Aventis.
Debemos tener un respeto hacia la soberanía de
nuestra República Bolivariana de Venezuela, es una lucha por preservar su rol
participativo y, que refleja un modelo que es referencia mundial a cualquier
proyecto de liberación de los pueblos.
Los criterios y matrices de opinión deben llevarnos a un consenso para
lograr un equilibrio político y sea respetada nuestra Constitución.
Con la soberanía no se juega y nuestra Constitución
fue avalada por todo el pueblo, dándole un voto de confianza al Comandante,
Hugo Chávez Frías. Hay que dejar atrás el filibusterismo, proporcionado por
grupos anárquicos que hablan mal del gobierno en cualquier institución del
Estado.
A los ciudadanos no se les puede tomar el pelo.
Las corporaciones legislativas de cada región, debe
aplicar sus funciones y normativas para darle funcionalidad al Estado. Son
peticiones, tanto de la judicatura, como del pueblo que se deben aplicar.
Acorde con la gestión del público. La demografía es una ciencia exacta y los
dispositivos deben implementarse para garantizar la seguridad ciudadana.
Así que, jamás habrá un amor eterno por la patria
chica, se debe comprender el equilibrio nacionalista de las partes y, la
globalización de dos realidades que reflejan una dicotomía de poder entre el
poder ejecutivo y legislativo, pero andar entre contrariedades es difícil y se
manifiesta en una entelequia ideológica, lo que, si es visible la falta de
humanismo y amor al terruño de parte de oposición y gobierno, lo demás es una
manada de lobos.
Pero, tenemos acceso a las funciones públicas y eso
está tasado y reglamentado en la Constitución Bolivariana de Venezuela. Hay
procedimientos que determinan expedientes administrativos para avanzar y no,
una guerra inocua. Estas disyuntivas internas desvirtúan el proceso y eliminan
las garantías, sin depurar responsabilidades, para adelantar el proceso
político venezolano.
Nos sobran políticos, carecemos de profesionales y
empresarios idóneos. Es un ecosistema complejo a nivel político, pero, el
pueblo desea resolver su ideario en bien común, no quiere más improvisaciones
para no pasar por la experiencia del Perú y Argentina, porque, Colombia,
siempre ha sido una base extranjera
Estamos en la era de la
virtualidad de los mensajes, de la expresión de los afectos a través de emoticonos,
sentimientos que somos incapaces de expresar con palabras y, mucho menos, que
perduren en el tiempo, se borran a la primera de cambio, y más ahora que el
mercado ofrece nuevas «apps» que los eliminan una vez leídos. La sofisticación
en la era informática nos lleva a una aceleración difícil de alcanzar. El
lenguaje de los signos cobra protagonismo en nuestras expresiones. Es más fácil
poner una carita sonriente, una expresión de enfado o un corazón que decir: te
echo de menos, no estoy de acuerdo o te quiero. Quizá nos hemos vuelto vagos o
tímidos adoptando posturas menos comprometidas. Cuando la inercia te sumerge en
este lenguaje, a veces, inesperadamente, se produce un toque de atención que
despierta lo que antes escribíamos en papel, en postales dirigidas a personas
de nuestro entorno, y se produce porque los mensajes son reales como los que
han sido escritos por José Luis Casaus a su esposa Elena fallecida hace 23
años, mensajes en formato de esquela que año tras año han salido, puntualmente,
cada 21 de marzo en El País de España o, algunos en Noti Tarde de Venezuela.
Pequeñas cartas que dicen, en clave de humor, mucho y explícitamente el
acontecer de la vida a través de sus hijos Boris y Yuri, en el primero.
Mensajes en las cartas que Miguel Hernández escribió, desde la cárcel, a su
esposa. Mensajes dibujados en tapias como «la ansotana de la curva» que
acompaña con versos de Octavio Paz, o los del anónimo Banksy que pueblan el
mundo removiendo conciencias. Mensajes en botellas lanzadas para que alguien
los lea, aunque no tengan respuesta. Guardemos nuestros libros, esos que no se
borran, porque volver a leerlos es seguir sintiendo lo que transmitieron
nuestros antecesores, pero en política se reescriben muchos escritos.
Debemos acabar con las tensiones y censura en el
sector político. Porque, siempre estaríamos sometidos al debate sin ninguna
solución, siempre, bajo las expectativas de la improvisación y nos encontramos
con unos magistrados y diputados autonómicos que desean validar todo, burlándose
de las legítimas expectativas del pueblo y del triunfo parlamentario y una GNB
y un SEBIN perseguidor de diputados, cuando sabemos que esos cuerpos de
seguridad pública se encuentran desprestigiados. Es una ridiculez pública, la
actuación de nuestros cuerpos militares, atrincherados en colocaciones de orden
civil y no militar, acantonados en grandes almacenes de alimentos, ser militar,
hoy, exige mucho entrenamiento.
Los magistrados, deben saber interpretar sus
funciones públicas. Todo, este sujeto a una reglamentación y nadie es marciano,
ni el presidente, existe una autonomía de poderes de niveles muy manifiestos y
los foros dados, así lo declaran.
En este escenario de incertidumbre, el pueblo
debe romper su silencio. Nadie formula en una nota oficial de su partido político
una clara advertencia: cualquier cambio al modelo ideológico debe ser para
mejorar la estructura del Estado, no para dejar más personas sin cobertura
médica. Precios altos en los alimentos e inseguridad jurídica. "Nuestro punto de partida debería ser que
cualquier cambio a nuestro sistema de salud o público sea para mejorarlo y no
hacerlo peor para millones de trabajadores venezolanos", expresó en una
oportunidad el ex mandatario Hugo Chávez Frías. "Después de un siglo de
conversaciones, décadas de intentos y un año de debate partidario, nuestra
generación tuvo éxito”. Lo manifestó en una oportunidad, el maestro Luis
Beltrán Prieto Figueroa. Finalmente declaramos que en Venezuela. el cuidado de
salud no es un privilegio para pocos, sino un derecho de todos", apuntó
Chávez en una alocución de Barrio Adentro. En cada oportunidad insistió en que
era necesario "seguir construyendo a partir de esa legislación". Y
vienen unos magistrados de la alta Corte del TSJ destruir por manifestación
política, la estructura misma del Estado, deben ser enjuiciados por violación
de estatutos jurídicos adheridos a La República Bolivariana de Venezuela.
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