La Tecla Fértil
EMIRO VERA SUAREZ
Las guerras contemporáneas reflejan un carácter hibrido, es una parte real
y la cibernética,, tratan de infiltrarlas con asuntos domésticos que sea ajena
a un control y con aliados interpuestos para confundir las fuerzas políticas que
actúan como mediadoras en el conflicto. Llama la atención el profundo grado de
animadversión personal de los geoestrategas rusos contra Obama, aunque
no alcanza los niveles de rusofobia masiva del
polaco-canadiense-estadounidense Brzezinski quien, después de haber tendido una
trampa letal a la URSS en Afganistán, contempla(ba) balcanizar lo que queda de
Rusia en tres pedazos, con el fin de incorporar Ucrania a la OTAN, como enuncia
en su libro hoy caduco El gran tablero de ajedrez mundial,
donde no pudo prever las derrotas militares de Estados Unidos
en Irak y Afganistán ni el advenimiento del nuevo orden tripolar
geoestratégico (Estados Unidos/Rusia/China). El verdadero asesor
geoestratégico de Obama es Brzezinski, ex asesor de Seguridad Nacional de
Carter, atormentado por sus fobias atávicas todavía a sus 86 años. Los geoestrategas
rusos han perdido la esperanza de alcanzar un acuerdo con Obama –la paz
imposible–, a quien también le conviene el conflicto congelado de Ucrania
mientras cede la batuta a un Congreso hostil. Quizá los rusos prefieran esperar
por un nuevo presidente de Estados Unidos, dentro de 3 años, para poder
negociar.
La semiótica distorsión geoeconómica/geopolítica de la dupla
anglosajona de Wall Street/La City (Londres), que controla a sus respectivos
gobiernos pusilánimes, cuan impopulares –Obama compite en repudio ciudadano con
David Cameron, el premier británico–, incrusta a Japón, de raza amarilla y
cultura oriental, y excluye a Rusia, de raza blanca y cultura occidental
genuina, del «Nuevo Occidente» adulterado y desbrujado.
Desconocemos los nuevos acuerdos.
Nos encontramos frente a un conjunto de focalizaciones subjetivas, cuya
idea central consiste en atribuir a los mandatarios de Estados Unidos y Rusia,
las políticas que, en realidad son producto de una maquinaria de guerra y de intereses
grupales
Estamos frente una relación de una guerra mediática,
resultado de una lucha por el control del poder de empresarios y derecha fascista
contra el pueblo. La guerra es contra Venezuela y Rusia.
En un enfoque holístico, San Petersburgo –la metrópoli más occidental de
Rusia, válgase la tautología cultural y geográfica– representa uno de los
crisoles modernos de la auténtica civilización occidental humanista: desde
sus incomparables Ballets Russes del Teatro Mariinsky –lo óptimo
de «Occidente»– hasta su maravilloso Museo L’Hermitage, que detenta la mayor
colección de pinturas de Occidente, sin entrar a mencionar otros
notables atributos civilizatorios, como sus iglesias del rito ortodoxo
cristiano –una religión medio-oriental adoptada por la primera, segunda y
tercera Roma(respectivamente la original, luego Bizancio y por último Moscú)– y
sus característicos palacios de ensueño, de arquitectura similar a la de
Italia, Gran Bretaña, Francia y Alemania.
Los alemanes o germanos con Ángela Meckel vienen manifestándose para direccionar
sus políticas de intervención, debido al perfil que ocupan en la Unión Europea.
De lo que no habla la prensa atlantista es de las consecuencias de
esta guerra económica contra Venezuela y Rusia para los países de la Unión
Europea. Además de que la prohibición de las exportaciones de alimentos puede
echar abajo sectores enteros de la agricultura europea, la cancelación de South Stream tendrá
consecuencias muy graves para el porvenir de la Unión Europea al hacer más
caros los precios de la energía, es un boomerang.
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