La
Tecla Fértil
En
este instante, la Unión Europea viene atravesando el momento más crítico de
toda su historia por la catástrofe objetiva y reflexiva que supone el brexit,
junto con el ascenso de la extrema derecha en tantos de sus Estados miembros,
algunos de sus dirigentes más notorios parecen incapaces de corregir algunos
límites y contradicciones. A su vez, rectificar sus errores. La derecha
radical, en su cobijamiento en Alemania prefiere seguir poniendo parches y
elaborar planes para el futuro anti comunitario, teniendo en cuenta las últimas
recetas del gobierno inglés. Donald Trump y Putin buscan en el cortoplacismo,
el tiempo necesario para revisar los programas sociales de China y Japón y, en
forma conjunta elaborar estrategias de futuro que aminoren la crisis financiera
mundial en el marco de la globalización.

Las grandes empresas, compañías y corporaciones
quieren a través de sus lobbies, trasladar sus riquezas y pertenencias a sus
paraísos fiscales y replantear el problema social para asumir medidas de
control, mediante una política económica oficial. Pero, ha encontrado
resistencia en el Occidente y países, como Venezuela que logró, mediante
medidas especiales proteger a sectores deprimidos y que han logrado superarse
por las medidas asumidas por el presidente, Nicolás Maduro Moros.
El euroescepticismo de los votantes ultras
y derechistas, es fruto del impacto negativo de las reformas
laborales y la política de austeridad dictadas por Bruselas y Berlín (en contra
del ideal de justicia social de la UE) y de la pérdida del control democrático
sobre la política económica. Ésta es diseñada e impuesta por los tecnócratas de
una Comisión Europea con repetidos e impunes escándalos dentro de un marco
normativo que priva de autonomía política a los gobiernos y parlamentos
nacionales.


El fracaso de las políticas de integración y la acumulación de recortes en
el gasto social han creado además la percepción en muchos ciudadanos de que
deben competir con el inmigrante por unos recursos cada vez más escasos en
educación, sanidad, vivienda y protección social, que la extrema derecha
aprovecha para presentar al inmigrante como fuente de las dificultades de los
menos favorecidos. Asimismo, ha incidido negativamente el uso por parte de las
empresas de inmigrantes de dentro y fuera de la UE y la contratación de obras y
servicios a empresas ubicadas en el Este (que pagan a sus empleados desplazados
el sueldo del país de origen) para sustituir mano de obra local o rebajar las
condiciones salariales y laborales.

Desde
2008, la derecha venezolana busca afanosamente recuperar lo mejor de su
tradición política y desea aplicar el modelo social europeo, manteniendo
formulas fallidas y antehistóricas que son propuestas contrarias al humanismo.
Es decir, desea aplicar la arquitectura institucional comunitaria, bajo una
regulación de mercados y control financiero, un aspecto que contradice el
sentimiento real de la ciudadanía latina


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