Democracia sin política
[Resumen de la ponencia de Daniel
Innerarity en el Congreso ACOP]
Necesitamos una teoría de la realidad para poder usarla
en política. Hoy tenemos buena democracia y mala política, que no
significa que haya malos políticos. Innerarity mostraba cuatro ideas sobre la
democracia y la acción política actual:
1. Una ciudadanía intermitente
Tenemos una democracia postpolítica. Con predominancia
de los ejecutivos frente al parlamento, de los partidos hacia el centro… Pero
el problema fundamental es una democracia abierta y una política endeble,
sometida a vaivenes y presiones. No echamos de menos movimientos de protesta,
no hay problema para ello. O incluso para bloquear políticas. Sin embargo, la
posibilidad de convertir esa amalgama plural en transformaciones políticas es
un problema.
Vivimos en una sociedad irritada y un sistema político
agitado, pero que no se relacionan para cambiar la política. Ha habido retroceso
en la participación, pero eso no es desinterés, ya que hay compromiso
individual, activismo, no enmarcada en ideologías. Cambian las formas de
activismo político. Las innovaciones vienen de fuera, no de los partidos.
La sociedad quiere impedir el abuso de poder. Lo que
tienen en común movilizaciones en la red es su carácter puntual y
negativo. Además, suelen ser actos apolíticos, no tienen una estructura
duradera detrás. El espacio digital ha abierto nuevos espacios para
lograrlo. Es el clicktivismo, que puede
pasar del online al offline en algún caso. También se nota en el consumo
responsable: votamos con el carro de la compra. Es la soberanía negativa.
Todo esto no se inscribe en ningún marco ideológico. Es
la política de las buenas causas.
Falla la construcción política: si la política y los
partidos sirven es para dar coherencia a esas cosas. Además, a menudo las
demandas sociales son contradictorias, ¿cómo se hace con esas demandas algo
políticamente coherente?
Otro fenómeno es que aparecen tea parties en todo el mundo: gente alrededor de un partido que se
dirige al que manda en su propio partido para presionarlo. Eso impide la
transacción con el adversario y, por tanto, hacer mejor política a partir del
consenso.
2. Despolitización involuntaria
Estamos en unas dinámicas sociales y democráticas que
producen efectos colaterales. Se está despolitizando el espacio público. La
crisis de la representación política, el entusiasmo por los foros, donde no
está la gente más moderada.
Los referéndums tienen ventajas pero desventajas, ya que
reflejan peor a la sociedad que no la representatividad. En un referéndum no hay
matices en el sí y el no. Está bien
cuando es al final de un proceso, pero no antes.
La transparencia no es un problema, no es que oculten algo, el
problema es que no dicen nada, o cosas previsibles. Damos la idea que la política tiene que ver con la
evidencia y que engañan, y que cuando se sepa se solucionará todo, pero no es
así, y la gente se despolitiza.
3. Gran ruptura entre establishment y
ciudadanía
Hay una nueva ruptura, no de derecha o izquierda, sino
que por un lado está el establishment, con su realidad, definida de modo
diferente. Cuando hay crisis, la diferencia entre izquierda y derecha se
reduce, y es entonces cuando el electorado busca otras opciones, aunque no esté
en el principio de realidad.
Los partidos de la casta han gobernado, gobiernan o
saben lo caro que es no cumplir las promesas, y saben que la dificultad no
es ganar, sino ser reelegido. Lo que da madurez a los partidos es esa experiencia. Tarde o temprano la gestión lleva a la realidad.
A los adversarios a los que combatimos los vamos a
necesitar en algún momento. Es por eso que las mayorías absolutas son
regalos envenenados. Necesitas a la sociedad civil y llegar pactos. Por eso
mismo se puede decir que el gobierno de Rajoy no ha hecho reformas, ha hecho recortes.
4. Defensa de la democracia
indire
cta
Los peligros democráticos de la democracia. La propia lógica
democrática puede ser lesiva si no es equilibrada. En la sociedad hay muchas opiniones, algunas
incoherentes. A eso hay que darle un cauce político. ¿Qué es la gente? ¿Los que
aprobaron la constitución? ¿Los jóvenes de hoy? Hay que hacer lo que quiere la
gente pero en un contexto de responsabilidad.
Hemos pasado a una idea de ciudadano como consumidor,
que critica al sistema pero como si no tuviera nada que ver en él, y esto da
lugar a atascos. Los partidos –y los ciudadanos- solo gestionan el corto plazo,
y si solo miramos por nuestro interés, el resultado es el atasco.
La política es uno de nuestros principales problemas,
pero ¿qué quieren decir? Están expresando un desprecio ante algo que no acabamos de
entender. Tendríamos más autoridad si la
entendiéramos y nos comprometemos. Entonces tal vez entendamos que nadie confía
en la política, cuando solo la política podría resolver nuestros problemas.
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Daniel Innerarity es catedrático de
Filosofía Política y Social, investigador IKERBASQUE en la Universidad del País
Vasco y director de su Instituto de Gobernanza Democrática (www.globernance.org).
Podéis leer otra excelente ponencia
de Innerarity en este mismo blog.
Este es un resumen de la ponencia de Daniel Innerarity
en el III encuentro internacional de la ACOP en Bilbao.
El resto de resúmenes (incluidos los de otros años), aquí.
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