Aventis
La migración se viene convirtiendo en
un tema electoral, no desde la óptica de sus desafíos y posibles soluciones,
sino del miedo, los reclamos y el tufo xenófobo. Lo introdujo Otto Guevara, lo
exacerbó el “cristiano” Abelino Esquivel y lo retomaron, en versión light, los precandidatos liberacionistas. Otros
quieren salir de la marginalidad con el peligroso simplismo de la “mano dura” o
el machete afilado frente a la inseguridad. Y el concepto de “hombre enérgico”
(todavía no hay mujeres) y autoridad a cualquier costo está alzando vuelo.
Nada de lo anterior sorprende: las desafiliaciones político-partidarias
inducen a diferenciarse más por actitudes que por propuestas, y si estas
existen, se reducen a lo básico emocional. Pero sí preocupa: si a los
ciudadanos, los medios, los partidos y candidatos responsables nos envuelve esa
marea, la democracia –es decir, todos– padecerán los efectos.
Al gobierno de Nicolás Maduro Moros, lo plenaron de buenas intenciones
al comienzo, pero sus amigos del gabinete le empedraron el camino y ahora
transita al infierno, con un Vaticano político- siempre lo ha sido- y muy dado
a las fiestas. Lo cierto es que, no hay un espacio para un mercado adecuado y
todo es confusión y efectos de una mala política de gobierno.
Siempre habrá un racismo y una lucha de clases, por ejemplo, Raúl Castro
habló recientemente que representa el muro de Trump, pero, ellos tienen en Cuba
uno espiritual, los blancos están hacia Holguín y los negros detrás de La Habana
y no los dejan viajar al exterior
Las argumentaciones ya son conocidas. Surgieron distorsiones, críticas y
polémicas, pero, era solamente, una idea simplista de campaña que se reforzó como
una negatividad, pero, expresa un verdadero ejercicio de poder y abrió la
brecha para distanciar la guerra bélica en el Medio Oriente y la imagen
simplista de los discursos, a EEUU y Rusia no le interesa el Estado Islámico y
en Venezuela quieren motivarnos al doble juego del islam, un fuego peligroso a
ambos lados. Variando las exigencias del elector, en nuestro país se busca
precisar el discurso ofrecido por los operadores político-electorales,
coadyuvando al cierre de la brecha entre aquel y el discurso reproducido desde
la función de Gobierno.
“Dios hizo el
mundo, pero los holandeses hicieron a Holanda” es una expresión muy popular en
los Países Bajos. Se refiere a los grandes esfuerzos del pueblo holandés para
construir diques en un terreno rodeado de tanta y tanta agua, por encontrarse
bajo el nivel del mar. La tierra holandesa, como lo conocemos hoy, es el
orgullo de cada uno de sus ciudadanos.
Así, no es de
extrañar el ímpetu de nuestro pueblo venezolano que siempre ha vivido luchando
contra los embates de la naturaleza y la política militar, por qué no decirlo,
de sus países vecinos. La identidad y la nacionalidad son aspectos relevantes
que no se pueden poner en duda cuando se habla de Venezuela. Por eso, no es de
sorprender la nueva noticia que circula en la prensa internacional sobre los
nuevos métodos de sufragio y la inscripción de las organizaciones partidistas.
La renovación de los partidos políticos,
En un momento
cuando la humanidad ha depositado ciegamente sus tesoros, tanto monetarios,
culturales, artísticos, sociales como electorales en los sistemas informáticos,
Venezuela da una campanada a la comunidad internacional al comunicar que tienen
un sistema de conteo de votos confiscado a una élite y a tres poderes. Aunque
resulte asombroso, debemos volver al conteo manual, para evitar la intromisión
de otras naciones. Desde luego, este comentario pone el acento en Rusia. Ahora,
dedicado a un espionaje fatuo dirigido por imberbes.
Recordemos que
debemos ir de a elecciones generales pronto de gobernadores y alcaldes, y al
pueblo venezolano y a las élites políticas les preocupa mucho que puedan
jaquear los sistemas de computadoras actuales. Con esta medida, el país da por
entendido que los sorprendentes resultados de las últimas elecciones a lo largo
del orbe son producto de ciberataques telemáticos y de control ideológico.
