Todo, lo
relacionado con Venezuela debe pasar por la Casa de Nariño, es el verdadero
espacio geopolítico con sentido pedagógico que se mueve por estas tierras
latinoamericanas, liberar a Colombia es liberar a Venezuela. Es la verdadera
gesta histórica y, de allí la necesidad de revocar a Santos de toda gestión de
gobierno y regresar a las representaciones populares.
Lo demás es
mimetismo y se encuaderna en la guerra de los selfis. Hay que palear todo lo
que se llame socialismo, porque esta gente, puede representar a cualquier
teoría humanan menos a los conceptos socialistas. Hay que buscar llegar a los
corazones verdaderamente socialistas.
De seguro
algunos estarán preguntándose por la relación entre dos hechos tan
desarticulados y ya con quince días de añejamiento. Me explico: algunos pueblos
e individuos subsisten a expensas de su desmemoria… ajenos a cualquier antecedente,
con la mira puesta en inmediateces y despojados de toda perspectiva. Pero
acontecimientos de esta naturaleza resaltan la importancia del retrovisor como
herramienta para enderezar y replantear los destinos o incluso para
reafirmarse. En un mundo donde tantos iluminados del neoliberalismo exigen
“menos poetas y más ingenieros”, no sorprende que muchos consideren tales
saberes inútiles. Pero esto de recordar con inteligencia es más que un embeleco
nostálgico o una exaltación fetichista del pasado.
Pensémoslo:
Colombia está enferma de amnesia colectiva al igual que Venezuela y, debemos
llamarlas a una reflexión. Y lo que es peor… voluntaria. De ahí que todavía
haya quienes crean que “a este país se lo tiraron las Farc”, que el cine
nacional comenzó con La estrategia del caracol, que Risaralda y Quindío
fueron parte de Antioquia, que el tranvía bogotano dejó de existir el 9 de
abril o que los señoritos que el 20 de julio se pronunciaron contra España , eran
unos filántropos amantes de la libertad. Urge, por ello, mirarnos en nuestros
antecedentes. Pero no desde la perspectiva de la anécdota mentirosa, repetida
un millón de veces, del monumento muerto o del malentendido heroísmo. Nos están
haciendo caer en tierra movediza, hasta en Venezuela y, resulta que todo es una
mentira socialista, son menos de izquierda, son una bestia del poder.
Es
preciso descifrarnos en la paradoja. Saber, por ejemplo, que los depredadores
medioambientales no son cosa reciente. Que Santander intentó desecar la laguna
de Guatavita para extraerle oro. Que resulta absurdo llamar a un solo periodo
de nuestra evolución la ‘violencia’, cual si los demás años hubieran sido
apacibles. Que el poder en estas tierras tiene genealogía y ADN. Que aquellas confrontaciones
descerebradas y actuales entre izquierda y derecha en otros tiempos fueron
entre gólgotas y draconianos, entre godos y cachiporros o entre federalistas y
centralistas. Y que por causa de estas, acumulamos siglos enteros
confrontándonos, reducidos a títeres de nuestra dirigencia. Así pues, con todo
y lo antiacadémico que suelo ser, me declaro a favor de la observación
reflexiva del pasado como ejercicio indispensable para seguir existiendo. Y
espero que el lugar de nuestra historia como un vehículo imprescindible de
avance y autoconocimiento sea al fin debidamente dignificado.
Queremos
estar mejor, sin embargo, pocas personas logran definir con exactitud qué es
“estar mejor”, ¿mejor que lo que estaban el año pasado o mejor que su compañero
de trabajo o estudio? Quien no sabe lo que quiere nada puede llegar a tener, de
la misma manera que quien no sabe para dónde va ya llegó a su destino.
Hazte la siguiente pregunta: ¿es esta la vida que
quiero para el resto de mi vida?… ¿Es este trabajo, esta manera de usar mi
tiempo, estas personas que me rodean y con quienes me relaciono, esta casa,
esta manera de vivir lo que quiero para el resto de mi vida?…
Simplemente haz el ejercicio mental, ¿si tuvieras
que cambiar algo en este momento, ¿qué sería? ¿Dejarías que todo siga tal como
está justo en este momento o hay cosas que te gustaría que fuesen diferentes?
Puedes no tener totalmente claro lo que quieres, y
es normal, pero tan valioso como saber lo que se quiere es saber lo que “no” se
quiere, las cosas que no quieres vivir o repetir, los errores que no quieres
volver a cometer, los lugares donde no quieres volver a estar o las emociones
que no quieres tener en tu vida. De hecho, un “NO” definitivo y determinante
puede ser más poderoso que muchos “sí” que se dan por salir del paso.
De forma tal que, si te haces las preguntas
correctas, puedes ver qué es lo que necesitas cambiar en tu vida, y lo que
debería seguir tras entender eso es algo que suena simple, pero es lo más
desafiante: ejecutar los cambios que deseas ver en tu vida.
Nada cambia porque sí, y solo la lluvia cae del
cielo, si quieres ver un cambio en tu vida debes trabajar por lograrlo,
buscando alternativas que te lleven a este o que te alejen de eso que no
quieres. Si no encuentras por tus medios la manera, sigue el ejemplo de quienes
ya lo hayan hecho, busca inspiración, orientación o consejo, pero no te quedes
quieto.
Siempre estamos a dos cosas de una vida totalmente
diferente a la que tenemos en este instante, la primera es una decisión y la
segunda es una acción. Estoy seguro de que si te tomas un par de minutos para
pensarlo, a tu mente vendrán con claridad los cambios que quieres para tu vida,
las cosas que te gustaría fuesen diferentes, esa puede ser tu decisión; lo segundo
que es acción depende de que te muevas, de que cambies de camino, que explores
uno nuevo o que lo construyas, no mañana, no luego… hoy, aquí y ahora, porque
la única garantía que tienes sobre tu futuro radica precisamente en lo que
hagas hoy, de manera que la pregunta no es solo ¿qué quieres?, debes agregar
¿qué estoy haciendo por lograrlo?
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