El Reportero del Pueblo
Canel, debe enfrentarse a sí mismo para fortalecerse y
crecer entre la población cubana, porque constituye el delfín de Raúl Castro,
pero, personalmente su docilidad y trabajo le avalo para ocupar la primacía en
coordinar de aquí en adelante, todo el destape del movimiento ideológico cubano.
En esto, el gobierno fidelista viene fracasando, como
sucede con la escuela de cuadros y falló, lo digo por el caso de Venezuela,
donde la juventud preparada en La Habana mediante el Frente Francisco de
Miranda huyó del país en este trimestre hacia países del entorno y, por el otro
lado, su desempeño en las oficinas institucionales ha sido muy mediocres.
Más bien, hay un grupo nutrido del modelo castrista que
desea abrirse hacia una democracia más abierta y puntualizada.
La democracia en América Latina ha sufrido de amargos
percances, desde que el Foro de Sao Pablo en 1990 a través de un conjunto de
movimientos y organizaciones trataron de quebrantar las luchas democráticas de
los pueblos y establecer un nuevo lineamiento, desde el punto de vista de la
izquierda. Esta estructura
totalitaria y caudillista, vienen destruyendo comunidades bajo socavación de
algunos principios éticos ya que, se impusieron idealistas de izquierda que
solo deseaban perpetuarse en el poder.
El indicado foro
surge a instancias del propio líder Fidel Castro y el proyecto de socavación de
la democracia para imponer a los pueblos de América Latina dictaduras de
izquierda neo marxistas-leninistas, solapadas con máscaras de democracias
ficticias, allí acordado, se basó en las teorías del filósofo izquierdista
alemán radicado en México, Heinz Dieterich Steffan, autor de la obra “El
Socialismo del Siglo XXI”
Ya para el 1999 las
izquierdas radicalizadas obtuvieron su primera toma del poder con Hugo Chávez
en Venezuela, quien estuvo en poder catorce años hasta su muerte el marzo 5 del
2013, siendo sucedido desde ese año por Nicolás Maduro, todavía hoy en el
poder.
El maquiavélico
plan tiene como base varios elementos en los cuales vale destacar algunos de
ellos. Primeramente, los extremistas de izquierda concurren a procesos
electorales democráticos al amparo de un discurso populista, lleno de
atractivas promesas de justicia social y progreso que a la larga jamás cumplen.
Esta socavación de
la democracia la estamos viendo desde hace un tiempo en algunos países de
América Latina, cada cual con sus características propias y en diferentes
estados de intensidad y desarrollo. Así lo hemos visto en Venezuela, Bolivia,
Nicaragua, en Ecuador bajo Rafael Correa, en Brasil bajo Lula da Silva y Dilma
Ruseff y en Argentina bajo Cristina Fernández. En algunos han tenido éxito
para, desgracias de sus respectivos pueblos, como en Venezuela, Nicaragua y
Bolivia. En otros han fracasado, como en Argentina y Brasil, pero quedan
latentes, operando su maldad agazapados dentro del sistema, en espera de una
nueva oportunidad.
Esta es una amenaza
real a la libertad, el bienestar y el progreso de los pueblos de la América Latina.
En estos gobiernos de
tendencia comunista el valor del dinero ha perdido su respectivo valor y,
necesariamente deben ir a una unificación del dólar y darle fuerza, en nuestro
caso, al bolívar fuerte por la hiperinflación que estamos viviendo.
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