Aventis
El castrismo se encuentra muy
alejado de nosotros por una sola razón, jamás hemos tenido adoctrinamiento y la
lógica en la relación de su fuerza es neutralizar el comportamiento del
ciudadano y neutralizar sus derechos para convertirla en una nación cautiva.
Pero no estamos realmente
vencidos, porque no existe posibilidad alguna de que vayamos a renunciar a
nuestros sueños, que han resistido toda clase de tempestades. Tarde o temprano
los sueños encuentran el camino para expresarse y acabar materializándose en el
mundo., como territorio donde hemos fijado nuestra residencia.
Podemos decir que el castrismo
es ajeno a nosotros, sordo a nuestros afectos, porque ignora la dimensión
espiritual de un anhelo liberalizador. Así que las razones que mueven los
cambios políticos en las dictaduras totalitarias no son solamente de índole
política sino, sobre todo, espirituales.
Es bueno destacar lo siguiente
soy progresista, pero, debo defender mis intereses de libertad. Somos, otro
cuerpo social y no cubano, sobre ese derecho, debemos legitimar nuestra
dominación, en la más alta forma de humanismo, responder los ataques verbales
de algunos dogmáticos es descalificar nuestra esencia de izquierda y ella, nos
lleva a un ejercicio democrático.
Mientras el gobierno sea de
hecho el administrador de las necesidades, el distribuidor de los beneficios
del pueblo venezolano, y pueda tratarnos como lo hace a los venezolanos como a
sujetos de beneficencia, por la imposibilidad de elegir otra alternativa,
nuestro calvario se extenderá.

Del Foro en Panamá, recuerdo
una oración del discurso del presidente Obama. Él dijo: “Las democracias
fuertes no le temen a sus ciudadanos”. Ese es el lenguaje de mi isla cautiva.
No el del gobierno, que planteará sofismas a sus interlocutores, como ha
pretendido engañarnos durante más de medio siglo y, ahora desea hacerlo con
Venezuela. Me rijo por los planteamientos de Fidel y el Che, no de cualquier
funcionario que desea regirse como juez y parte de un proceso revolucionario.
Aquella sociedad civil es artificial, que lanzaba alaridos contra y a
favor de nosotros, pero, con la apertura desea darnos la espalda por Guyana
Esequiba, al encontrar esta colonia inglesa grandes yacimientos de gas y
petróleo en zonas de reclamación.
El tiempo
es un factor crítico. Cuando las revoluciones comienzan cuentan con muchos
adeptos y con la curiosa expectativa del conjunto de la población, pero los
caudillos totalitarios saben que deben actuar rápidamente porque la luna de
miel será corta. Lenin tomó el poder en octubre de 1917 y antes de los dos años
ya había echado el cerrojo. A Fidel Castro sólo le tomó 18 meses apoderarse de
todos los medios de comunicación, de la enseñanza privada y de las grandes y
medianas empresas.

Ahora,
abordamos ese camino.
Su poder
se fundamenta en la capacidad represiva del régimen y ésta, a su vez, depende
de la información que recibe y del daño que les puede infligir a quienes no
obedecen. De ahí la importancia del terror. El sistema juega con la ilusión de
que conquista el corazón de los ciudadanos, pero no es verdad. Se trata de
apoderarse de las vejigas de los súbditos. La intención es que se orinen de
miedo.
Como se
sabe, la información es poder. Maduro tiene acceso a los informes de la
inteligencia cubana, organismo dedicado a explorar la vida y milagro de las
personalidades venezolanas –opositores y chavistas–, especialmente de quienes
merodean el poder y tienen la posibilidad potencial de descabezar al Gobierno,
sustituirlo y darle un vuelco instantáneo a la situación política.
Hablo
claro, sin apasionamiento. Ya ser de izquierda, no es estar en silencio. Porque
fíjense lo que sucede con las bolsas de Claps, como reaccionaria Fidel o el
Che. Aquí, no hay autoridad, siguen los jefes locales ultrajando al pueblo.
Deseo,
un mayor radicalismo en esta referencia por parte del bolivarianismo, es una
corrupción vergonzosa.
Maduro tiene
acceso a los informes de la inteligencia cubana, organismo dedicado a explorar
la vida y milagro de las personalidades venezolanas
Luego
viene la represión. Los servicios cubanos aprendieron de la Stasi alemana,
madre y maestra de la represión, que basta un 0,5% de la población para manejar
a cualquier sociedad en la que, además, el Gobierno controle férreamente los
tribunales y el aparato propagandístico para construir el relato que le permita
perpetrar cualquier canallada.

Sin embargo, en Venezuela no
alcanzan, y ahí está "el bravo pueblo" en las calzadas y plazas para
demostrarlo. Maduro quiere armar una milicia de un millón de paramilitares. ¿Para
qué? Porque no se fía de las Fuerzas Armadas. Esas milicias son para evitar que
un día algunos militares se cansen de su incompetencia y de sus necedades, como
hicieron con el general Juan Velasco Alvarado en Perú, aunque, en su caso, tal
vez termine en un avión rumbo a Cuba, rodeado de los handlers del G-2 isleño,
que lo manejaban como a una marioneta inepta que hablaba con los pajaritos y
bailaba salsa en medio del naufragio.
La hambruna está a la vuelta de la
esquina por la falta de dólares para importar alimentos. La catástrofe es mucho
peor en sociedades urbanas, como la venezolana, en las que el 78% de la
población carece de habilidades campesinas. Súmese a este cuadro la falta de
medicinas, de insecticidas, y de todos los factores que mantienen a raya las
enfermedades. El resultado es obvio: Venezuela se hunde si Maduro continúa
instalado en Miraflores. Todos los venezolanos, incluso los chavistas, saben
que tiene que irse.
Necesitamos cambiar, transformar al
país, Fidel habló claro, dio las primeras lecciones a seguir, igual lo hizo
Chávez, nadie obedeció. Los libros de Chávez fueron al retrete. Todos, le
traicionaron.


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