Aventis
¨* Revolución, es trabajar con el
pueblo y no pactar con las élites burguesas

En este contexto, es claro que
los avances que en términos institucionales contiene la Constitución
Bolivariana, se deben salvaguardar por parte de la sociedad venezolana, pero la
institucionalidad como tal, debe ser reformada en aras de garantizar y promover
dinámicas democráticas en y desde la sociedad. Ello refiere a una cuestión de
índole tanto interna como externa. En términos internos, se deben propiciar
cambios en la configuración del sistema electoral, (CNE), generar mayores espacios
de participación ciudadana, concretar escenarios de veeduría ciudadana y afilar
los mecanismos de los órganos de control y del Ministerio público, entre otras.
Los cambios que refieren al
exterior de la institucionalidad tienen una relación dialéctica con la misma.
La referencia principal es a la posibilidad y necesidad de renovar el escenario
de la política institucionalizada mediante la inserción de nuevos actores que
puedan concretar cambios de profundo calado.
La construcción de la paz, a raíz
de los últimos acontecimientos, debe estar signada por la democratización de
nuestro pueblo y los crímenes cometidos, la corrupción galopante y la dinámica política
deben ser revisadas para evitar la carroñeria.
En este marco, en el proceso de
construcción de la paz es determinante que los entramados institucionales
puedan y, ante todo, deban ser democráticos, pero entendiendo que los mismos no
agotan ni contienen en sí la democracia. La democratización pasa tanto por la
posibilidad de dar lugar a la pluralidad y a la diversidad que se re-crea
cotidianamente como por la configuración de mecanismos institucionales -siempre
susceptibles de modificación- que permitan que la ciudadanía ejerza sus
derechos y goce de las libertades propias de la vida democrática.
Los cubanos, pensaron que éramos
su club y nos destruyeron, empezando por el comandante Hugo Chávez Frías para imponer
a Nicolás Maduro Moros, cuyo único oficio conocido era de leguyero e
influenciable por las fuerzas antidemocráticas que se movilizan a voces,
alrededor del Palacio de Miraflores.

Esto, debe cambiar radicalmente,
ni los consejos de Herman Escarra servirá para algo.
Sísifo, quien burló a Tanatos y
se fugó de un cautiverio que le impusiera Plutón, fue condenado a empujar, en
los infiernos, cuesta arriba por una pendiente, una roca que siempre se le
escapa de sus manos cuando se aproxima a la cima. Dado que la piedra se resbala
por la pendiente y vuelve a la base, Sísifo reinicia su labor incesantemente,
dando lugar a una actividad que implica mucho esfuerzo y no tiene sentido
alguno. Así, el condenado pasaría la eternidad realizando esta dispendiosa y
frugal labor. Tal como Sísifo fue condenado a empujar la roca, nosotros tenemos
la ardua labor de cargar sobre nuestros hombros la suerte de una forma
institucional que ha demostrado obstruir mucho más de lo que garantiza y
promueve en términos de derechos y libertades para los seres humanos. Entonces,
como Sísifo está condenado a llevar inútilmente la piedra hasta cercanías de la
cumbre, nuestras sociedades están condenadas a nutrir la democracia
representativa sin que la democracia se corresponda con la cotidianeidad de las
relaciones que entraban los seres humanos.

En este marco, huelga recalcar
que en las últimas décadas se ha generado un consenso respecto de la necesidad
de concebir la democracia más allá de tal o cual entramado institucional.
Democratizar implica generar cambios institucionales importantes, pero, también
y ante todo, incluye dinámicas que desbordan la esfera institucional y que
signan las posibilidades de fortalecer las prácticas democráticas de las
comunidades y las organizaciones, proyectándolas tanto hacia la
institucionalidad estatal como al exterior de la misma. Es, entonces, en la
democratización de nuestra sociedad donde se alberga la posibilidad de romper
el castigo que se ha cernido sobre la población venezolana. La posibilidad de
llegar a la cumbre depende de los ejercicios democráticos de quienes han estado
excluidos de la política institucionalizada y ahora podrán no sólo participar
en ella sino también, de acuerdo con las correlaciones de fuerzas,
transformarla.
La Revolución Socialista que nos
habla Chávez pasa por una etapa protagónica y de democratización a una fase de
Poder Popular y Comunitario radical, donde es
la Asamblea de Vecinos quien orientara el camino de cada una de esas
decisiones y quienes, se mantengan al margen de la ley serán castigados
fuertemente y, para esto, en algunos países existe la pena de muerte. Para aquellos
que violenten la ley de manera repetida.
Entonces, el punto clave en la
superación del remedo de democracia al que asistimos refiere a la potenciación
de las comunidades mediante ejercicios de poder popular que se expresen tanto
cualitativa como cuantitativamente y se desplieguen en lo institucional y lo
extra institucional. No podemos resignarnos, ni como ciudadanía ni como
institucionalidad, a ver cómo la firma de un acuerdo de finalización del
conflicto social, se da en simultáneo con el asesinato de líderes sociales y
políticos en diversos territorios; Mérida es el claro ejemplo y Táchira, cómo
mueren niños a causa de la desnutrición en hospitales, mientras las élites se
enriquecen y se adhieren, cual rémoras, a los recursos de las administraciones
municipales y departamentales, cómo se degrada la salud de la población
venezolana mientras las unidades de batalla y sus accionistas nadan en miles y
miles de millones de bolívares y nadie rinde cuenta ,cómo el sector financiero
especula en el mercado de comestibles con los dineros provenientes de la
seguridad social de millones de trabajadores venezolanos.

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