sincere. La
tensión actual entre ambos gobiernos, sí bien reviste un carácter semántico,
tiene indudablemente un trasfondo ideológico y político
China, por
su parte, ya está comprometida al mercado del Sur y existe un único interés de
mantener relaciones diplomáticas con esa nación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No se publicarän notas que contradigan o reflejen un criterio contraetico