Aventis
*Es el momento de la cadena perpetua para quienes agreden y asesinen a campesinos,
niños y ciudadanos que ejercen funciones perpetuas.
* Debe estudiarse en el parlamento los juicios que arropen la utilización
de la cámara de gas, para aquellos que violenten de una manera reiterada las
leyes, los países desarrollados la aplican, bajo un control patriótico único.
México, debe profundizar su profilaxis sanitaria y del mundo de las
drogas para así articular una vida democrática para Sudamérica. Como es sabido,
tiene en sus hombros una herencia pesada en el comercio drogadicto mundial y constituye
junto a Colombia en la red internacional que ampara mafias y bandas que manejan
anualmente, recursos por encima del producto interno bruto de varios países
juntos.
El daño colateral de los resultados mortales de las refriegas internas
por el poder y el control de territorios en el país ha dañado mucho más a la
economía regional que a la sociedad civil, aunque a ésta última sí le ha
afectado consecuentemente, por las muertes de gente sencilla, campesinos,
alcaldes, estudiantes y gobernantes
El problema es de leyes, fuerza, control, organización jurídica y
estatus de Estado, más que de inventar guerras o confrontaciones inexistentes
para iniciar un “proceso de paz”. Esto último aplica en países hoy como
Nicaragua, en donde sí existe un conflicto social que requiere de participación
de instituciones y organismos locales e internacionales porque el gobierno y
grupos paramilitares asesinan a civiles, no porque bandas se maten entre ellas.
Sino de un presidente que desea perpetuarse en el poder. O en Venezuela, o en
Siria, o en algunas regiones de África. México no está en guerra, No
pasemos de la “mafia del poder” a la “mafia facciosa¨.
Es difícil controlar los carteles y el destino de substancias
estupefacientes. Tienen un asunto interno a nivel doméstico de siembra y
cosecha, donde se necesita una multiplicidad de estrategias, programas y
control del Estado.
Y que hablar del crimen organizado. Todo es a nivel de zozobras y el
fracaso rotundo de Corporaciones policiales bajo responsabilidad del Estado,
donde el proceso de paz, requiere un compromiso, más allá de lo verbal,
fracasaron en sus tareas por la indestructible corrupción.
México, Venezuela, Nicaragua y Argentina, no necesitan de procesos de
paz, necesitamos es caminar libremente, cualquier sábado y domingo, por las
calles, plazas, centros comerciales y hacer deportes, quitémonos el uso de
palabras inadecuadas y mentira, no estamos en emergencia económica o de
seguridad ciudadana, necesitamos avanzar en proyectos de protección de parte
del Estado.
El show, fomentado sobre la impunidad y corrupción, no pasa de allí. Es
como remojarse las barbas o sentarnos en la mesa para ver a la abuela preparar
un guarapo, ellos, los políticos nos hablan de austeridad y proceso de
pacificación, lo cierto es que tenemos al frente una República que exige de
nuestros sueños.
Ellos, son los que están en guerra, se olvidaron del pueblo. El Ejército
y la Marina han hecho todo el trabajo de resguardo territorial, en los tres
países en un alto nivel de inteligencia. En Venezuela, acaban de matar a un
joven teniente de la Marina, jefe de guardacostas de la Marina en el difícil Lago
de Maracaibo, unos tiros, simplemente unos inexpertos policías abrieron fuego
por una causa u otra, lo asesinaron. Agentes que poco reciben preparación
policial en una institución llamada UNES o las escuelas que mantienen las
gobernaciones para preparar a los uniformados.
Pero, además, estamos en proceso de austeridad; ¿para qué gastar en
foros, mesas, pago a personajes o instituciones que aportarán ideas para
resolver?; ¿qué guerra?
En la Tierra no existen paraísos.
Desde la Revolución Mexicana, el único caso que pudo atraer un “proceso
de pacificación”, con foros e invitados especiales del mundo, fue el conflicto
en Chiapas, en 1994, que podríamos medirlo en cuadras y, en tiempo, en no más
de una semana.
Evento en el que surgió el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y
la fama del hoy desaparecido “Subcomandante Marcos”. Pero las elecciones se ganan de cualquier forma,
incluso previendo multas mucho más altas. Aunque el “tigre” sea de carne y
hueso, y después de papel.
Después del rotundo triunfo de Andrés Manuel López Obrador, “carro
completo”, sí, y ante los días que vienen para ir adecuando los cambios que
trae en la cabeza (por fuera y por dentro), aun cuando todavía no inicia su
sexenio, valdría la pena que periféricamente, aquellos que no ostentan el poder
político, pero sí el económico, o el poder de la congruencia, apuntalaran al
país, a México, con vigas de no sé qué tipo para evitar -no vaya a ser-, un
derrumbe repentino, una implosión.
Cierto que las “rupturas” políticas, culturales, científicas, son las
que dan paso a la transformación no sólo de un país, sino del mundo entero, de
la humanidad, pero las ideas deben estar rodeadas de congruencia y, sobre todo,
de sabiduría.
