El Reloj del Tiempo
Pablo Iglesias y su grupo, esta dando
que hacer en España y los medios de comunicación se encuentran consternados por
las presiones que reciben desde el parlamento y el Palacio de La Moncloa para
la repartición de bienes mediante las subastas de cargos que, sin duda,
constituye un alegato para los otros jóvenes que desean superarse, pero, todo
esto, constituye una detonación que repercute en el Hemiciclo de La Clase
media. Los detonadores, es una clara imagen de quienes desean que el gobierne,
tome las previsiones y haga sentir su responsabilidad.
El modo en que se ha abalanzado
sobre los medios de comunicación públicos y el bochorno con el que se están
subastando cargos y sueldos está agotando la credibilidad del Ejecutivo antes
de que se ponga de pie. El Gobierno está en el aire, además de por su debilidad
en el Parlamento, Cámara a la que desprecia como nunca se había visto antes,
por la detonación de su relato renovador. Eso para el que se lo creyera.
Especialmente grave parece la cesión de RTVE a
Podemos. Todo lo que rodea a esa operación es un disparate ominoso del nuevo
gabinete y un reconstituyente para la oposición. El hecho de que Iglesias nunca
haya ocultado sus ambiciones para convertir el Telediario en una herramienta
bolivariana de asalto al poder, la revelación de los detalles de la negociación
y el cabreo de los profesionales de la casa han puesto a Sánchez en el único
lugar que no se puede permitir: el de nítida similitud con su predecesor.
El presidente apela a la paciencia
mientras arraigan las dos semillas estratégicas sobre las que pretende
ensanchar una base electoral para 2020. El pactismo con los independentistas en
que le permita convertir al PSC en suministrador de escaños, tal y como
hizo Zapatero; y un engordamiento de
los ingresos fiscales del Estado que le dé margen para gasto social en el
próximo Presupuesto.
El
experimento lo financiarán, por el momento, los insolidarios autónomos que
utilizan furgonetas diésel para los repartos sin pensar en la capa de ozono y,
sobre todo, los miles de catalanes que salieron a la calle en otoño para
reivindicar su españolidad en una Generalitat que niega su existencia como
ciudadanos y, a tenor de los escritos de su presidente, también como seres
humanos. Les van a dejar vendidos.
Pasada la resaca de la contundente
victoria, Pablo
Casado tiene ante sí una ardua tarea: la integración real del PP.
El congreso evidenció la división en el seno del partido -inherente a todo
proceso de democracia interna- con un nada desdeñable 42% de los compromisarios
alineados tras Sáenz de Santamaría. Por ello, el
éxito de las primarias e incluso del propio Casado no será pleno si ahora los
populares no son capaces de remar todos en la misma dirección. Y
deben soldar esa integración con rapidez, porque el más que probable anticipo
de las elecciones en Andalucía este otoño es una cita en la que ya debe
visualizarse esa unidad.
El líder andaluz, Juan Manuel Moreno, hizo campaña
a favor de la ex vicepresidenta. Pero, como no podía ser de otro modo, ayer
trasladó su apoyo incondicional y lealtad al nuevo presidente. Casado tiene
aquí la primera oportunidad de mostrar su voluntad integradora. Además, dada la
importancia de los comicios andaluces, no caben ahora revoluciones en la
dirección regional y tanto quienes han respaldado a Sáenz de Santamaría como al
vencedor deben hacer de la necesidad virtud. Lo contrario sería suicida para
acabar con "40 años de fracasos políticos" en Andalucía, en palabras
del propio Casado.
Todas las experiencias pioneras son
problemáticas, y no ha sido una excepción el proceso estrenado en el PP para
elegir al sucesor de Mariano Rajoy. Nadie preveía un desalojo abrupto del poder
mediante una moción de censura, por lo que se esperaba que Rajoy pudiera
pilotar una transición tranquila. Pero Rajoy decidió abandonar la política sin
contemporizaciones,
Pese a todo, los
militantes han elegido. Y su elección ha premiado la capacidad de la ex
vicepresidenta para proyectarse como cartel electoral de garantías. Su imagen al frente del Gobierno se ha
impuesto al control orgánico de la secretaria general, singularmente en
Andalucía, cuyo concurso ha desequilibrado la balanza.
Y todo indico que los votos de María
Dolores de Cospedal, descabalgo de la liza, pudo acabar convirtiendo entonces a
Casado en líder del PP.
José María Aznar hace tiempo que tomó
distancia crítica con la formación que él mismo refundó y el candidato de
consenso, Núñez Feijóo, con su imprevista espantada entregó el partido a una
pugna hosca entre Santamaría y Cospedal. Hostilidad que se ha dirimido finalmente
en una campaña más bien poco edificante,
marcada por el crudo personalismo, antes que por el debate
programático.
