La Tecla Fértil
Los discursos tienden a ser más efervescentes,
en la medida en que se avivan los sentimientos y, siendo criticados por algunos
o aplaudidos por otros, vemos que existe un solo grupo a quien se le quiere
hacer apología del terrorismo, es al pueblo. Son intercambios de palabras que,
buscan hacer prevalecer el papel del Estado y dejar un mensaje claro, hay que
continuar con la represión y la mano dura.
Por cierto, todos desean mantener un
protagonismo, con el tema de criticar la
rápida salida del presidente Nicolás Maduro Moros, le vienen creando una imagen
de revoltoso y afable, pero, la idea es avivar los sentimientos de víctima,
precisamente los mensajes de Guevara y
Machado, son más emotivos que racionales y no le tienen miedo a la cúpula de la
Fiscalía y el Tribunal Supremo de Justicia, es que se quiere crear una matriz
de opinión sobre un Estado en constante conflicto armado interno, como
revoltoso.
Lo fundamental, más allá de la posición
de ambas partes es, buscar espacios de debate para presentar razones
contundentes que genere tintas de apasionamiento y sanar las llagas abiertas
desde hace veinte, (20), años por un frente de opinión que desea prevalecer en
el gobierno del Estado y que no generan o pulsan algunas afirmaciones. El
asunto, no es a medias tintas, el pueblo debe envolverse en un solo movimiento
de opinión.
Pasamos, hacer un ring de pelea, un fiel
estilo a la bronca de antaño, polémicas ideas que no expresan un pensamiento
unitario, grupos que nos quieren llevar a una época de violencia y
enfrentamiento, actualizar dichas fechas y, de esta manera darle oportunidad a
un sector del gobierno a reestructurar su cachivachería ideológica y llevarnos
de una manera atemorizada aun mundo imaginario, recreado por un líder popular,
lo cierto es que estos muertos no lo paga nadie, al igual que otros once
muertes que están en una lista de espera. Aparte, de los provocados por Enrique
Capriles Randoskyy Leopoldo López.
Ha sido una semana de sucesos
importantes, la cuestión son los militares, que, junto a los grupos violentos
desean activar la lucha armada popular con los violentos, se busca disfrazar ciertas
hipocresías, cada vez, más grande en la sociedad venezolana, todos quieren
liderar un lobby para crear crisis en el Parlamento y coyunturas que han
abierto una serie de debates a nivel nacional con fines inconfesables.
En lo que respecta a la Sociedad Civil, se esconden
diversos paradigmas en la sociedad venezolana frente a un tema que ya viene
debatiéndose desde hace algunos años. De un momento a otro, viejos valores
religiosos e ideas más liberales han comenzado a defender sus respectivas posiciones
frente al Estado. Aquí existe cierta hipocresía desde la misma sociedad. Muchas personas manifiestan una posición
favorable frente a estos debates; empero, poco se hace por lograr hechos
factibles en torno a la problemática en cuestión. Simplemente son las
elecciones regionales de gobernadores y alcaldes. Tenemos una ciudadanía
venezolana que aún no se moviliza lo suficiente como poner en agenda permanente
el tema del Consejo Nacional Electoral, al tapete. Quizá estas simpatías por la
aprobación de una ley solo queden en ello, en simples preferencias, cuando lo
que en verdad se esconden son valores religiosos y una defensa férrea del
núcleo familiar conformado por el hombre y la mujer como cabezas de hogar. Más
allá, nada
Esto nos lleva a pensar que también nuestras autoridades
políticas mantienen ciertas hipocresías frente a un problema que ya comienza a
poner en riesgo las instituciones del Estado: la criminalidad como forma de
hacer política. Surge la pregunta, ¿Debemos esperar a que más opositores
políticos sean asesinados en el país? Como oficialistas. Lo que pone en
evidencia la tardía actuación del Estado en la región, no es más que una fiel
expresión de ciertas hipocresías frente a problemas que son de conocimiento
público en el norte del país desde hace algunos años: extorsiones, asesinatos
de opositores y gente del gobierno, amenazas de muerte a fiscales,
gobernadores, policías y militares. Cada vez más, las deficiencias de la centralización
muestran su peor rostro: autoridades regionales que se vuelven amos y dueños de
la institucionalidad democrática. Aún pocos comprenden porqué aún no existen
esfuerzos para promover la eliminación de la “reelección indefinida” en todas
las autoridades sub nacionales del país.
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