Carta a Arthemis
Te vestiste de ropaje nuevo,
piensas ir al Cerro Azul junto al Faro.
No es posible creer que te arriesgas a ir a ese lugar, a sabiendas de
mis transformaciones en éste proceso de lucidez astral. No quiero pensar, crees que soy una idea, yo
mismo, tuve por muchos años ese pensamiento, del cual no he podido despojarme.
Mi vida está llena de muchos vendajes y debes ubicarte en una de ellas, donde
seas feliz.



Te digo, deseo ir a tu habitación
para dibujar tu imagen dada por el engaño. Pero, esta acampada pasará en las
turbias aguas, dejadas por la llovizna de ayer. Es en realidad, un espectro en
la conciencia nuestra que nos identifica con la verdad, ten cuidado con la
mentira, pon pie, sobre ti, ahora mismo.
Se abre, la puerta del faro.
Hacia la pared, un gran reloj, los chillidos son enormes, a pesar del aceitado
de los gaviones y bisagras, pero, es la vida y nuestros pulmones necesitan
respirar desde muy temprano y no sientas intimidada, tu alma es una conciencia
que no se deja intimidar, acurruca sobre tu hombro los libros y camina al otro
lado del mar y lee, el Cerro Azul, te da esa oportunidad. Estas con la mano
suelta y cerrada, eres esclava de tus propios hermanos, pobre de ti en la
vejez. Todos transitamos hacia allá, es el odre del camino, la vasija de la
esperanza.

Pero, tu dormirás esta noche
conmigo, no digo, nada más. Ésta tarde tendrá el valor de una sola moneda, tu
luz. Tu alma se acerca y aleja de esa luz, es torpe. Sigues con tus chillidos,
eres tú o las bisagras, define tu vida. Estas enfermas y no lo sabes, guarda
silencio por una noche y los instintos te darán la razón, no camines más, ve al
lecho del rio y báñate, ya el sol del mar cauterizo mis heridas, pero, te
abrazare y te sostendré con mi brazo.
No te olvides, el mar es abierto
Alza tus rodillas y deseo amarte,
te encuentras sola. Las tinieblas estarán en tu interior.
Abrázame, fustígame fuerte,
hincha tus músculos y pómulos de aire, somos una silueta en el umbral, la luz
del Faro se expande en la lejanía de tu alma hacia mí. Es tu silueta y la mía
al unísono
Tu amigo, de siempre
Camco
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