.
Los electores, sin embargo, también
han recompensado la audacia del joven político madrileño, que se lanzó a la
carrera sucesorial sin el apoyo del aparato y sin la cobertura del gobierno
saliente. Se aferró sin embargo a un discurso elocuente y decidido que busca un
rearme ideológico del partido y que ha logrado ilusionar a buena parte de la
militancia. El punto débil de la investigación abierta sobre su expediente
académico lo ha suplido -veremos si definitivamente- con sus dotes
comunicativas, su frescura generacional y su fe
en un proyecto alternativo a la administración del posmarianismo.
El vencedor, Casado, deberá primero
realizar un generoso esfuerzo de integración para conjurar el peligro de
escisión o abatimiento. En segundo lugar, deberá luchar por ampliar la base
social del partido, mermada por la desafección. Y, por último, debe ponerse ya
a construir la alternativa a un Gobierno que, por su propia debilidad, se está
apoyando irresponsablemente en el populismo y en el separatismo para agotar la
legislatura. Un partido es un
instrumento para defender una idea de país. España necesita una centroderecha
articulado para garantizar la estabilidad de la democracia.
Quien gane la votación definitiva
tiene por delante una labor tan delicada como trascendental. A raíz de los
complicados momentos por los que transcurre hoy la vida del Partido Popular, me
viene a la memoria la apasionante y a veces convulsa situación por la que
atravesó, hace ya más de treinta años, la articulación del centro derecha
español de la mano de Manuel Fraga Iribarne que tras muchas vicisitudes y no
pocos enfrentamientos internos protagonizó, sin duda, el ensamblaje del
proyecto más ambicioso y aglutinador del centro derecha español.
He tenido la fortuna y el privilegio
de tener recortes de periódicos
y revistas donde se exponía las
notas informativas de hombres y mujeres
de la talla política de Hernández Mancha, Álvarez Cascos, Rodrigo Rato, ,
Loyola de Palacio, Rita Barberá, Jorge Fernández, Federico Trillo, Mariano
Rajoy o José María Aznar, máximos exponentes del conservadurismo centrista, que
junto a los Javier Rupérez, García Margallo, Jaime Mayor o Javier Arenas, como
cabezas visibles de la democracia cristiana, o a los de José Antonio Segurado y
Esperanza Aguirre, del ala liberal, amén de otros muchos de compañeros del
partido contribuyeron a forjar la mayor
organización política que, bajo las siglas del PP, ha jugado el doble papel de
oposición y gobierno durante los últimos años de nuestra democracia.
Todos dirigentes de la democracia
cristiana, los mismos que en Venezuela negociaron al país a través de un
partido nominado Psuv. Que con un grupo de adecos fomentaron disturbios y
guarimbas para lograr a última hora un solución o pre acuerdo de entrega de
zonas territoriales a Donald Trump y Vladimir Putin, esto, lo vengo informando
desde hace seis meses atrás mediante columnas y notas de blogs diferentes y
concadenadas a una sola realidad, donde vemos a un Henrique Capriles Randosky,
un Pedro Pablo Fernández, un Henri Falcón, JULIO Borges negociar con el
gobierno, la entrega de nuestro país, lo más grave son los militares que serán
desarticulados y envueltos en premisas de guerra desconcertantes y, donde
muchos serian emjuiciados por traición a la patria, por jugar con el
repartimiento de comida al pueblo, será
juzgados por corruptos del sector agroalimentario y minero. Esto ya está
inscrito y pre programado, solo la historia dará los puntos ciertos, estando em
marcha este plan, solo se espera la aprobación de la nueva Constitución Cubana,
que es un adelanto de la modernización de la legislación cubana, más allá de lo
que pensaron Fidel Castro Ruz y Ernesto Guevara De la Serna en sus viejos
tiempos como dictadores de la perla del
Caribe.
Hoy la política española está sumida
en un proceso profundamente cambiante desde las elecciones generales del año
2015 por la pérdida de hegemonía de las dos grandes formaciones políticas que
representaban a la socialdemocracia y al centro derecha español, y la
aparición, al mismo tiempo en el mapa electoral, de partidos como Ciudadanos o
Podemos que, hasta ahora, lo único que han hecho es crecer por la pérdida de
confianza de los votantes en quienes tradicionalmente venían alternándose el
poder y que por la corrupción económica y moral y la deficiente gestión
política en algunos graves asuntos, como Cataluña, han provocado una profunda
decepción en sus bases o militantes.
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