Venezuela, fue un manjar, con Chávez vino una austeridad republicana y,
cuando se pensó en una sociedad justa y de muchísimo menos despilfarro, los
acuerdos cívicos- militares desplomaron el país. Su pueblo le favoreció, hasta
el momento de su fallecimiento, la llegada de Nicolás Maduro Moros le hizo al
país un gran giro ideológico y de esperanzas.
Nicaragua, luego de un proceso de progreso por parte de Daniel Ortega,
cae bajo fuego en Masaya y van ya muertes innecesarias promovidas por
mercenarios sin proyecto político.
Ante el
mundo debemos ser justos y austeros, pero fuertes. El sometimiento irrazonable
-que luego se convierte en mayor subdesarrollo-, ante las grandes potencias,
ante la globalización (que incluye todos los factores de productividad), ante
las asociaciones comerciales (TLC, Alianza del Pacífico, Mercosur, Tigres
Asiáticos, Unión Europea), ante los voraces fuertes sobre los mansos débiles,
castiga a la población, a los ciudadanos, supuesto objetivo principal de los
cambios en la forma de gobernar. Debemos protegernos de las mafias bachaqueras
provenientes del mundo del narcotráfico, militar y civil.
De casi 200, México es hoy la economía número 15 por debajo de Estados
Unidos, China, Japón, Alemania, Inglaterra, Francia, India, Italia, Brasil,
Canadá, Rusia, Corea del Sur, España, Australia.
Todo parece es confuso, pero es incierto. Pongamos por delante a Andrés
Manuel López Obrador, Nicolás Maduro Moros y Daniel Ortega ante los ojos de Jehová.
Una oración es frecuente y segura para librarnos de todo mal, solo él, dará una
razón suficiente para darnos una libertad suficiente.
El problema de inseguridad pública es brutal, la compresión dista mucho
de ser lineal, es compleja y no hay soluciones tersas. Los equipos civiles a
nivel policial deben asumir la realidad y no estar temerosos de efectos
colaterales duros, de otra forma están totalmente equivocados. De allí el
fortalecimiento de las mafias. La política criminal exige fuerza y disciplina
para dar soluciones inmediatas
En este sentido, las funciones policiales, no deben ser de escritorio, necesitamos
darle seguridad a los campesinos y a las zonas residenciales, es la manera
inmediata para asegurar la vida cotidiana de los ciudadanos y de los procesos
productivos.
A mediano plazo los proyectos son más profundos y los resultados poco
perceptibles, de igual forma las metas a largo plazo, con planteamientos
generalizados para bajar la delincuencia a niveles aceptables, donde la propia
base social construya elementos de autodefensa para evitar la penetración del
crimen organizado, tal como lo sufren en estos momentos comunidades enteras. Y no
se roben los cableados de telefonía y cable televiso, tal como nos sucedió en Parque
Valencia, Edo Carabobo, Venezuela y precisamente frente a una dependencia del gobierno
federal llamada petroquímica. Administración, donde montan guardia funcionarios
militares y civiles, al lado de una fábrica transnacional denominada Resimón,
prepara productos químicos y pintura. Ya llevamos quince días sin servicio de
telefonía y es el segundo robo con las mismas características de operación.
Ningún gobierno, sea de derecha o izquierda puede poner en riesgo la
seguridad del país, se debe evitar dañar la imagen presidencial, este, debe ser
el primer punto de estrategia para la seguridad de México, Nicaragua y
Venezuela y, los resultados deben verse a corto plazo., a la ciudadanía se les
debe dar confianza y oxigenar para percibir resultados tangibles.
La negación del problema no es opción, el optimismo no es estrategia ni solución.
En 2012, una vez concluido el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa y la derrota
del PAN, Enrique Peña Nieto puso en marcha un programa de gobierno que trataba
por todos los medios de minimizar los hechos y datos del crimen organizado, con
el propósito de levantar la percepción ciudadana. No hubo forma, pero sí
pérdida de tiempo, avanzó sin control el problema hasta batir récords de
récords de muertes dolosas, de índices delictivos de todo tipo, y el aumento de
adicciones en el 2017. Insisto, no hay cura contra el cáncer de la violencia
sin efectos secundarios de la ‘quimio’., sin embargo, el premio de la
tranquilidad es invaluable.
La historia puede repetirse por cuarto sexenio consecutivo. López
Obrador la vivió en la Jefatura de Gobierno al lado de Vicente Fox en la
Presidencia, con secuestros imparables que provocaron la protesta civil más
grande de la historia moderna de México. Felipe Calderón pagó la novatada y
desató la guerra sin control, pero al final del sexenio sentó las bases de
profesionalización de policías, de metodologías más adaptadas, pero fueron
desechadas por Peña Nieto y Osorio Chong, temerosos de los efectos colaterales
nada tersos. Ahora el problema es mucho mayor.
De Venezuela, conocemos la otra historia, desde un Dólar Today falso,
permitido por un Estado Bolivariano que lo acepta y ejecuta como real,
perdonando las corrientes del hampa financiera que ejecutan el lavado de
dinero, por no aplicar una estrategia justa a favor de los ciudadanos.
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