Alquimia Política
Por: Ramón Eduardo Azocar Añez |
La planificación es parte de la vida
diaria, donde las necesidades son múltiples y los recursos son escasos.
Planificamos hasta para traer al mundo a otros seres, para sostenernos
viviendo, para conseguir recursos y hacer nuestra vida más confortable; para
ello nos preparamos intelectualmente, invertimos y trabajamos. Todos los actos
de nuestra experiencia son generalmente planeados; podrían exceptuarse aquellos
incidentes en que, por lo imprevisto, surgen sin darnos tiempo a planificar,
entonces nos guiamos por el instinto, por el impulso que provoca el mismo
incidente.
En el mundo complejo de la sociedad del
conocimiento, donde la cotidianidad ahoga en múltiples problemas creados por la
industrialización y por el poco cuidado que se le tiene al entorno natural, la
planificación, con sus estrategias, tácticas proyectos y fases técnicas,
resulta vital e imprescindible.
Es así que en el mundo occidental se han
ensayado diversos modelos de planificación, que en sus momentos históricos han
dependido del enfoque político, sistema económico o paradigmas de tipo
científico tecnológico. El auge de una sociedad industrial bajo los modelos
administrativos tayloriano y fayoliano, permitió el desarrollo de una
planificación normativa, donde la linealidad,
parcelamiento, objetivismo y
medición de la realidad eran lo fundamental. Para la década del ochenta del
siglo pasado, con base en las obras de Kaplan y Norton, se inició el boom de la
planificación estratégica impulsada por el auge de la teleinformática y el
manejo de grandes volúmenes de información.
La influencia de la ciencia y tecnología
de finales del Siglo XX, y comienzo del siglo XXI, las nuevas metodologías de
construcción de conocimientos, los nuevos modelos administrativos, las
macrotendencias en el mundo económico, social y político, obligan a transitar
caminos distintos en materia de planificación, a través de las cuales se
planifica en incertidumbre, con datos relativos y para fenómenos cambiantes y
multidimensionales.
Muchos autores han asumido una conceptualizado
distinta de planificación, alejándola de ese punto de vista tecnicista que, en
ocasiones, la ha capsulado al punto de sólo tener acceso a ella un grupo
elitesco del mundo académico e institucional. Freddy Arráez (1995), la define
como un proceso mediante la cual los decisores en una organización, analizan y
procesan información de su entorno interno y externo, evaluando las diferentes
situaciones vinculadas a la ejecutoria organizacional para prever y decidir
sobre la direccionalidad futura.
Otro autor es Julio Corredor (2007),
para quien concibe que en la planificación hay variantes en la percepción
actual de la planificación; ahora se aprecia una planificación Integral,
definida como el proceso mediante el cual el logro de los objetivos exige la incorporación
de todos los factores inherentes a la organización donde se produce la
necesidad de planificar. Jorge Ahumada, en su momento, aportó una
conceptualización de la planificación como una metodología para escoger entre
alternativas que se caracteriza, porque permite verificas la prioridad,
factibilidad y compatibilidad de los objetivos y permite seleccionar los
instrumentos más eficientes.
En la mayoría de las definiciones de los
estudiosos del área de planificación, se aprecian características más o menos
comunes: la planificación es una metodología para la toma de decisiones; la
planificación intenta optimizar el logro de los objetivos; la planificación
trata de hacer coherente los objetivos con la disponibilidad de recursos y
necesidades; la planificación es reflexión del presente para convertirla en
reflexión sobre el futuro; la planificación es un proceso social; la
planificación es un esfuerzo deliberado de cambiar una situación que resulta
insatisfactoria; y la planificación intenta elegir racionalmente las
alternativas que mejor se ajustan a los valores de quien las elige.
En este sentido, la mayoría de los
autores coinciden en que la planificación es un proceso administrativo y como
tal opera en las organizaciones. En el contexto específico de las
organizaciones, la planificación es el proceso mediante la cual se decide la
direccionalidad de las organizaciones. Se fijan objetivos futuros y se trazan
trayectorias para la consecución de tales objetivos. También, la planificación
permite el equilibrio adaptativo de la organización a su entorno procurando
responder eficientemente a las demandas ambientales a partir de un flujo
constante de información.
No obstante, se puede cerrar una segunda
brecha del círculo definitorio de la planificación, esgrimiendo que es un
componente del proceso de gestión, entendiendo por gestión la conducción del
funcionamiento y desarrollo de un sistema, sea este una organización o parte de
ella y los procesos que involucra. La gestión, y por ende, la planificación se
relacionan con el gobierno de los sistemas. De allí que la planificación tiene
como finalidad facilitar el gobierno de las organizaciones estableciendo la
direccionalidad que las mismas deben asumir en el futuro y encauzando el
esfuerzo colectivo en la dirección trazada.
El proceso de planificación situacional
socialista se convierte en un instrumento de gestión, de negociación y de
control organizacional. En ese sentido, el plan permite orientar la toma de
decisiones, por cuanto contiene una serie de decisiones programadas a ejecutar
en el futuro. Al plantearse los objetivos y la trayectoria a seguir producto de
la búsqueda de consenso entre actores, el plan permite comunicar las
expectativas y aspiraciones de grupos e individuos en la organización.
Finalmente, el plan señala metas e indicadores que se convierten en referencias
o standard para el control de la gestión.
En términos de proceso, diferentes
autores plantean el mismo integrado por varias etapas, algunas de tipo
secuencial otras incorporando la retroalimentación de etapas. Todos los autores
coinciden en señalar que el proceso se inicia con un diagnóstico, estudio o
investigación de la situación o realidad a planificar. Posteriormente se pasa a
una etapa de programación, elaboración o formulación de alternativas que se
discuten y deciden colectivamente para pasar después a una etapa de ejecución o
aplicación y control. Por último, una vez se ejecuta el plan se procede a su
evaluación. En resumen, el proceso se plantea en las siguientes etapas:
Diagnóstico, estudio o investigación de la realidad, programación, elaboración
o formulación, discusión y decisión, ejecución o aplicación, control y
evaluación.
Tal como se muestra el conjunto de
etapas, las mismas se solapan con otros procesos administrativos. La ejecución
o aplicación del plan corresponde más al proceso de dirección que toma como
insumo los aspectos formulados para ser llevados a cabo. El control es un
proceso relacionado con la planificación pero contiene su propio método y la
evaluación es un mecanismo de control. De allí que, en este caso, solo se
aceptan como etapas del proceso de planificación el diagnóstico, la
programación, la discusión y las decisiones de las opciones que formarán parte
del plan.
El proceso se puede resumir en dos
grandes fases que incorporan la comunicación y las decisiones respectivas. Esas
fases son la de análisis y la de diseño. En la primera fase, el equipo que
planifica define los problemas que deben ser resueltos, los describe, establece
las relaciones entre estos, los diagramas para comunicarlos en forma de
síntesis, los jerarquiza y selecciona nudos críticos. Una vez se llega a
acuerdos sobre lo que se debe resolver se procede a diseñar objetivos y
estrategias de resolución. El objetivo se refiere a la situación global que se
estima alcanzar al final del plan y la estrategia se presenta como la
combinación de recursos, procedimientos y trayectoria a seguir desde la
situación presente a la situación objetivo definido. En síntesis se puede
decir, que si una organización aspira a permanecer sana debe plantearse
objetivos realistas. La planificación está comprometida en la fijación de los
objetivos de la organización y en las formas generales para alcanzarlos.
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