Fuente Literaria
Herido por el arpón de tus sentimientos, recorro los
mares,
Me diste por presa a los mares, es mi lecho para
morir en sus abismos.
Tu mirada pedernal me vio morir, junto al río, tu
ilusión te llevó a ser una bestia.
Apestada por la bestia del mar.
El mar se levantó en cólera, tremendo. El aire nos
faltó. Me dio su sal
Para morir como abrojo.
El corazón, es como el mar bravío, bajo las horas
cálidas, se abre sereno y tú eres
Tórtola.
Abierto en mil heridas, cruzo el río para abrazarme
a ti y me entregue a tus labios.
Llegas a mí fin, entre aguas.
Las lágrimas llenan el río, es mi alma, tú alma y mi
alma. El mar late en nuestro corazón
Y mis pensamientos.
Eres tú y no lo sabes, te desconozco. Esta
hambrienta por amor de otro cuerpo,
Esclavizas tu arena y van y vienen, hieres mi
frente.
En ti, está todo el mar, cruza tu mirada en la playa
junto al mar. Retozamos, nuestros cuerpos
Sin pensar, hasta irme a La Cordillera.
Se amaron y codiciaron juntos, tus besos fueron
encerrados en mi tumba, y el viento
Arrancó tu sonrisa y se detuvo entre la arena y la
luna.
El aire del mar, siempre es inmortal, tú tórtola te
transformaste en paloma, es mi locura
En palabras y dejarme en el río para una vida
serena.
Mi corazón, no necesita tu cintura, en duelo de mordiscos
y azucenas, quiere es tu cuerpo,
Para el vestir de la Luna, en la piedra inerte de
tus sentidos.
La ola se pierde, como bonanza y los vendavales
cubren los cristales de nuestra esperanza,
Las noches de mi adolescencia en Puerto Cabello se
llenaron de figuras que aquellos momentos no me parecían fantásticas, aunque
tampoco ahora tienen menos realidad ante mis ojos. La existencia es una
cartulina con hojas amarillentas en su interior, todas llenas de fantasía que
se ensanchan, encauzando el universo.
Ahora, lleno mis noches de muchas cosas, desbordo en
mí fantasía muchas historias, cuya imaginación lleva página tras página mi
universo encauzado en cantos, guitarra y poesía. Dios las ha creado para mí.
La noche, no me deja dormir. Consumo todo lo que
encuentro en las librerías. Ya no estoy en Mérida, ni en San Felipe con mi
maestro espiritual. Todo es cordel y palabras, una vez más la escritura, uno
navega por muchos mundos y tú vida esta integra en mi memoria. Todos, somos cómplices
de la noche.
Juan Manuel, Celestino, Asdrúbal, pronto
les acompañare en este cuento fantástico
del existir, muy cerca del mar y el río de Patanemo.
He abrazado el mar, muy de mañana,
cuando las corocoras se navegan por su alimento. No me gusta la figura de
amante, en estos tiempos nunca se sabe. Hay incienso en el ambiente, pero, debo irme.
El tono de las olas ha cambiado, escucho rock, contemplo un futuro a tu
lado, tu voz debe ser segura, jamás nerviosa, contemplemos el futuro, un mundo
no imaginado hasta el momento.
Emiro Vera Suárez, 15 agosto de 2015
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