Por supuesto, esto
trae consigo varios inconvenientes estrictamente logísticos, sobre todo por la
tardanza en los resultados y programas del CNE y TSJ en el juego del gato y
ratón, irrespetando el sentir nacional, pero es un precio ínfimo en relación
con el beneficio de resguardar lo más sagrado de un pueblo: la pureza del
sufragio. “El ciudadano debe poder fiarse del resultado, de ahí que volvemos al
papel de toda la vida”, El sentido común se impone a tantas y tantas teorías
que explican resultados paradójicos en diversas partes del orbe. Es muy fácil
pronosticar el pasado: esa ha sido la actitud conformista de los analistas
internacionales, que ingenuamente creyeron en los imprevistos resultados
electorales recientes del 6 de diciembre. Dieron por descontada la posibilidad
de estar ante un fraude sin precedentes, y se dedicaron a explicar, con sonsacadas
teorías, esa extraña e inesperada voluntad popular.
Eso no se limita a
los Estados Unidos. Hoy todos brindan una y mil explicaciones para justificar
resultados paradójicos en el orbe. Pueblos enteros se han preguntado: ¿qué
pasó?, ¿cómo fuimos a votar así? Hoy se dibuja una clara respuesta al observar
que esos resultados incomprensibles tienen un común denominador: el triunfador.
Sí, en todas hubo un solo ganador: el Kremlin. ¿Me refiero a USA y Venezuela?
Creando aliados
“elegidos electoralmente”, que a la vez son enemigos de los vectores propios de
los pueblos, Rusia pretende debilitar a sus tradicionales enemigos. Sacar a
Inglaterra de la Comunidad Europea, y nombrar a “un cabeza caliente” como
Trump, sin duda beneficiará el poderío ruso. Ya hoy Vladimir Putin es
considerado por los analistas políticos y la prensa internacional como el
hombre más poderoso del mundo, y los sondeos prevén que su poder y su órbita de
influencia se agigantan cada día más.
A nivel mundial. Con
los dedos, con las manos, con lápiz y papel, y si es necesario con el ábaco
escolar, es la respuesta de las autoridades electorales estadounidenses ante la
amenaza que representa el voto electrónico manipulado. Hasta se está
cuestionando el uso de cualquier máquina electrónica, debido a los alcances de
los hackers en estos momentos.
La iniciativa
mundial es digna de una profunda reflexión. Muchas conclusiones giran en torno
a esta medida, entre las cuales sobresale que hoy las urnas electorales
constituyen el nuevo botín de los hackers. Occidente se ha mostrado ingenuo
ante la amenaza cibernética y, peor aún, ha tenido que “callar y tragar” ante
resultados no acordes con la voluntad popular. El escenario de gobiernos poco
populares, un contrasentido a la esencia misma de la democracia, ya se está
viendo en Norteamérica. Vemos también como la “casi obligada” moderación
presidencial en Estados Unidos ha dado paso a un vociferante presidente que
recuerda aquellos coléricos dictadores que mandaron en el mundo del siglo XX,
mientras la nación norteamericana parece estar a las puertas de confrontaciones
civiles y hasta el desmembramiento de sus estados, como producto de fallas sensibles
en la seguridad electoral.
Países grandes,
países pequeños, países poblados, países despoblados, países ricos, países
pobres…, todos son importantes en el concierto de naciones. Los votos por país
pesan cuando de decisiones consensuadas se habla. Por eso, las medidas
electorales son sabia. No requiere ni de inversión ni de tecnología. No hay que
hacer grandes erogaciones. Lápiz, papel y paciencia son los elementos que
permiten evitar el nuevo fraude del mundo.
Es importante que
como país volvamos al sufragio con el pulgar. Algunos eruditos creen
innecesario manchar la mano con tinta, pero en verdad no es una mancha. Esa
tinta impregna de pureza el pulgar y el índice, y a la antigua evita fraudes.
Desde ya debemos evitar avanzar hacia nuevas formas electorales que sin lugar
hoy son las más inseguras. Los poderes electorales están en línea.
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